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martes, 29 de octubre de 2013

Seminci 2013: Night Moves

Imagen de www.elseptimoarte.net
6/10
Night Moves (Estados Unidos, 2013).
Dirección, guión y montaje: Kelly Reichardt.
Intérpretes: Dakota Fanning, Jesse Eisenberg, Peter Sarsgaard, Alia Shawkat, James Le Gros.
Música original: Jeff Grace.
Fotografía: Christopher Blauvelt.
Idioma: Inglés.
Duración: 112 minutos.



De la culpa y la naturaleza salvaje

La película de la directora Kelly Reichardt pertenece a ese género de cine que no le gusta a todo el mundo, ni siquiera creo que sea una película que pueda gustarte siempre, independientemente de las circunstancias en las que la veas, si no que requiere una disposición particular a la hora de encararla.

La autora de títulos como River of Grass, Old Joy o Wendy and Lucy nos cuenta esta vez, la historia de tres jóvenes activistas que pretenden destruir una presa construida por una gran multinacional eléctrica, para tratar de devolver la naturaleza a su forma original y tratar de borrar el impacto ecológico que produce en la región.

La película está estructurada en dos mitades claramente diferenciadas. A lo largo de la primera mitad, mientras planean y perpetran el atentado, el tempo y el ritmo son lentos, pausados, milimetrados. Nos introduce en una atmósfera oscura, misteriosa y sugerente. La opresión del entorno, la angustia y el crescendo de la tensión están muy bien incardinados en ese devenir sosegado, con planos mantenidos y silencios largos. El problema es que, en ocasiones, esa tensión se pierde y podemos llegar a aburrirnos y desconectar de la trama, si no ponemos mucho empeño de nuestra parte, ya que se echa de menos algo de acción dramática en alguno momentos.

El trío protagonista está muy conseguido, en sus relaciones superficiales, antinaturales; la tensión latente entre los tres, todo lo que no es contado, enriquece mucho el trasfondo de su relación únicamente propiciada por las circunstancias. Dakota Fanning está magnética y muy conseguida en los dos registros que atraviesa su personaje, la determinación y resolución inicial que trasmuta en una culpabilidad histérica y desesperada al final.

Jesse Eisenberg defiende su complicado personaje con dignidad, en una interpretación más madura y sosegada que a las que nos tiene acostumbrados. Pero, pese a su buen hacer actoral, el personaje -al igual que el largo- naufraga en la segunda parte. Si comienza siendo introvertido, incierto, rodeado de un halo misterioso que transmite con gestos nimios una gran agitación interna, llegados a la segunda parte se transforma en un loco paranoide que vaga errante hasta su conversión en asesino, clímax que no tiene una progresión suficiente para ser explicable. El arco del personaje va a trompicones desde la mitad del metraje hasta ese último salto mortal.

La película mantiene su tempo lento pero el ritmo se pierde, se malogra ese aura conseguido al principio de desasosiego y tensión en la quietud. La cinta se vulgariza, se parece más a otra que hemos visto antes, pierde ese algo que le hacía diferente y que se palpaba en el bosque de los primeros cuarenta minutos del film.

Las localizaciones son preciosas, con una puesta en escena naturalista y sencilla. La fotografía está muy cuidada, con una línea suave, sin estridencias. Es frecuente el uso del recurso estilístico de la oscuridad prácticamente completa, en la que los personajes y la acción quedan casi completamente ocultos por la noche, y solo los percibimos con las escasas luces diegéticas que hay en la historia. Si bien, en ocasiones este recurso ayuda a generar emociones y a hacer crecer el drama -ya que nos confunde y nos desorienta al igual que la trama lo hace con los personajes-, a mi entender se abusa de este tipo de iluminación llegando a perder su esencia. La buena labor del veterano director de fotografía Christopher Blauvelt, le ha valido a la cinta la Espiga a la mejor fotografía en el festival de la SEMINCI.

Del mismo modo el montaje de sonido está muy bien llevado a cabo, es sugerente, oculta más de lo que cuenta, es sutil y emocional, lo que enriquece el conjunto final de la narración.

Imagen de www.elseptimoarte.net
No creo, tal y como se ha comentado, que Night Moves sea un fiel reflejo del espíritu de nuestra época, creo que el tratamiento que se hace de las convicciones e ideologías de los personajes es más bien una visión superficial, sin la profundidad y complejidad que una película icónica de una generación requiere. Creo, más bien, que se trata de una historia de culpa, de miedo a las represalias, de lucha por unos ideales, pero no necesariamente ligada a la época actual, podría haber ocurrido en cualquier otro momento con iguales consecuencias.


En definitiva, nos encontramos ante una película desigual y con altibajos. Con un registro poco habitual que logra tocar e inquietar al espectador pero que no consigue rematar. Los personajes son crípticos, poco dados a explicar sus motivos, lo que les suma atractivo pero les hace poco empatizables. Debido a ello, el final te deja un sabor ambiguo en la boca, lleno de dudas, sin saber si quieres que le vaya bien a su protagonista o de qué parte estás, y sin sentir demasiado el destino de ningún personaje, ya que, en realidad, no les has conocido, ni comprendido y por tanto, tampoco les has querido a lo largo de toda la película.

Clara Santaolaya



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