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martes, 13 de marzo de 2012

Luces rojas

3/10
Red Lights (España-USA, 2012).
Dirección, montaje y guión: Rodrigo Cortés.
Intérpretes: Cillian Murphy, Sigourney Weaver, Robert de Niro, Elizabeth Olsen, Toby Jones.
Música original: Víctor Reyes.
Fotografía: Xavi Giménez.
Idioma: Inglés.
Duración: 119 minutos


El truco final

Por Manuel Barrero Iglesias

En Concursante (2007), enérgica ópera prima, a Rodrigo Cortés se le fue la mano en una dirección incapaz de controlar sus excesos. Tuvo que ser toda una experiencia dirigir Buried (2010); en la que se autoimpuso ese corsé en forma de ataúd que hizo surgir algunas de las mejores virtudes de un cineasta que, sin embargo, seguía manteniendo algún que otro vicio.

En su tercer trabajo vuelve al drama/thriller psicológico en amplios espacios, al que añade además un toque paranormal. Un material que de nuevo podría llevar al director por el camino del exceso, pero que Cortés sabe contener durante buena parte del metraje. El inicio tiene bastante en común con La maldición de Rookford (Nick Murphy, 2011), film que también se inicia con una investigadora encargada de descubrir los fraudes escondidos tras supuestos fenómenos paranormales.
Trasladando esa premisa a la actualidad, tenemos al par de investigadores de Luces rojas, quienes dedican su vida a desenmascarar estafadores. Hay que agradecer al autor que no se rinda de inicio ante lo sobrenatural, jugando con habilidad la baza de la ambigüedad.
Pero lo que empieza con un planteamiento lleno de inteligencia y sutileza, naufraga hasta llegar a unos desastrosos últimos minutos que tiran por la borda todo lo bueno que encontramos en el inicio. En lugar de explorar la interesante vía que parecía llevar, Cortés opta por la búsqueda del golpe de efecto con sorpresa final; haciendo saltar por los aires las lógicas interna y externa del film.
Para colmo, a medida que se acerca el desenlace, abandona lo sutil para entregarse al exceso gratuito. Más aún. Los dos personajes que deberían irradiar carisma rozan el más espantoso ridículo. El esperpéntico mago que encarna Sbaraglia vuelve a poner de manifiesto las limitaciones del actor argentino. Mientras, Robert de Niro sigue deambulando como alma en pena por los rodajes del mundo. Su Simon Silver debería ser casi terrorífico, pero ni siquiera es capaz de imponer una pizca de respeto. Por suerte, ahí está Sigourney Weaver, dando toda una lección.
A Cortés, la mezcla entre Christopher Nolan y M. Night Shyamalan le ha explotado en las narices. El refrito empieza con elegancia, pero acaba en pastiche intragable. Una pena. Esperemos que en la próxima ocasión el director sea capaz de canalizar mejor el innegable talento que lleva dentro.
Manuel Barrero Iglesias





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