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sábado, 26 de abril de 2014

Atlántida Film Fest: Ilo Ilo

7/10
Ilo Ilo (Singapur, 2013).
Dirección y guión: Anthony Chen.
Intérpretes: Koh Jia Ler, Angeli Bayani, Tian Wen Chen, Yann Yann Yeo, Jo Kukathas.
Fotografía: Benoit Soler.
Montaje: Hoping Chen, Joanne Cheong.
Idiomas: Mandarín, tagálog, inglés, taiwanés.
Duración: 99 minutos.


Desestructuración familiar y pérdida de valores

Por Daniel Reigosa

En la pasada edición del Festival de Cannes se concedió el galardón de la Cámara de Oro -que premia a la mejor ópera prima- a Anthony Cheng, un joven director nacido en un país de escasa (o por lo menos muy poco conocida) cultura cinematográfica, como es Singapur. Anthony Cheng logra encuadrar su película en la corriente de cine costumbrista asiático que tan bien defienden directores como Hirokazu Kore-eda o Ann Hui. Precisamente con la última película de la directora china, Una vida sencilla (2011), la película de Cheng mantiene varios paralelismos.

La historia relatada en Ilo Ilo, que recoge vivencias de la infancia del propio autor, transcurre en el Singapur de 1997, en el marco de la dura crisis económica que azotó a varios países asiáticos en lo que se denominó la “primera gran crisis de la globalización”, iniciada el 2 de julio de 1997 con la devaluación de la moneda tailandesa y a la que siguió un importante efecto dominó.  Durante la época de los llamados “Tigres Asiáticos”, algunos países del sudeste asiático (entre los que se encontraba Singapur) alcanzaron cuotas de crecimiento espectaculares, promovidas por un potente impulso industrializador, que dotó a la clase media-baja de poder económico e incremento de su nivel de vida.

En este contexto se sitúa la familia del protagonista, Jiale (Koh Jia Ler), un niño malcriado perteneciente a una familia que ha crecido demasiado rápido, dejándose vencer por el consumismo y olvidando la construcción de los valores fundamentales de la vida, como una correcta educación. La película incide en su primera media hora en destacar esta pérdida de valores: hijos malcriados, superficialidad, falta de cultura, prepotencia y una cierta xenofobia que emerge con la contratación de una criada filipina que se encargará del cuidado del joven Jiale.

Hasta aquí la película mantiene un tono costumbrista excelente, una mirada distanciada pero incisiva no sólo sobre la familia en cuestión sino sobre la sociedad singapureña de la época. La entrada de Teresa (la nana interpretada por Angeli Bayani) en la familia manifiesta un contrapunto cultural, religioso y de comportamiento en la familia,  a la vez que supone un punto de inflexión en la película. La complicidad entre Jiale y Teresa se hace patente desde el primer momento, pero mientras la relación entre ambos alcanza cotas cada vez más elevadas, la familia se desmorona (mentiras, distanciamiento, celos) a la vez que lo hace la frágil sociedad de Singapur (despidos, suicidios, pesimismo).

La familia de Jiale se encuentra totalmente desestructurada, precisamente por esa pérdida de la realidad que supone el cambio repentino de clase, desbordados por el trabajo y viviendo una vida que no les corresponde, fruto de la precipitación de los acontecimientos, en la que no parece haber tiempo para su hijo. Las mentiras del padre ocultando su despido o su tabaquismo se complementan con los celos y la frialdad de la madre, que ve como la nana le arrebata influencia sobre su hijo, un papel que nunca llegó a desarrollar de manera eficiente. Ambos progenitores buscan ayuda externa, casi ilusoria, a través de la lotería el padre y las charlas motivacionales (Cheng las retrata como una secta) la madre. Los únicos elementos que mantienen viva a la familia son la necesidad y la monotonía, nocivos mimbres para apelar a la unidad. Mientras tanto, los vínculos entre Teresa y Jialé son cada vez más potentes, mostrando la cara amable de la moneda.

El director se mantiene alejado de la trama, huyendo de todo sentimentalismo impostado y los tópicos recurrentes en este tipo de películas, pero a veces da la sensación de no encontrar un equilibrio, con un resultado más frío de lo que parece pedir la historia. La trama en si es muy simple y no presenta giros bruscos de guión (innecesarios por otra parte), con lo que depende excesivamente del ritmo y de la credibilidad y atractivo de la historia. Y es aquí donde se nota la inexperiencia del director que, aunque consigue ese equilibrio en la mayor parte del film, algunas tomas pecan de precipitadas o de cierta previsibilidad. Se echa en falta una mayor implicación o una profundización en los personajes de los padres, dibujados con menor intensidad y que penalizan la historia.

No obstante, se trata de un muy buen debut, que conecta a la perfección con las filmografías costumbristas orientales, una cinematografía en la que cada nuevo autor es siempre bienvenido.


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Atlántida 2014: DE OCCULTA PHILOSOPHIA + ESTOS DÍAS + CARTAS DESDE PARLIAMENT SQUARE

Por Ricardo González Iglesias


De Occulta Philosophia (Daniel V. Villamediana. España, 2012)

Lo efímero y lo perdurable

De Occulta Philosophia es un soplo precario, perecedero, en cuya fragilidad reside su fortaleza para transportar al espectador a lo sublime, a lo trascendental e inmutable. Daniel V. Villamediana consigue, con una austera y acertada realización, transmitir todos los valores del proceso creativo y artístico musical, centrándose en la música barroca, sus características esenciales y su conexión con la actualidad.

El film, que transita por los difíciles y escarpados vericuetos de la esencia humana, logra emocionar y hacer reflexionar, desde lo sumamente específico a lo universal. Esa dicotomía de lo efímero y lo inmutable funciona en perfecta comunión metafórica con la vida y la muerte, la música barroca y el cine, la crisis y el arte o la fragilidad y la fortaleza.

El director refuerza este débil equilibrio registrando las actuaciones musicales como intentando rebelarse contra la naturaleza de la música en directo, su concepto y su interpretación, componiendo auténticos tableaux vivants buscando la permanencia de la pintura, pero a la vez, quedando impreso el mensaje en los mismos de nuestra finitud mortal en las paredes de los sugerentes y estremecedores templos albaceteños donde transcurre la película y sus actuaciones musicales, perfectos recipientes reforzadores del mensaje.


De Occulta Philosophia es un film pausado, pensado y registrado fuera de cánones e imposiciones actuales, encontrando la complicidad del espectador en su interés por alejarnos, aunque sea por un instante, del griterío sinsentido e invitándonos a disfrutar de una forma perdida de escucha musical que conlleva el acercarnos, aunque sea limitadamente, a una trascendencia y placer espiritual, encontrando lo bello en el abigarrado discurso barroco.


Estos días (Diego Llorente. España, 2014)

La objetividad sugerente

El título de la película recoge una declaración de intenciones impecable al que debemos estar atentos. Estos días significa normalidad en la forma; sufrimiento, pesadumbre y acechos en el fondo. Objetividad distanciadora construida deliberadamente en base a una bella, pausada y eficaz planificación, que nos convierte a los espectadores en voyeurs conscientes que somos ante el cinematógrafo. Esta lejanía nos despierta la curiosidad, hace que agudicemos los sentidos e interesarnos por el devenir cotidiano de los protagonistas, respetados en sus sentimientos por un director que expone situaciones que sugieren difíciles tragos mundanos complicados por el contexto aprisionador.

Esa lejanía de la cámara impuesta por Diego Llorente nos lleva a que completemos, según nuestros intereses o anhelos, la historia mostrada, que no contada y mucho menos manipulada dramáticamente. La dureza de la realidad nos lleva a conclusiones abiertas, pero vividas con normalidad, o peor, pura resignación. Como la vida misma.

Muchos podrán achacar que este distanciamiento se vuelve confusión del mensaje, pero este queda enmarcado perfectamente en el sonido: urbanos, rurales, de radio y televisión, que siempre están fuera de campo, como peligros acechando las vidas de los personajes, como en las nuestras mismas, y que en cualquier momento se desvanecerán o acabarán cayendo sobre ellos. En una palabra: contextualizando. Sin duda, la libertad interpretativa que deja al espectador se agradece en un cine actual muy preocupado por el supuesto giro ingenioso de guion o por el exceso de celo en un mensaje concreto, como si se infravalorara la aprehensión del espectador y el quehacer audiovisual. Estos días, finalmente, nos exige y nos ofrece, obligándonos primero para recibir después.


Cartas desde Parliament Square (Carlos Serrano Azcona. España, 2014)

Un manifiesto

Parliament Square Peace Campaign nace en 2001 de la mano del activista Brian Haw en contra de las intervenciones militares del gobierno británico fuera de sus fronteras, no respetando consecuentemente los más básicos Derechos Humanos, y en particular, el derecho a la vida de todo individuo. El resultado del (no) planteamiento del director en este documental es un soliloquio registrado audiovisualmente de Barbara Tucker, quién recogió el testigo de la campaña de Haw, una vez fallecido.

Aun siendo interesante el objetivo del film, dar a conocer esta campaña y sus principales posiciones políticas, no es suficiente para el espectador a la hora de enfrentarse al monólogo de Tucker por carecer de una mayor riqueza de puntos de vista (apenas un excombatiente de Afganistán abandonado a su suerte por el estado británico). Además, apreciamos en el desarrollo de las posiciones de Tucker una cierta deformación, llegando por momentos a la paranoia disgregadora de la realidad, consecuencia de su continua exposición a la campaña, convirtiéndose en obsesivo egocentrismo incapaz de abstraerse e incluso capaz de criticar o poner peros a otros movimientos reivindicativos pacíficos surgidos con posterioridad.

Carlos Serrano se conforma con una parca realización visual y narrativa, queriendo mostrar (registrar) los hechos de manera fiel, pero tornando para el espectador en aburrido artefacto carente de una mayor profundización, convirtiéndose en manifiesto y no en documental elaborado, rayando la simple entrevista.

Atlántida Film Fest: Ritual – A psychomagic story

4/10
Ritual – A psychomagic story (Italia, 2013).
Dirección: Giulia Brazzale, Luca Immesi.
Intérpretes: Désirée Giorgetti, Ivan Franek, Anna Bonasso, Alejandro Jodorowsky, Cosimo Cineri.
Música original: Michele Menini. 
Fotografía: Luca Coassin. 
Montaje: Giulia Brazzale, Luca Imessi.
Idiomas: Italiano, español.
Duración: 90 minutos


Un rito inconcluso

Por Ricardo González Iglesias


La psicomagia, esa pseudoterapia creada por Alejandro Jodorowsky, tiene en Ritual – A psychomagic story una franquicia audiovisual aventajada donde podemos seguir las andanzas traumáticas de la protagonista, marcada indefectiblemente por un marido vicioso, manipulador, autoritario, que desata los males de los que huye trasladándose de la enfermiza ciudad al deseado y utópico campo que permitirá, junto a su tía iniciada, superar el complejo planteado.


Pero el film, tras una primera parte turbadora, sensual y sugerente, desbarra en un continuo y excesivo tratamiento genérico (desde el punto de vista del suspense y, por momentos, cercano a vacuos clichés del género de terror) del trauma, dilatando su diagnóstico en la ficción y manteniendo al espectador desinteresado hasta llegar a la consecución ritual, que aun dando nombre al film, se circunscribe a las acciones finales de la película. Teniendo como ejemplo la filmografía de Jodorowsky (La montaña sagrada, Santa Sangre o la cercana conceptualmente a Ritual – A psychomagic  story y reciente La danza de la realidad), se puede apreciar que la brutalidad material, la conjunción del mundo onírico con el real y el mismo ritual psicomágico concebido como filosofía de vida y no como hecho puntual, hacen de este film un digno experimento visual pero muy lejano en ejecución a las concepciones verdaderas y trascendentes que, en teoría, escudriña narrativamente Ritual – A psychomagic story

viernes, 25 de abril de 2014

Atlántida 2014: CASTING + EL TERCERO + LA TUMBA DE BRUCE LEE

Casting (Jorge Naranjo. España, 2013)

El largo que podía ser corto
Por Andrea Morán


Plantarse frente a una cámara y ser otro sin dejar de ser tú. Esta era la premisa que manejaba el realizador Jorge Naranjo en una serie de tres cortometrajes que han desembocado en la escritura de su primer largo, Casting. Este prometedor punto de partida se mantiene en la película para componer un retrato de jóvenes actores que pasan el día ensayando por parejas una prueba de cámara. Como suele ocurrir en las historias corales, Casting adolece de un desequilibrio en las tramas, ya sea por la composición de estos emparejamientos o por los motivos dramáticos que se interponen entre ellos. Lo que en los cortometrajes era un fogonazo de verdad, en la película tiene un desarrollo débil y predecible. Aun así, cuando los personajes son llevados al límite (los monólogos frente a cámara son un buen ejemplo), la película recupera la fuerza y la sinceridad por la que destacaban los anteriores trabajos de Naranjo. También el perfil de la producción, similar al de los proyectos surgidos de la iniciativa Littlesecretfilm (sin que eso signifique nada malo, todo lo contrario), le permite cierta despreocupación técnica que juega a favor de la frescura que persigue.

Queda la duda de si estas mismas historias y estos mismos personajes hubieran brillado más en otro formato, como el de la ficción seriada. Ya lo hizo David Trueba en ¿Qué fue de Jorge Sanz? y  David Navarro en Nada que celebrar, dos aproximaciones más ácidas y punzantes a la hora de retratar el día a día de los actores en España. 



El tercero (Rodrigo Guerrero. Argentina, 2014)

Tres (no) es multitud 
Por Sofia Pérez Delgado (La película del día)

En muchas películas se especula de manera más o menos explícita con la fantasía del trío. Contrariamente, pocas veces se hace desde un ángulo positivo en el que, más allá de los encuentros sexuales, se ofrezca la posibilidad de que una pareja de tres sea una opción viable como otra cualquiera. Uno de los pocos ejemplos recientes en los que podíamos verlo es en la alemana Three -3- (2010), de Tom Tykwer. Siguiendo esta línea, el director argentino Rodrigo Guerrero lleva la idea un paso más ya, porque en este caso el ménage à trois es homosexual.

El prólogo de El tercero, constituido a base de conversaciones de chat bastante subidas de tono, alternadas con imágenes de películas porno, anticipa muy poco de lo que vamos a ver después: un casi imperceptible pero profundo estudio de personalidades a través de larguísimos planos, con los actores, entre los que existe una química casi palpable, aguantando estoicamente la mirada fija de la cámara. Las conversaciones irán dando paso a los gestos, y los gestos culminarán en un acto sexual tan sugerente como el resto de las escenas, erótico pero sobre todo romántico, como revela ese abrazo conjunto final en la cama. Pocas veces un plano fijo había mostrado tanta ternura hacia sus personajes. Comprendemos así que hemos asistido es al nacimiento de una historia de amor diferente, la cual se refleja en la cara de Fede (fantástico Emiliano Dionisi), que no puede, aunque lo intente, quitar de su cara una ingenua sonrisa. 



La tumba de Bruce Lee (Canódromo Abandonado. España, 2013)


Seattle huele a queso
Por Miguel Montañés

Vamos a ver. Por una parte está la sinopsis. Por otra, Canódromo Abandonado. La sinopsis: una pareja viaja a Seattle para, hacer un curso de coaching corporativo ella, y visitar la tumba de Bruce Lee él. Ella trabaja en la tienda de golosinas de un centro comercial y quiere progresar. Él es un fanático de las artes marciales. Las cosas, es obvio, no salen como ellos pensaban. Canódromo Abandonado: un colectivo de majaras formidables que llevan años dando de comer a Internet vídeos disparatadísimos montados la mayor parte de las veces a golpe de imágenes de archivo y loquendo. Mezclemos ambas cosas. 

Vaya. Pues no termina de funcionar, ¿eh? Julián, Lorena y Aaron lo hacen bastante bien como actores. Hay diálogos buenos. Hay algunos diálogos realmente buenos, de hecho. Pero la perplejidad que provocan sus vídeos habituales —de una duración mucho más reducida, claro—  aquí queda diluida en la trama que sirve para vehicular la historia. Una trama “seria” vestida de situaciones absurdas en la que se transparenta la ausencia de contenido realmente estimulante. Es complicado dar el salto al largometraje. Sobre todo si tu estilo es el que es. Canódromo Abandonado se la han jugado y les ha salido regular. Pero seguro que durante el proceso han aprendido alguna que otra lección que podrán aplicar en el futuro

Estrenos España: 25 abril 2014

El maestro Hayao Miyazaki parece que se retira definitivamente. Tras décadas regalándonos algunas de las más hermosas joyas del cine de animación, El viento se levanta se presenta como su último trabajo. Una película que posee una hermosa melancolía, la de toda una carrera que llega a su fin.
El otro film oriental que llega a nuestras pantallas es Gangs of Wasseypur. Parte 1, la primera entrega de esta obra descomunal a la que muchos llaman El Padrino de la India. La próxima semana tendremos el estreno de la segunda parte.

El cine español viene representado por La vida inesperada, película dirigida por Jorge Torregrosa con guión de Elvira Lindo. Javier Cámara y Raúl Arévalo son los protagonistas de esta comedia dramática. 

Y desde Venezuela, Azul y no tan rosa, film que consiguió el Goya a la Mejor Película Hispanoamericana. El protagonista decide formalizar su relación e irse a vivir con su novio, a la vez que entra en escena su hijo, del que tiene que hacerse cargo.

Con guión de Luc Besson se estrena Brick Mansions, cinta de acción que supuso el último rodaje completado por el malogrado Paul Walker. También desde Francia viene Moliere en bicicleta, protagonizada por un actor veterano al que un colega trata de convencer para que vuelva.

Al fin se estrena Los huéspedes (The Inkeepers), película de terror de 2011 dirigida por Ti West. Más terror estadounidense con El heredero del diablo, que combina mentaje encontrado y posesiones diabólicas. El otro estreno norteamericano es Pompeya, que recrea la tragedia provocada por el Vesubio con historia de amor por medio.

Acabamos el repaso con la holandesa Matterhorn, ganadora en la Seminci del premio al mejor nuevo director.

jueves, 24 de abril de 2014

El viento se levanta

7/10
Kaze tachinu (Japón, 2013).
Dirección y guión: Hayao Miyazaki.
Intérpretes (voces): Hideaki Anno, Morio Kazama, Jun Kunimura, Hidetoshi Nishijima, Masahiko Nishimura.
Música original: Joe Hisaishi.
Montaje: Takeshi Seyama.
Idiomas: Japonés, alemán, italiano, francés.
Duración: 126 minutos.



Sueños cambiantes

Por Sofia Pérez Delgado
(La película del día)

Pompeya

2/10
Pompeya  (EE.UU., 2014). 
Dirección: Paul W.S. Anderson.
Intérpretes: Kit Harington, Emily Browning, Kiefer Sutherland, Jared Harris, Carrie-Ann Moss, Adewale Akinnuoye-Agbaje. 
Guión: Janet Scott, Lee Batchler, Michael Robert Johnson.
Música original: Clinton Shorter
Fotografía: Glen MacPherson.
Montaje: Michele Conroy.
Idioma: Inglés.
Duración: 105 minutos.


Carpe Diem

Por Luis López

La tecnología sin historia no sirve de nada. Los efectos visuales y el ingenio técnico si no están al servicio del guión son fatuos. Como un Vesubio de cartón piedra en la típica feria de ciencias de un colegio norteamericano. El resultado de Pompeya es un volcán muy caro. Nada hay de original. Un buen 3D. Eso es todo. Sólo las citas de Plinio el Joven al inicio del metraje consiguen hacernos creer en uno de los episodios más dramáticos del Imperio Romano. Las películas históricas deberían ser al menos emocionantes.

Pompeya arrastra el manido argumento de bárbaro héroe vengativo, Kit Harrington, del cual se enamora la hermosa y rica hija de un mercader, Emily Browning. Como contrapunto a ambos un senador romano, Kiefer Sutherland. Todos reunidos en la arena del anfiteatro de Pompeya bajo el ojo del Vesubio. Así de planos son los personajes, tan previsibles como el propio volcán. El cine de catástrofes tiene el lastre de saber qué es lo que indefectiblemente va a ocurrir, así que el factor sorpresa de los giros narrativos está muy limitado a lo que los guionistas hagan brillar a los actores. Y aquí no hay brillo. Ni un amago.
Cuando los buenos son muy buenos y los malos muy malos se pierde humanidad. En los extremos puros del blanco y el negro no hay espacio para el gris. Sin esos matices el resultado es artificial como un volcán de cartón piedra. Todo parece ajeno y no se crea ningún lazo de empatía o afecto con los personajes, que parecen meros espectadores, puestos ahí para que veamos la tragedia desde una escala humana. Se impone entonces el recurso de buena fotografía, efectos, música, vestuario, ambientación para salvar lo insalvable. Y tienes que fijarte en eso para no levantarte de la butaca.


Para recrear digitalmente este episodio hubiera bastado con encargar el proyecto a una universidad con recursos económicos. De la mano de un profesor apasionado y sus becarios habría en la pantalla más empeño, dedicación y cariño para transmitir Pompeya. Si algo nos enseña esta producción es a aprovechar el tiempo. A no malgastarlo en aquello que no merece la pena. Porque cualquier día podría ser el último. A todos nos llega nuestro Vesubio.



Taquilla España: 18-20 abril 2014

Ocho apellidos vascos sigue su marcha triunfal en la taquilla española, aumentando incluso su recaudación respecto a la semana anterior. Casi cuaro millones y medio para un total que se acerca ya a los cuarenta. Una barbaridad.

El blockbuster al que le ha tocado claudicar esta vez es The Amazing Spider-Man 2, que entra con dos millones. Las otras dos novedades del Top Ten son El tour de los Muppets y Tren de noche a Lisboa, esta última consigue la tercera mejor media por pantalla de toda la cartelera.


Atlántida 2014: FAMILY TOUR + TOASTMASTER + #REAL MOVIE

Por David Sancho

Family Tour (Liliana Torres. España, 2013)

Lili, una española afincada en Méjico, vuelve a casa por vacaciones. Los años fuera han vuelto la relación con sus padres y hermana algo distantes. Desubicada, Lili afronta continuas visitas a diversos familiares que no hacen más que acentuar el hecho de que este ya no es su hogar.

La película resulta lenta y poco concisa la mayor parte del tiempo, pero la intención de hacerla parecer un documental y la elección del reparto –la directora utiliza a Nuria Gago para darse vida en pantalla y la rodea de su propia familia- , potencia esa sensación de desarraigo de la protagonista. Siempre como fuera de lugar, gracias a una sensación de realidad muy marcada que a su vez juega en su contra al generar una gran distancia interpretativa entre protagonista y secundarios, posiblemente salvable con la elección de otra actriz amateur para el papel principal. Lo fácilmente que uno se identifica con la protagonista es la mayor virtud de la película, aunque se dan situaciones variopintas y de excesivo bizarrismo, la película no deja de resultar cercana.


El film no resulta fallido pero tampoco es un gran acierto. Genera ciertas expectativas para futuros trabajos de su directora, pero a su vez desconfianza. Sólo el paso del tiempo despejará las dudas.


Toastmaster (Eric Boadella. España-Estados Unidos, 2013)

Un chico que quiere hacer un documental sobre su tío, un tipo al que no conoce pero que parece haber sido un peligroso miembro de la mafia armenia, mientras que su tío lo único que pretende es transmitirle sus habilidades a la hora de hacer brindis.

La premisa es entre interesante y absurda. La parte de la mafia podía dar para mucho, pero el tema de los brindis le quita seriedad y añade hastío.

La película nunca encuentra su tono, a ratos parece comedia, pero nunca hace demasiada gracia, y a ratos parece querer tirar hacia el drama, pero nunca se consigue dotar a la película de la carga dramática suficiente como para mantener el interés. La recta final consigue recuperarse ligeramente, pero ya es demasiado tarde para que el resultado no sea pobre.

A la postre, propuesta medianamente interesante en su planteamiento pero con un desarrollo excesivamente irregular que acaba por lastrar la película en exceso. 


#Real Movie (Pablo Maqueda, 2013)

Realizar una película es un proceso largo y complicado, y soy de los que piensa que añadirle aun más dificultades en forma de Manifiesto Dogma 95 o #Littlesecretfilm no es más que añadir dificultades y reducir las opciones de que la película en cuestión sea cuando menos disfrutable. En el caso de Dogma las cosas salieron bastante bien, pero tras ver una sola película perteneciente a #Littlesecretfilm, mis esperanzas de que de aquí salga algo positivo son muy reducidas.

Tal vez esté siendo injusto y luego haya gente que consiga hacer obras destacables rodadas en un solo día e improvisando diálogos, pero es que de #Real Movie hay poquito que rascar.

Su primer problema es el exceso de ambición. Grabar un thriller en 24 horas es una muy mala idea. La tensión brilla por su ausencia en esta película, las actrices intercalan buenos momentos con otros bochornosos (sin duda fruto de la falta de tiempo para repetir tomas), los diálogos improvisados no llegan al aprobado… podría seguir, pero tampoco es cuestión de hacer sangre. Aunque la película me parece fallida, reconozco que con tales limitaciones tampoco se le podía pedir mucho más.

Espero encontrarme en el futuro películas que me hagan cambiar de opinión acerca de este modelo de producción, pero por ahora me mantengo pesimista.

Atlántida Film Fest: En un lugar sin ley

7/10
Ain’t them bodies saints (Estados Unidos, 2013).
Dirección y guión: David Lowery.
Intérpretes: Rooney Mara, Casey Affleck, Ben Foster, Keith Carradine, Nate Parker, Charles Baker, Heather Kafka.
Música original: Daniel Hart.
Fotografia: Bradford Young.
Montaje: Craig McKay y Jane Rizzo.
Idioma: Inglés.
Duración: 105 minutos.



La belleza tras la tragedia

Por David Sancho

David Lowery, en su tercer largometraje, nos cuenta la historia de un fugitivo que vuelve a Texas para reencontrarse con su mujer y la hija a la que no llegó a conocer.

La película evoca a Faulkner y McCarthy, y eso siempre es algo positivo. Sur de los Estados Unidos, la importancia del viaje, el honor, la amistad… todo ello está presente en la película. Una cinta que pretende transmitir más que contar, y mientras que le funciona la cosa va muy bien, lo malo es que hay veces en las que uno se da cuenta de que no nos están contando demasiado y que además ya lo hemos visto antes. El bien y el mal, lo que somos capaces de hacer por amor, las consecuencias del paso inexorable del tiempo… 

Al menos Lowery nos cuenta algo que ya hemos visto pero con mucho más encanto del habitual. También deudor de las primeras películas de Malick, le da una gran importancia al apartado visual, preciosa fotografía, y al uso de la música. 

El casting resulta acertado, aunque en alguna ocasión previsible. Ronney Mara está excelente, como siempre, con ese algo enigmático que te impide apartar la mirada de la pantalla, y Casey Affleck está muy en su personaje, posiblemente porque es uno que ya le hemos visto interpretar un par de veces (a la cabeza me vienen Out of the furnace o El asesinado de Jesse James por el cobarde Robert Ford)


Una película intensa y hermosa de las que se disfrutan cuando se pueden degustar sin prisas, en un ambiente libre de distracciones, pudiendo meterse completamente en ella y dejarse llevar por la belleza de las imágenes y la música. Un oasis en el típico verano palomitero que nos limpia el cerebro y nos recuerda que no solo de efectos digitales vive el hombre.

Atlántida Film Fest: Soldate Jeannette

6/10
Soldate Jeannette (Austria, 2013).
Dirección y guión: Daniel Hoesl.
Intérpretes: Johanna Orsini-Rosenberg, Christina Reichsthaler, Josef Kleindienst, Aurelia Burckhardt, Julia Schranz.
Música original: Bettina Köster.
Fotografia: Gerald Kerkletz.
Montaje: Natalie Schwager.
Idioma: Alemán, francés.
Duración: 80 minutos.


Una creación falta de pasión

Por Tamara Gorines de Pablos



El cometido del cine no es contar de otro modo lo que otras artes ya han hecho sino en contar otra cosa con sus propios medios”.

Eric Rohmer

El hastío vital que anega a los personajes no es un tema nuevo para la narrativa cinematográfica. En la extraordinaria Belle de Jour de Luis Buñuel, veíamos en Sévérine la curiosidad y fascinación hacia un mundo oculto y prohibido, que llevados por el aburrimiento vital y un vacío existencial, la descubrían revelándose contra las normas implícitas de una sociedad pudiente, castigada por la apariencia y rendida ante el dinero. Los códigos que funcionan en Sévérine y Fanni -protagonista de esta película- de repente se hacen bastante semejantes respecto al descontento con la vida que llevan, si bien cada una acaba eligiendo para sí un modo de vida distinto.
El silencio simbólico y la frialdad que tiñen las imágenes son algunos de los referentes para contar esta historia. Ni los diálogos, ni tan siquiera el resultado visual, pretenden ser los ejes de comprensión únicos que faciliten la lectura crítica y analítica; muy al contrario, hay espacio para el espectador, para su intervención sobre lo que está viendo. El filme le da la oportunidad de poder cambiar la actitud pasiva frente a lo que ve en aquellas otras cintas que no requieren otra disposición más que sentarse y mirar lo que pasa en la pantalla. La historia está construida de manera que obliga al público a hacer su parte, a interpretar y extraer sus propias conclusiones respecto al punto de partida de lo que cuenta. Y aunque muy poco es lo que se nos deja saber sobre las intérpretes, ya al comienzo de la película se muestra el rechazo que enfrenta al personaje principal con su hasta entonces vida. A pesar de esto, e incluso sin importar demasiado dónde empieza todo y de qué modo, hay un cierto hieratismo intrínseco y contenido en la puesta en escena que no facilita la implicación total con la historia. Toca el intelecto, la razón, sí, ¿pero eso es suficiente? Parece que no, porque se vuelve fallida al intentar provocar emociones.

Sin apenas montaje, con una actividad narrativa que discurre sin demasiados cortes y especialmente entre planos medios fijos, la historia transcurre a través de un discurso audiovisual que tiende hacia lo poético en momentos como la entrada en escena de Juana de Arco de Carl Theodor Dreyer que es proyectada en un cine, o con la música que explica aspectos que no se pueden ver. Estos aspectos convierten a esta obra en un ejercicio contemplativo y reflexivo a la vez, un auténtico tour de force si se tiene en cuenta lo digeridas que se nos presentan a menudo las historias.

Una propuesta interesante pero quizá sea demasiada la distancia que firma el realizador respecto a la historia que cuenta. Ofrece la oportunidad de acceder a dos mundos aparentemente distintos, los que viven sus personajes, que quedan sin embargo unidos por el sabor del malestar, y esto no hace sino dejar una sensación de tibieza por la manera en que está planteada la historia. Nos introduce en cuestiones humanas de gran relieve: el cansancio y angustia vitales, la soledad, la reformulación de los principios que rigen nuestras vidas cuando éstos se frustran, o se hace necesario simplemente cambiarlos. Pero hay algo importante en lo que no se detiene, y es en tratar de abarcar el mundo afectivo; el resultado es que deja a las emociones desatendidas, o al menos apartadas de cualquier posible representación. Esta incomunicación, que debería ser siempre salvable, entre la mera creación artística a partir de un material cualquiera, y el interés por humanizar la historia hasta casi hacer desaparecer la barrera inevitable que en este caso marca la pantalla, es la que se encarga de filtrar esa sensación de enfriamiento casi desde los primeros momentos del visionado


martes, 22 de abril de 2014

Atlántida 2014. Sección Oficial: LOS INOCENTES + RESET

Los inocentes (Varios Directores ESCAC. España, 2013)


El horror hecho película, por Antonio Cabello

Bajo el amparo de la desatada cinefilia que produce el Festival de Sitges, Los inocentes es un artefacto hecho desde el amor al género slasher, y con el notable apoyo de la ESCAC. Dirigida por doce jóvenes creadores, la obra ha sido preparada sin ningún atisbo de originalidad, cocinada sin prestar atención a los tempos necesarios, y vomitada sin la elegancia y la espectacularidad que han encumbrado al subgénero. No esperen una reinvención o una subversión del slasher, sino una orgía cargada de referencias que dan como resultado una película terrorífica (y no precisamente por su terror)

A pesar de todo, llama la atención su capacidad para reunir todos los ingredientes necesarios que han hecho del cine slasher una fuente icónica para nuestra sociedad. En primer lugar, la película gira en torno a una fecha señalada y a un icono –el Día de los Inocentes- que supuso el inicio de un hecho traumático para el asesino. Posteriormente, se introduce un grupo de adolescentes descerebrados que se adentran en un albergue abandonado en busca de fiesta y sexo (faltaría más); no merece la pena, por fatigoso, hablar en demasía sobre la chica que divide al grupo o sobre ese amigo freak que siempre está cuando menos te lo esperas. Finalmente, podemos apreciar el estrecho margen que separa el terror de la comicidad en los asesinatos en serie que perpetra el asesino, así como una vocación excéntrica a la hora de mandar a mejor vida a los adolescentes.
  
La docena de cineastas formados en la ESCAC sucumben al intento de homenajear al género, principalmente porque tanto el guión como la dirección se prestan a un ejercicio sin personalidad; lejos queda la bizarrería de Tucker & Dale contra el mal (2010) y la inteligencia de La cabaña en el bosque (2011). Para colmo, el filme es incapaz de generar la tensión narrativa necesaria, recurriendo a un reguero de muertes carentes del nada sutil, pero calculado (e inteligente) morbo que nos producen películas como Scream (1996) o Viernes 13 (1980). 


Comprendemos al final que este artefacto es fallido al no lograr el mero entretenimiento ni siquiera con piezas tan magistrales como In der Halle des Bergkönigs. Los inocentes no tienen una historia original que contar, tampoco una puesta en escena suficientemente cuidada, pero los doce creadores que han hecho la película todavía tienen la oportunidad de equivocarse. No se aprende de la noche a la mañana este oficio. Por suerte o por desgracia, equivocándose también se hace cine.




Reset (Pau Martínez. España, 2013)

De prácticas, por Manuel Barrero Iglesias

El terror es una magnífica opción para comenzar en esto del cine, si es que no hay mucho dinero para levantar un proyecto. Un género que lleva tantos años acostumbrado a lo que ahora llaman low cost, ha acabado sintiéndose cómodo dentro de producciones escasas en medios. Y entre éstas se encuentran las que nacen al abrigo de cursos y talleres cinematográficos. En la Sección Oficial de Atlántida 2014 se presentan un slasher surgido de la ESCAC y esta cinta nacida tras el taller Vivir Rodando, coordinado por el mismo Pau Martínez.
El director valenciano parece decidido a huir del encasillamiento. Tras su paso por la comedia (El kaserón) y el documental (Tip & Cía), se atreve ahora con el terror malsano (un poco en la línea de Insensibles). El planteamiento inicial tiene su atractivo, con la introducción de un elemento tan turbio en la historia médica como es la lobotomía cerebral. Una práctica del pasado que la ficción ha utilizado como metáfora de la idiotización del ser humano. No siempre es necesaria la cirugía para que alguien quede atontado, incluso hay quienes van corriendo al encuentro de la estupidez.

Temas que vislumbran, pero en los que jamás se profundiza. Después del inicio prometedor, lo que viene es un desarrollo paupérrimo, con guión e interpretaciones de novatos. Y aquí es donde aparece el carácter “fin de taller” de este trabajo, que no solo anda escaso de medios materiales. Lo amateur también está en el equipo humano. Aunque no siempre “amateur” es sinónimo de falta de calidad. Vean Otel.lo (2012), por ejemplo. Pero ahí es donde debería entrar la pericia de un buen director.

lunes, 21 de abril de 2014

Atlántida Film Fest: Prince Avalanche

8/10
Prince Avalanche (Estados Unidos, 2013).
Dirección: David Gordon Green.
Intérpretes: Paul Rudd, Emile Hirsch, Lance LeGault, Joyce Payne, Gina Grande.
Guión: David Gordon Green, sobre la película Á annan veg escrita por Hafsteinn Gunnar Sigurðsson.
Música original: Explosions in the Sky, David Wingo.
Fotografia: Tim Orr.
Montaje: Colin Patton.
Idioma: Inglés.
Duración: 94 minutos.


La vida, ese paréntesis

Por Antonio Cabello

Tan inclasificable como su director, Prince Avalanche es el ejemplo perfecto de que un paréntesis, si se trabaja, puede erigirse en una obra polimorfa, capaz de mutar a su antojo. Ahora bien, el trabajo que logra David Gordon Green es sumamente difícil (e inesperado), aunque el cineasta adapta el filme islandés Either Way (2011) hasta las últimas consecuencias, consciente de que semejante película apenas tendrá carrera comercial.

El director que ha cosechado el premio por su trabajo en el Festival de Berlín, también ha firmado obras tan dispares como Superfumados (2008) o Snow Angels (2007), coqueteando en ésta última con el telefilme de baja calidad. No obstante, la carrera de Gordon Green presenta similitudes con Prince Avalanche, sobre todo por su énfasis en los dúos protagonistas y en el agreste entorno forestal, pero también por la aparición del existencialismo; características que podemos apreciar en esta historia protagonizada por unos jóvenes cuñados (Paul Rudd y Emile Hirsch) que trabajan pintando las líneas de una carretera forestal, aunque también veremos a un camionero borracho y a una mujer consumida. Profundamente solitario, el bosque aledaño también se recupera de un incendio que devastó árboles y casas, e incluso provocó la desaparición de cuatro personas.
El filme comienza de forma análoga a una línea continua, que posteriormente, deja paso a un paréntesis discontinuo, intermitente e irregular. “Prince Avalanche” abarca ese paréntesis estudiando detenidamente a sus personajes, e invitándonos a reír y a llorar en medio de un paraje triste y ridículo (y humano). Sirva de ejemplo la teatralización, que hace Paul Rudd, de una escena cotidiana que se revela como patética al espectador. La película se instala entre la certeza y la duda; dilema imposible que nos remite a la urgente necesidad de cambiar, de mutar, de vivir. En cierto modo, los cuatro personajes transitan desolados, golpeados por la realidad, sea cual sea. En consecuencia, unos beben y otros se enamoran, pero al final deben de trazar el principio de una línea continua; es decir, levantar desde los cimientos sus respectivos futuros.

No sólo sobresale la dirección y el reparto de la película, sencillamente, Prince Avalanche no alcanzaría tal profundidad sin la soberbia banda sonora de Explosions in the Sky y David Wingo, este último compositor habitual de Jeff Nichols, que guarda no pocas similitudes con esta pequeña joya.

Para resumir, la nueva película de Gordon Green es un milagro, un soplo de aire y, a fin de cuentas, un paréntesis entre tanta obra masticada. No es perfecta, tampoco lo pretende.


 
 
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