Faust
(Rusia,
2011).
Dirección:
Aleksandr Sokurov.
Intérpretes:
Johannes Zeiler, Anton Adasinsky, Isolda Dychauk, Georg Friedrich,
Hanna Schygulla.
Guión:
Aleksandr Sokurov, Marina Koreneva ; sobre la obra de Johann
Wolfgang Goethe.
Música
original:
Andrey Sigle.
Fotografía:
Bruno Delbonnel.
Montaje:
Jörg Hauschild.
Idioma:
Alemán.
Duración:
134 minutos.
Esa
cosa llamada poder
Moloch
(1999), Taurus (2001) y Sol
(2005) conforman la trilogía que Sokurov realizó sobre el poder,
encarnado por tres gobernantes del siglo XX: Hitler, Stalin e
Hiroito. Esta especie de apéndice ad hoc tiene como
protagonista a Fausto, ser de ficción creado por la literatura. El
siglo XIX es su época, y no es político, sino sabio. El director
ruso adapta (muy libremente, eso sí) la obra del alemán Goethe,
donde la relación de Fausto con el poder es muy distinta a la
retratada en la mencionada trilogía.
El
protagonista vive una época de miseria, y sufre la frustración que
supone no poder llegar a más elevadas cotas de conocimiento.
Primorosa esa primera secuencia en la que la cámara desciende
de los cielos hasta el cuerpo pútrido de un cadáver que disecciona
Fausto. Desde el principio, queda claro que el ser humano es efímero
y jamás podrá alcanzar la plenitud.
Nos
encontramos ante una obra visualmente poderosa, capaz de retratar con
realismo la miseria social de la época. Mientras, la ensoñación
domina las relaciones entre Fausto y Mefistófeles, figura esta
última representada de forma grotesca.
Pero
la fascinación visual contrasta con el tedio literario. La
mortecina voz en off de Fausto no resalta unas imágenes que
poseen la suficiente fuerza por sí mismas. Y es que el film de
Sokurov seguiría conteniendo la misma profundidad en su reflexión
sobre la condición humana, aunque no explicitara sus pensamientos de
forma verbal.
Manuel
Barrero Iglesias
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