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martes, 2 de octubre de 2012

Steve Carell: el arte de la improvisación


Recuerdo un vídeo de Steve Carell y Stephen Colbert, cuando ambos trabajaban como reporteros en The Daily Show a las órdenes de Jon Stewart, en el que una chica que quería hacer lo mismo que ellos les preguntó qué creían que era lo más importante que debía tener un actor para ser bueno, a lo que Steve Carell respondió que capacidad de improvisación.

The Daily Show es un programa de noticias en clave de humor, una especie de Caiga quien caiga americano, mucho más destinado a producir risas que a generar controversia política. En dicho programa se hizo popular en Estados Unidos Steve Carell haciendo de reportero. Pese que hasta la fecha ha tenido grandes papeles en cine y televisión, yo creo que no lo he disfrutado tanto en ningún sitio como en este programa.

Las historias que debía cubrir habitualmente eran absolutamente absurdas. A bote pronto, me viene a la memoria una en la que unos niños bajan corriendo al salón, en el que están sus padres, gritando que hay fuego en casa. Los padres suben rápidamente para darse cuenta de que lo que pasaba es que en la televisión estaban emitiendo un programa que consistía en mostrar una chimenea ardiendo, generando en la casa la sensación de que se tiene una chimenea encendida. Los padres, ni cortos ni perezosos pidieron que se retirase el programa de antena por ser peligroso para los niños. Pues bueno, las entrevistas de Carell a los padres de los niños y a una de las responsables de la cadena ejemplifican perfectamente el tipo de comedia que uno podía esperar cuando veía a Carell improvisando en The Daily Show. Él totalmente serio, haciendo preguntas absurdas sobre temas más absurdos, a gente que se lo toma aún más en serio, generándose un nivel de patetismo y autoparodia -solo intencionada en el caso de Carell-, que hacía que el espectador no supiese si partirse de risa o mirar a otro lado por vergüenza ajena.

Tras su paso el program, Carell tuvo papeles pequeños en películas importantes y un protagonista. De entre los pequeños papeles hay que destacar su participación en El reportero: La leyenda de Ron Burgundy, comedia ya de culto que en breve tendrá segunda parte. Su primer protagonista fue en Virgen a los 40, de la cual también fue co-guionista, la cual supuso un espaldarazo importantísimo para su carrera. La película era vendida como una comedia más sobre chistes sexuales, pero el boca-oreja jugó a su favor y la primera película como director de Judd Apatow fue ganándose al público debido a que tenía un guión mucho más rico y un reparto mucho más compacto de lo que es habitual en este tipo de películas.

Donde consiguió hacerse realmente famoso fue cuando aceptó protagonizar la adaptación americana de la popular serie inglesa The office, serie creada por Ricky Gervais y Stephen Merchant, verdaderos gurús de la comedia televisiva inglesa de los últimos años. Estuvo siete temporadas, 140 episodios que le supusieron seis nominaciones a los Emmy y otras seis a los Globos de oro, alzándose con uno de ellos. En The office también hizo gala en muchos momentos de las dotes para improvisación que le hicieron grande en The Daily Show, siendo esos los momentos más memorables de su personaje en la serie. Carell supo bajarse del barco a tiempo -tal vez un par de temporadas antes hubiese sido mejor-, cuando la serie ya había perdido la chispa y no hacía más que ir en círculos, repitiéndose de forma preocupante.

Lo cierto es que mientras que estuvo en The office fue haciendo sus pinitos en la gran pantalla, pero también es verdad que no tuvo ningún gran papel. Posiblemente su mejor película durante esos años sea Pequeña miss sunshine, pero al tratarse de una película más o menos coral, lo cierto es que no consiguió destacar en exceso.

La necesidad de centrarse en su carrera en el cine para conseguir papeles más importantes hizo que dejase la serie, y rápidamente se convirtió en un actor muy cotizado. Su primer pelotazo fue Crazy, stupid, love, comedia romántica con los directores de la genial Phillip Morris ¡Te quiero!.

Ahora tiene por delante muchos proyectos pendientes de estreno en nuestro país, así como algunos otros ya anunciados que despiertan nuestro interés. De entre ellos destacar su participación en la nueva película del siempre interesante Charlie Kaufman, Frank or Francis; la secuela de El reportero, anteriormente mencionada; o Foxcatcher, película en la que estará a las órdenes de Bennett Miller -director de Moneyball-, y en la que compartirá protagonismo con Channing Tatum y Mark Ruffalo.

Reconozco que Carell es uno de mis cómicos favoritos y que veo cualquier película que estrene por mala que sea y que me alegro de que vaya consiguiendo meterse en proyectos de nivel que le hagan crecer como actor; pero lo cierto es que parece que voy a acabar echando de menos esa faceta suya de improvisador que tanto me ha hecho reír y que tan buenos resultados le ha dado. Espero que de vez en cuando me dé una alegría.


David Sancho

martes, 25 de septiembre de 2012

Joseph Gordon-Levitt: Alma indie y sueños blockbuster

Hace unos años poca gente conocía a Joseph Gordon-Levitt por otra cosa que no fuese Cosas de marcianos, una entretenida serie que tuvo mucho éxito, y que mostraba el proceso de integración de unos marcianos en la tierra tras adoptar apariencia humana. Diez años después de la finalización de la serie, se ha convertido en uno de los actores más cotizados de Hollywood.

Antes de Cosas de marcianos y algunos años después, su carrera no tuvo trabajos remarcables. Fue en 2004 cuando tuvo el primer papel protagonista con el que conseguir trascender. La película en cuestión es Oscura inocencia (Piel misteriosa) de Gregg Araki, un duro film sobre abusos sexuales que le valió para ser tenido en cuenta, al menos en otras producciones independientes.

Un año después apareció en Havoc (Caos), mediocre película que tuvo más publicidad de la merecida debido a que Anne Hathaway aparecía desnuda en ella, lo cual generó cierto shock en Hollywood por tratarse de la inocente chica que había protagonizado poco antes las dos entregas de Princesa por sorpresa para Disney.

Ese mismo año estrenó otro pelotazo indie de la mano de Rian Johnson. Brick tuvo una gran acogida por parte de la crítica -lo cierto es que es una gran película- que destacó la gran actuación de Levitt. En los años posteriores continuó protagonizando cintas independientes sin la misma suerte. Posiblemente The Lookout sea la más destacable de todas, no tanto por su calidad cinematográfica, sino más bien por la gran actuación de su protagonista.

Tuvo que esperar hasta 2009 para volver a participar en otra producción independiente de éxito. 500 días juntos le supuso su primera nominación a los Globos de oro, así como el darse a conocer ante un público más amplio, ya que aunque se trataba de una película de corte independiente, tuvo un relativo éxito comercial.

500 días juntos fue el empujón que le faltaba a su carrera, y le permitió alternar las cintas independientes con las grandes producciones de Hollywood, esas donde se encuentra el dinero y la fama. Lo cierto es que aunque se le abrieron muchas puertas, muchos de los proyectos elegidos no estuvieron a la altura. Problemas de mujeres, G.I.Joe, Elektra Luxx o Hesher son claros ejemplos de ello. Pero a estos hay que añadir algunas cintas excelentes.

Posiblemente el director que le ha hecho definitivamente grande haya sido Christopher Nolan, gracias a dos papeles con bastante protagonismo en sus dos últimas películas: Origen y El caballero oscuro: la leyenda renace renace, cine taquillero de alto presupuesto no exento de calidad.

A pesar de aparecer en superproducciones de ese calibre, seguía escogiendo pequeños proyectos, entre lo que se hace obligatorio destacar 50/50, una más que correcta cinta indie que le supuso su segunda nominación a los Globos de oro.

Ahora llega a nuestras pantallas con la película Sin frenos, un thriller sobre un repartidor que se mueve por Nueva York sobre su bicicleta mientras un policía corrupto le persigue. La cinta ha recibido una tibia acogida, pero de primeras, trabajar para David Koepp -guionista de películas atemporales como Parque jurásico, Atrapado por su pasado o Misión imposible, y director de cintas más que correctas como El efecto dominó o El último escalón- parecía una decisión bastante acertada.

Pendiente de estreno tiene cintas interesantísimas como Looper -de nuevo a las órdenes de Rian Johnson-, o Lincoln -el biopic sobre el dieciseisavo presidente de los Estados Unidos dirigido por Steven Spielberg-, así como su debut en la dirección -Don Jon´s Addiction-, en la que compartirá protagonismo con Scarlett Johansson y Julianne Moore.

Además de su carrera cinematográfica, en los últimos años ha desarrollado una iniciativa llamada hitRECord, una especie de productora que se dedica a cualquier tipo de arte, ayudando a artistas jóvenes a promocionar su trabajo en su página web y compartiendo con ellos los beneficios.

Parece que Joseph Gordon-Levitt está sabiendo administrar bien su carrera y su fama, por lo que parece que lo suyo va para rato. A su favor juega el hecho de que es un actor versátil, que se mueve con la misma comodidad dentro de la comedia como del drama, sin hacerle ascos al cine de acción si el proyecto que le ofrecen es interesante. Posiblemente conseguir no caer en el olvido como tantos otros actores de su generación sea el gran desafío. Por ahora, va por el buen camino.

David Sancho

martes, 18 de septiembre de 2012

Bryan Cranston: Carrera de fondo


Bryan Cranston es un tipo que lleva en esto treinta años. Los primeros quince haciendo televisión de medio pelo y alguna que otra aparición en series de nivel como Canción triste de Hill Street. La primera vez que yo recuerdo haberle visto fue en Seinfeld, como el dentista de Jerry, personaje recurrente que le permitió aparecer en cinco episodios de una de las comedias de más éxito de todos los tiempos.

Posteriormente tuvo pequeños papeles en The Wonders y en Salvar al soldado Ryan, roles que no le valdrían para darse a conocer; cosa que si que hizo en 2000 cuando fichó por la comedia de FOX Malcolm. La serie le reportó fama, respeto como actor de comedia, una nominación a los Globos de oro y tres a los Emmy. Siete temporadas, 151 episodios y muchas posibilidades de quedar encasillado en papeles de tontorrón pasado de rosca.

Durante sus años en Malcolm no consiguió prodigarse demasiado en la gran pantalla, y cuando lo hizo fue en proyectos que ni llegaban a los cines en España; salvo ese pelotazo indie que fue Pequeña Miss Sunshine, en el que tenía en un pequeño papel como agente de Greg Kinnear.

En 2007 AMC anunciaba el rodaje de una nueva serie dramática de producción propia tras el espectacular éxito que Mad Men le estaba suponiendo a la cadena. Se trataba de una serie acerca de un genial químico venido a menos que ahora trabaja de profesor de instituto, el cual descubre que tiene cáncer y ante el miedo a dejar a su familia desatendida en lo económico, se asocia con un antiguo estudiante suyo de dudosa reputación para cocinar metanfetamina. El elegido para el papel fue Bryan Craston, apuesta arriesgada debido a que la fama que ostentaba se basaba en papeles cómicos, pero desde el primer momento se ganó a la audiencia.

La serie se convirtió en un éxito inmediato -yo considero que desmedido en sus inicios-, con un Cranston soberbio, y unos guiones que iban mejorando temporada a temporada, consiguiendo en las últimas ser todo lo que se decía de ella en sus inicios. Una nominación a los Globos de oro y tres premios Emmy consecutivos, además de conseguir por fin que las puertas de Hollywood se le abriesen de par en par.

Comenzó con tres películas de medio pelo como Love Ranch, El inocente y Larry Crowne, pero ahora ha cogido carrerilla y va enlazando proyectos de mucho nivel uno tras otro. Tras la horrorosa película de Tom Hanks, rodó Drive, genialidad de Nicolas Winding Refn en la que tenía un papel secundario de cierta importancia. Posteriormente participó en el thriller/drama Contagio a las órdenes de Steven Soderbergh, estimulante propuesta en la que gozaba de cierto protagonismo.

Cranston seguía compaginando Breaking Bad con la gran pantalla. Detachment, la vuelta a la dirección de Tony Kaye – si no tenemos en cuenta Black Water Transit por no haber conseguido distribución -, director de American History X, fue una pequeña decepción en la que Cranston tenía un pequeño papel, y John Carter fue un fracaso considerable de Pixar al intentar pasarse a la acción real, pero de primeras ambos eran proyectos muy interesantes en los que Cranston estaba involucrado.

Pendiente de estreno tiene un puñado de películas a priori también interesantes y en las que parece que va a ganar protagonismo. La primera en estrenarse será el remake -espero equivocarme pero lo intuyo innecesario- de Desafío total. La siguiente, posiblemente la más esperada, el nuevo proyecto de Ben Affleck como director (Argo) por la que pongo la mano en el fuego. Quién nos iba a decir hace unos años que esperaríamos películas de este tipo con tanta ansia.

A medio plazo tiene otros dos proyectos pendientes de estreno. Primero Get a job, comedia de bajo presupuesto con un reparto plagado de caras televisivas de la que será el protagonista, y, la ya maldita, Guerra mundial Z, dirigida por Marc Forster y con Brad Pitt como protagonista. Según donde uno mire, la presencia de Cranston en ella se confirma o se desmiente. Supongo que tendremos que esperar un poco más para saber qué pasa con ella realmente. Se supone que gran parte está ya rodada, pero que nadie queda contento con el resultado.

Ahora mismo dudo que Cranston vuelva a la pequeña pantalla tras Breaking Bad, la cual acaba en 2013, emitidos ya 8 episodios de su última temporada. Su presencia en Hollywood ya está más que consolidada y muy estimulante tendría que ser el proyecto para que siga enlazando trabajos a este ritmo, sobre todo si quiere ir aumentando su protagonismo dentro de ellos.

Bryan Cranston es un gran actor, un tipo solvente en el peor de los casos, un actor de moda que se lo ha ganado a base de esfuerzo y años de trabajo. Un tipo de esos por los que uno se alegra cuando por fin saborea las mieles del éxito.


David Sancho

jueves, 13 de septiembre de 2012

John Cusack: El actor que pudo reinar


John Cusack es un actor interesante con una filmografía repleta de obras menores, tanto por su repercusión mediática como por su calidad. Nunca ha conseguido alcanzar el estatus que se le presupone y no parece que lo vaya a conseguir en un futuro próximo. No hace falta más que echar un ojo a las películas que tiene pendientes de estreno para darse cuenta de que su carrera no tiene pinta de que vaya a despegar de nuevo.

Digo de nuevo porque sí, que hubo un momento en el que parecía que se había convertido en un actor valorado; me refiero a ese período entre 1997 y el año 2000 en el que enlazó un puñado de películas de muchísimo nivel. Todo empezó con Medianoche en el jardín del bien y del mal, bajo las órdenes de Clint Eastwood, que si bien no supuso un éxito en taquilla, si que se trataba de una película extraña y estimulante a la que considero de lo mejorcito de la filmografía de Eastwood. Posteriormente rodó Con Air, de calidad discutible, pero con un considerable éxito de público.

Ya en 1998 pudo apuntar en su currículum el haber trabajado con Terrence Malick. La delgada línea roja suponía la vuelta a la dirección del genial director tras veinte años de silencio. Cusack formaba parte de un reparto plagado de estrellas dentro de una película que consiguió siete nominaciones a los Oscar.


En 1999 estrenó cuatro películas, de las que habría que destacar Cómo ser John Malkovich y Abajo el telón, películas con buena acogida por parte de la crítica pero de escasa repercusión en las salas comerciales.

Cusack seguía apuntando nombres de grandes directores en su currículum y en el año 2000 facturaba la que, personalmente, considero su mejor película junto a su colaboración con Malick. Basada en la encantadora novela de Nick Hornby, Alta fidelidad -de la cual también es guionista- le supuso su primera nominación para un Globo de oro como actor y una nominación a los Bafta como guionista. Otra vez la recaudación de la película no fue impresionante, pero con el paso de los años la película ha ido ganando en seguidores, y actualmente se la considera como una especie de película de culto.

De su trabajo tras Alta fidelidad lo cierto es que no hay nada que merezca la pena destacar, no ha tenido un proyecto con repercusión en más de una década, y no parece que lo vaya a tener. Si sus años dorados no le ayudaron a escalar peldaños en la industria; o los años previos, con notables películas como Balas sobre Broadway, Sombras y niebla, Cuenta conmigo, Dieciséis velas, Un gran amor o Los timadores, no le han hecho ser considerado como uno de los tipos con los que merece la pena contar a la hora de elaborar un reparto, no creo que haya nada ya que lo haga.

sábado, 25 de agosto de 2012

Arnold Schwarzenegger: De Mister Mundo a Gobernador de California


Arnold no es solamente un tipo con un apellido difícil de pronunciar y casi imposible de escribir, sino que es un hombre que parece conseguir todo lo que se propone. Primero fue Mister Mundo, Mister Universo (alguna diferencia habrá entre ambas cosas) y campeón internacional de halterofilia. Luego se convirtió en una de las estrellas de cine más importantes del planeta y posteriormente consiguió ser Gobernador de California durante ocho años. A Presidente de los Estados Unidos no puede llegar porque ninguna persona nacionalizada puede hacerlo, aunque hace algunos años se rumoreó un cambio en dicha ley para que pudiera postularse, así que tiempo al tiempo.

Como actor, que es lo que nos importa, tiene en su filmografía seis películas que ya forman parte de la historia del cine.

Su salto a la fama llegó con la primera de ellas, Conan, el bárbaro. Cine de aventuras en estado puro dirigido por John Milius. Se rumorea que el director pidió que eliminasen la mayoría de las líneas de diálogo de Arnold por lo mal actor que era, y lo cierto es que su parquedad en palabras es lo que, en parte, hace tan grande a esta película.

Su personaje más mítico posiblemente sea el de Terminator, al cual interpretó en tres ocasiones. Las dos primeras se encuadran dentro de esa selección de películas míticas del actor austriaco, la tercera… la tercera es una mierda, para que andarnos con rodeos. Casi todo el mundo tiene una favorita; y yo me decanto por la primera, de menor presupuesto, y más en la línea del cine de acción ochentero de toda la vida que a mi tanto me apasiona. La segunda es también una película más que notable, con unos efectos especiales que en su momento dieron mucho que hablar.

Entre medias, rodó otras dos cintas de mucho nivel. A las órdenes de John McTiernan, uno de los grandes del cine de acción de los 80 y 90, rodó Depredador en 1987. Cinta de ciencia ficción y acción con una increíble capacidad para generar tensión, que dio lugar una serie de infames películas que no merece la pena mencionar. Posteriormente, ya en 1990 y bajo las órdenes del siempre interesante Paul Verhoeven, protagonizó Desafío total. Otra cinta de ciencia ficción, pero esta vez ligeramente surrealista y apoyada en un excelente guión que suponía la adaptación del relato de Philip K. Dick 'Podemos recordarlo por usted al por mayor'.

La película que completa el sexteto, lo hace por motivos diametralmente opuestos. Batman & Robin, dirigida por Joel Schumacher y posiblemente en el top 10 de peores películas de todos los tiempos.

En 2003 Arnold anuncia en el late night de Jay Leno su intención de presentarse a las elecciones para Gobernador de California por parte del Partido Republicano, siendo elegido el 7 de Octubre de ese mismo año. Se mantuvo ocho años como gobernador, años que serán recordados por su preocupación por el medio ambiente y por haber hecho terribles recortes al final de su segundo mandato en obras sociales, especialmente en materia de prevención para infancia y tercera edad.

También hay que destacar que se desmarcó de la política de su partido en varias ocasiones, siendo las más sonadas cuando permitió las bodas entre personas del mismo sexo y la aprobación de estudios con células madre.

Ahora Schwrazenegger vuelve a la gran pantalla, y lo hace de la mano de su buen amigo Stallone con la segunda entrega de Los mercenarios. A partir de ahí, cinco proyectos más, algunos ya rodados y otros en proceso de pre-producción, que harán que tengamos a Arnold hasta en la sopa.

¿Conseguirá esta vez su objetivo de recuperar la posición privilegiada que ostentó dentro de Hollywood en los 90? Yo creo que no, pero con este tipo nunca se sabe.

P.D. Ganó el Globo de Oro a la Estrella masculina del año, sólo Dios sabe lo que eso significa. Pero no me lo tomo muy en serio porque también le nominaron como mejor actor de comedia por Junior, y todos sabemos que ahí daba vergüenza ajena.


David Sancho

jueves, 23 de agosto de 2012

Edward Norton: El actor de las dos caras


La irrupción de Edward Norton fue una de las más potentes en los últimos coletazos del siglo XX. Con su primera aparición en la gran pantalla ya hizo bingo, nominación al Oscar como mejor actor de reparto incluida. Las dos caras de la verdad (1996) se convirtió en paradigma de lo que más tarde ha sido su carrera. Una dualidad casi bipolar en la que el actor se mueve con suma comodidad. Dos extremos, el bobalicón y el psicópata, que Norton ha sabido alternar en diferentes títulos. O incluso dentro del mismo film. Es el caso de su debut, en el que engañaba al personaje de Richard Gere (aparte de comerse los planos en los que aparecían juntos) y a la audiencia. Por cierto, ¿saben quién gano aquel año el Oscar al mejor secundario? Cuba Gooding Jr. Sin comentarios.

Ese mismo año fue dirigido por dos pesos pesados. En El escándalo de Larry Flint, Milos Forman le daba el rol de abogado del pornógrafo. Woody Allen le dio uno de esos papeles de inocentón en Todos dicen I love you, bordando un trabajo que tiene infinidad de momentos divertidos.

Compartió protagonismo con Matt Damon en Rounders (1998), aunque fueron sus dos trabajos posteriores los que dispararon definitivamente su fama y prestigio. Y en ambos, presente esa dualidad que antes comentábamos. En American History X (1998) realiza una poderosa creación, la de ese neonazi arrepentido. La violencia en blanco y negro, y la calma en color. Norton consigue hacer creíble el recorrido de su personaje en una película, todo hay que decirlo, algo efectista. No era de extrañar que consiguiera aquí su primera nominación como mejor actor principal. Aquel año, por cierto, ganó Roberto Benigni. Sin comentarios.

Y entonces llegó El club de la lucha (1999), esa película de culto en la que el magnífico David Fincher daba su particular visión sobre el vació existencial de nuestra sociedad. Ayudado por Brad Pitt, el personaje de Norton hace el recorrido que va de ser un tipo aburrido y corriente, a alguien dominado por la violencia. Con el mundo a sus pies, Norton incluso se atrevió a dar el paso de dirigir su primer largometraje. Más que amigos (2000), que él mismo protagonizaba junto a Ben Stiller y Jenna Elfman, era una comedia romántica que se veía con agrado, aunque no iba mucho más allá.

The Score (2001) prometía mucho, aunque finalmente la acogida fue más bien tibia. Pero Frank Oz consiguió reunir a tres inmensos actores, cada uno de una generación, pudiendo ser cada cual sucesor del anterior. Marlon Brando, Robert de Niro y Edward Norton. Casi nada. Nuestro protagonista se encontraba en el punto más álgido de una carrera que, por desgracia, empezó a decaer.

2002 fue un año de hiperactividad, con cuatro filmes estrenados. Entre ellos, La última noche, que quizás sea el último trabajo memorable de Norton. Una excelente película de Spike Lee que contenía uno de los personajes mejor construidos dentro de la filmografía del actor. Ese año también volvió a la comedia, a las órdenes de Danny DeVito en Smoochy, tuvo un pequeño papel en Frida, y estuvo en El dragón rojo, precuela de la ya gastada saga de Hannibal Lecter.

En los años posteriores combinó su participación en aparatosas producciones de dudosa calidad con otras más “artísticas”. En el primer grupo tendríamos The Italian Job (2003), El reino de los cielos (2005), o El ilusionista (2006). En las segundas, el western Down in the Valley (2005) y El velo pintado (2006).

Y si hay un personaje de ficción que se mueva en la bipolaridad, ese es Bruce Banner/ Hulk. Así que nadie mejor que Norton para darle vida en El increíble Hulk (2008), aproximación al cómic realizada después del desastre que supuso la personal visión de Ang Lee. Desde entonces, sus actuaciones se han limitado a títulos más bien intrascendentes: Cuestión de honor. Pride and Glory (2008), Increíble pero falso (2009), Leaves of Grass (2009), y Stone (2010).

Después de un reposo de dos años, ahora vuelve a la gran pantalla con dos secundarios en filmes importantes. Wes Anderson nos ha devuelto al Norton más ingenuo en Moonrise Kingdom (2012), en la que el actor vuelve a dar muestra de su gran calidad como intérprete en un papel modesto. Además, presta su buen oficio para un personaje más bien funcional en El legado de Bourne (2012).

Esperemos que sea el inicio de la vuelta del gran actor que impresionó hace una década. A sus 43 años, aún tiene mucho tiempo por delante para convertirse de verdad en un digno sucesor de Marlon Brando o Robert de Niro. Nosotros confiamos en él.


miércoles, 22 de agosto de 2012

Emma Thompson: Sense and Sensibility


Muchos nos sorprendimos al enterarnos de que Emma Thompson había escrito el guión de Sentido y sensibilidad. Y cierto es que debutaba como guionista en la gran pantalla, pero esta filóloga ya había colaborado como escritora en varias series de televisión en las que también actuó. Cambridge Footligths Revue (1982), There’s Nothing to Worry About! (1982) o Alfresco (1983-84) son algunas de las series en las que coincidió con gente como Stephen Fry o Hugh Laurie.

Eran los primeros ochenta, y Thompson ya había protagonizado una obra (Me and my girl) en el West End londinense. Durante aquella década siguió con su exitosa carrera en ambos medios. En 1987 participó en la mini-serie Fortunes of War, donde conocería a Kenneth Branagh. También junto a él, y a las órdenes de Judi Dench, protagonizó el montaje teatral de Mucho ruido y pocas nueces. Al año siguiente, la serie Thompson los volvió a unir en la doble faceta de intérpretes y guionistas.

La primera mitad de los 90 supone la explosión cinematográfica de la actriz. Interviene en las cuatro primeras películas de Branagh (con el que ya había contraído matrimonio). Tiene un pequeño papel en la muy masculina opera prima de su marido: Enrique V (1989). Le siguió Morir todavía (1991), un curioso ejercicio acogido con frialdad por la crítica, pero que no dejaba de tener su interés. Era su segundo protagonista –tras la comedia romántica Un tipo de altura (1989)-, y Thompson ya empezaba a llamar la atención. Los amigos de Peter (1992) nos devolvió a un Branagh inspirado, con una película coral en la que la que su pareja era una más en un brillante reparto de viejos conocidos (Fry, Laurie, Staunton, el propio Branagh…). Antes de la ruptura, la pareja pudo volver a Shakespeare, con una deliciosa versión de Mucho ruido y pocas nueces (1993), en la que Emma desplegaba todo sus encanto.

Pero hubo otro director que consagró definitivamente a la actriz entre las grandes: James Ivory. Con Regreso a Howard’s End (1991), ganó el Oscar a la mejor actriz principal, y ahí empezó su idilio con el cine de época. El mismo Ivory contó con ella para Lo que queda del día (1993), en la que realiza una actuación aún más memorable que la anterior. Compartiendo, otra vez, protagonismo con Anthony Hopkins, ambos nos deleitan con un ejercicio de contención impecable. Ese mismo año compitió como mejor actriz de reparto por otra gran película, En el nombre del padre.

Carrington y Sentido y sensibilidad (ambas de 1995) culminan esa etapa en la que los directores veían en ella una figura indispensable para sus filmes de época. El biopic de la pintora resultó bastante fallido, pero la actriz hizo un estupendo trabajo. Mucho mejor acogida tuvo la bella película de Ang Lee, que hizo ganar a Thompson el Oscar como escritora del guión, además de darle su tercera nominación como actriz principal. Otro trabajo lleno de contención, en el que la actriz brillaba en su equilibrada madurez.

Con su madre, Phyllida Law, ya había coincidido en más de una ocasión. Pero si hay un trabajo por el que se las recuerda juntas ese es El invitado de invierno (1997). Alan Rickman, que debutaba como director, les dio la oportunidad de ser también madre e hija en la ficción. Ambas dan toda una lección interpretativa. Al año siguiente, dos proyectos en Estados Unidos. A las órdenes de Mike Nichols en Primary Colors, biografía (poco) encubierta sobre Bill Clinton en la que ella era Hillary. Y de un veterano a un novato. El debutante Sebastian Gutierrez dirigió El beso de Judas, un sensual thriller en el que Thompson se metía en la piel de una agente del FBI.

No hay en su carrera muchos títulos puramente hollywoodienses, de esos llamados alimenticios. Aunque su primera experiencia americana no pudo ser más desastrosa: la ¿comedia? Junior (1994), aquella en la que Arnold Schwarzenegger quedaba embarazado. Soy leyenda (2007), Nunca es tarde para enamorarse (2008) y Men in Black 3 (2012) completarían esta lista de producciones más comerciales.

También ha prestado su voz a dos producciones animadas: El planeta del tesoro (2002) y Brave (2012). Aunque si tenemos que destacar un título norteamericano, sería esa delicia surrealista llamada Más extraño que la ficción (2006).

En su Gran Bretaña natal, el nuevo siglo le ha traído trabajos más livianos que los de la década anterior. Su faceta cómica en Maybe Baby (2000), Love Actually (2003), o Radio encubierta (2009). Su lado familiar en La niñera mágica (2005) y su secuela (de las que también es guionista). Su retorno al solemne cine de época en Regreso a Brideshead (2008). Y secundaria de lujo en un film de prestigio como An education (2009). Aunque también hubo tiempo para proyectos más arriesgados, como Imagining Argentina (2003), que versaba sobre la dictadura en el país sudamericano. Eso sí, como casi cualquier intérprete británico que se precie, también tiene sus apariciones en la saga Harry Potter, de la que participa en tres de sus filmes.

Parece claro que el mejor momento de Emma Thompson ya pasó. Su calidad cada vez aparece más con cuentagotas; escondida en papeles pequeños, o en productos que no están a su altura. Con 53 años, va camino de convertirse en una de esas respetables damas inglesas, cuya sola presencia en la pantalla ya impone respeto


Manuel Barrero Iglesias

lunes, 13 de agosto de 2012

Amanda Seyfried: Talento desperdiciado.


Amanda Seyfried es una actriz de gran talento, con aspecto angelical, y -si tenemos en cuenta las entrevistas de las que ha sido objeto- más rara que un perro verde. Siempre que la veo en un late night americano me da la impresión de que está bajo los efectos de algún tipo de sustancia -casi la misma sensación que con Aubrey Plaza, aunque menos acentuada-, lo cual no hace más que acrecentar su carisma, al menos desde mi punto de vista.

No voy a decir que Amanda Seyfried tenga una carrera modélica, o que se trate de la gran esperanza del cine americano, porque no lo es. Pero hay suficientes grandes momentos dentro de su carrera como para poder decir que se trata de una actriz prometedora que está siendo desaprovechada.

Comenzó con telenovelas al más puro estilo Santa Barbara, cuando era simplemente una adolescente, hasta que en 2004 consiguió un papel en la excelente comedia negra, escrita por la siempre interesante Tina Fey, Chicas malas. No destacaba en exceso dentro del conjunto, pero tampoco pasaba desapercibida. La película fue todo un éxito y le sirvió para ir enlazando proyectos bastante interesantes.

Primero, su participación en la genial serie Veronica Mars, donde jugaba un papel capital en la primera temporada; a la vez que rodaba películas de cierto nivel, como Nueve vidas de Rodrigo García y Alpha Dog de Nick Cassavetes, aunque con papeles secundarios de no demasiada enjundia.

Su primer gran papel le llegó de mano de la HBO, consiguiendo el rol de la hija mayor de esa familia polígama y mormona encabezada por gente de nivel como Bill Paxton y Chloë Sevigny. La serie no fue una de las más exitosas de la cadena, pero constó de cinco temporadas y supuso un gran escaparate para Amanda, que al finalizar la cuarta temporada anunció su intención de abandonar la serie para dedicarse por completo al cine, volviendo al final de la serie en un par de episodios.

Posiblemente la película que le valió para dar el salto de calidad dentro de su carrera sea ¡Mamma Mia!; cinta que no lograba convencer, pero en la que ella destacaba especialmente, incluso por encima de gente como Maryl Streep o Colin Firth. Se mostraba comodísima cantando y bailando, a la vez que derrochaba naturalidad en cada plano.

Posteriormente, un par de proyectos de medio pelo que no merece la pena ni mencionar y que ni le ayudaron ni le perjudicaron, para posteriormente enlazar películas cuanto menos interesantes. En Jennifer´s Body, el esperado segundo proyecto de Diablo Cody como guionista, compartía cartel con Megan Fox, a quién se comía en todas las escenas en las que coincidían, convirtiéndose en la gran estrella de una película que, todo sea dicho, no era nada del otro mundo. Y luego su proyecto, a priori, más interesante hasta la fecha. Chloe no fue todo lo que se esperaba de ella, pero una película dirigida por un grande como Atom Egoyan y en la que en el reparto figuran Julianne Moore y Liam Neeson, tenía toda la pinta de que podía ser el empujón definitivo que necesitaba Amanda para convertirse en una estrella además de en una actriz respetada. La película no funcionó en taquilla y las críticas fueron tibias, pero lo arriesgado del proyecto se le valora.

Tras Chloe, solo un puñado de películas de usar y tirar, que si bien aumentaron su popularidad, echaron por traste muchas de las esperanzas que había puestas en que creciese como actriz. Querido John, Cartas a Julieta, In time o Caperucita Roja son claros ejemplos de estas malas elecciones, películas que realmente no hay por donde cogerlas.

Pasemos por alto la película que tiene ahora mismo en cartel, Sin rastro,  que se enmarca perfectamente en la categoría de “malas decisiones”, y centrémonos en el futuro próximo, el cual es mucho más prometedor.

Amanda Seyfried tiene ya rodadas cuatro películas que están pendientes de estreno, y que no pintan mal del todo. La primera, Los miserables de Tom Hooper -director de la mediocre El discurso del Rey-, en la que comparte pantalla con gente como Hugh Jackman, Russell Crowe, Anne Hathaway o Helena Bonhan Carter; y que puede devolverle el prestigio perdido, al igual que a su director, años atrás grande gracias a sus geniales trabajos para la HBO.

A Los miserables hay que unirle el biopic, ¡Basta de Biopics!, de la actriz porno Linda Lovelace, protagonista de Garganta profunda; una comedia de bodas con De Niro, Susan Sarandon y Diane Keaton -vale esta pinta regular tirando a mal-, y un drama con toques de terror australiano de bajo presupuesto llamado Love written in blood.

Mi conclusión es que no hay que perder la esperanza, creo que Amanda Seyfried tiene mucho que ofrecer aunque se empeñe en dejárnoslo ver con cuenta gotas. El problema es que la paciencia tiene un límite, y ella se está acercando.

David Sancho

viernes, 6 de julio de 2012

Kevin Smith: Quién te ha visto y quién te ve

Clerks
Hay pocos directores en el cine actual que prometiesen tanto en sus inicios como Kevin Smith, y que posteriormente hayan caído tan bajo como este.

Todo comenzó con una pequeñísima comedia independiente financiada con su propio dinero, rodada en el supermercado en el que trabajaba, y con un equipo formado por amigos suyos. La película se llamaba Clerks (1994) y fue un rotundo éxito, sobre todo por lo bajo de su presupuesto, convirtiéndose rápidamente en una película de culto. Se trataba de una comedia cotidiana y absurda a partes iguales, en la que ya se dejaba entrever la gran afición de Smith hacia los comics, la ciencia ficción y demás intereses habitualmente atribuidos a los freaks. También mostraba una especial habilidad a la hora de escribir diálogos ingeniosos.

La película fue comprada por Miramax, los cuales quedaron tan contentos con Smith que le dieron un presupuesto en condiciones para rodar su segunda película, Mallrats (1995). Aunque los resultados en taquilla no fueron como los de Clerks -tampoco las críticas-, volvió a calar entre el público joven por lo cercano de sus personajes y lo irreverente de su humor. Una de las claves de su éxito residió en darles mayor relevancia a los personajes de Jay y Bob el Silencioso, interpretado este último por el propio Smith, los cuales aparecían en su anterior película pero con mucho menos protagonismo. De Mallrats también hay que resaltar la aparición de dos actores que se convertirían en asiduos de su cine, Jason Lee y Ben Affleck.
Persiguendo a Amy
Para su tercera película como director, Perisguiendo a Amy (1997), Smith contó con Lee y Affleck para protagonizarla, además de Joey Lauren Adams, que también tuvo un pequeño personaje en Mallrats. Persiguiendo a Amy fue la película de Smith con mejor acogida por parte de la crítica y seguramente sea la mejor de su filmografía. Se trata de un drama con toques cómicos que relata la complicada relación entre un escritor de comics y una lesbiana. Lo hace con una naturalidad asombrosa, con el sentido del humor y el frikismo del que había hecho gala en sus anteriores películas, pero de una manera sorprendentemente equilibrada. Sin duda es una de las películas independientes más interesantes de los 90.

Así cerraba Smith la que acabó denominándose como la Trilogía de New Jersey, la cual le aportó un gran respeto por parte de crítica, público e industria.

Dogma
En 1999 Smith estrenaba Dogma, ambiciosa comedia en la que intentaba reflexionar acerca de la religión. En esta ocasión contó con Ben Affleck y Matt Damon, los cuales ya se habían hecho un nombre gracias al éxito de El indomable Will Hunting; además de otros actores de prestigio como Alan Rickman, Linda Fiorentino y Salma Hayek. También destacaba la presencia de la cantante Alanis Morissette en el papel de Dios, y del genial cómico George Carlin, el cual volvería a colaborar con Smith en el futuro.

La película tuvo una acogida desigual por parte de la crítica y no tuvo la recaudación esperada. Sin ser un serio traspié dentro de la prometedora carrera del director y guionista, lo cierto es que Dogma supuso un considerable descenso en lo cualitativo debido a lo pretencioso de su argumento. Por lo menos consiguió hacer que se hablase mucho de él debido a las airadas críticas por parte del sector más conservador de la Iglesia Católica.

Posteriormente, Kevin Smith tiró por lo que supongo que él pensó que era el camino fácil, haciendo una película para el lucimiento de sus dos personajes más populares. La película se llamó Jay y Bob el Silencioso contraatacan (2001).

Kevin Smith
La película recaudó lo mismo que Dogma pero con un presupuesto dos veces más alto, además de recibir críticas negativas. Esta vez Smith pecaba de comercial y entregaba una cinta que mezclaba su peculiar sentido del humor con los chistes facilones de las películas para adolescentes.

Lo que acabó por dejar a Smith sin ningún tipo de crédito fue su sexta película, Una chica de Jersey (2004), en la que juntaba a Ben Affleck y Jennifer Lopez. Supuso su película de mayor presupuesto, destinado en su mayoría a pagar los sueldos de sus protagonistas, y su mayor fracaso en taquilla. Dicho fracaso es absolutamente lógico ya que se trata de una película que no tiene absolutamente nada de lo que hizo a Kevin Smith tan prometedor, sino que es una comedia romántica/dramática de medio pelo que no convenció a nadie. Un despropósito total que muchos achacaron a la reciente paternidad del director, y a su nueva visión del mundo debido a ello.

Dos años después intentó recuperar el favor de la crítica y el público rodando la secuela de su película más exitosa hasta la fecha. Clerks 2 (2006) tuvo buena acogida en taquilla y las críticas no fueron del todo malas, pero aun así, quedaba lejos de lo esperado. Smith no consiguió rescatar el espíritu de sus primeras películas y seguía impregnando todo de la ñoñería de la que iba sobrada su anterior película. Aun así, mucho vimos una posible vía de redención para Smith, principalmente porque deseábamos volver a verle hacer grandes cosas.

¿Hacemos una porno?
Con su siguiente película, ¿Hacemos una porno? (2008), Smith volvía a quedarse a medio camino de todo, volviendo a excederse con el azúcar e intentando contrarrestarlo con chistes que rozaban el mal gusto. El resultado fue una película mediocre que si bien no le hundió, tampoco le ayudó demasiado.

En 2010 dirigiría su primera película basada en guión ajeno. Vaya par de polis, protagonizada por Bruce Willis y Tracy Morgan (30 Rock) resultó ser casi tan horrible como Jersey Girl. Lo cierto es que se le quedaba muy cerca. No hay mucho que decir sobre la película más allá de que es una comedia de encefalograma plano que a duras penas consiguió recuperar lo invertido en ella.

Red State
El giro final dentro de la carrera de Smith llegó hace bien poquito con Red State (2011), con la cual cambia de género y se adentra en el mundo del terror y la acción. La película ha tenido críticas dispares y hasta ha conseguido alzarse con varios premios en el festival de Sitges. Mi opinión acerca de la película se puede leer en esta página, así que resumiré diciendo que se nota que Smith nunca ha estado interesado en el aspecto visual de sus películas (palabras suyas en una conferencia, no mías). Y que aunque tiene un discurso interesante, este se vuelve en su contra al repetirlo en exceso y caricaturizarlo, quedando en nada. Y encima tuvo el valor de decir que era una película muy artística cuando grabó el vídeo de agradecimiento para Sitges, ver para creer.

La verdad es que yo ya he perdido cualquier esperanza de que Smith recupere su pulso narrativo y simplemente me intereso por sus proyectos fuera de la gran pantalla, como por ejemplo su serie para AMC, Comic Book Men, en la cual vuelve a tratar los temas que tanto le apasionan y desde una perspectiva bastante curiosa. Centrarse en sus temas, aunque sea fuera del cine, puede que sea el camino a seguir para que consigamos perdonarle por sus pecados… ya se verá.


David Sancho
 
 
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