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viernes, 25 de octubre de 2013

Michael H.

6/10
Michael Haneke - Porträt eines Film-Handwerkers (Austria-Francia, 2013).
Dirección y guión: Yves Montmayeur.
Documental: Juliette Binoche, Béatrice Dalle, Michael Haneke, Isabelle Huppert, Susanne Lothar.
Fotografía: Attila Boa, Yves Montmayeur.
Montaje: Oliver Neumann.
Idioma: Alemán, francés.
Duración: 92 minutos.


Haneke íntimo

El público en general siente la tentación de pensar que Michael Haneke es un tipo retorcido, sombrío y depravado. Que la crudeza con la que trata ciertos temas en sus películas no puede provenir de una mente equilibrada. Más o menos lo mismo que pasa con David Lynch. O con Cronenberg. Entonces, ven al hombre detrás de su creación y se sorprenden de que sea un personaje cariñoso y bonachón que sonríe cuando toca y lleva una existencia apacible. Disciplinado también. Riguroso en su trabajo y exigente con los actores. Celoso de su vida privada. Haneke, después de todo, es austriaco.

Como en el caso de Lynch, existe una auténtica obcecación por desentrañar los aspectos más hondos de sus historias. Las causas, los porqués. Y, al igual que el de Montana, Haneke echa balones fuera cada vez que se le pregunta por el asunto. Es el espectador el que tiene que sacar sus propias conclusiones. En el momento en que la película es proyectada pasa a ser de su propiedad. Él tiene que decidir si La Cinta Blanca (2009) intenta retratar el germen de lo que terminaría siendo el auge del nacionalsocialismo en Alemania. Si Amor (2012) es un alegato a favor de la eutanasia. Haneke no va a ser el que decida por nosotros, eso desde luego. Y hace bien.
Una de las pocas confesiones que Montmayeur consigue arrancarle al director al final del documental es su miedo al dolor. Al dolor anímico, claro. El Herzschmerzen. Pero por encima de éste, al dolor físico. Haneke, aunque muchos no se lo crean, es un ser humano. Con todo lo que eso supone. Esta confidencia puede vertebrar el grueso de su filmografía y dar pistas a todos los que necesitan explicaciones.

Yves Montmayeur, colaborador habitual de Haneke y responsable del making off de muchas de sus cintas, logra cierta aproximación al método de trabajo del cineasta, aunque cabe acusarle de no haber profundizado un poco más. Los seguidores de una deslumbrante carrera que comenzó de manera oficial con El Séptimo Continente (1989) no van a encontrar nada nuevo aquí; lo que sí van a encontrar es el recordatorio de que este tipo con aspecto de estilizado Papa Noel es siempre lo ha sido uno de los directores europeos más a tener en cuenta.


Miguel Montañés



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