Social Icons

martes, 8 de octubre de 2013

Gravity

6/10
Gravity (Estados Unidos-Reino Unido, 2013).
Dirección: Alfonso Cuarón.
Intérpretes: Sandra Bullock, George Clooney, Ed Harris (voz), Orto Ignatiussen (voz), Paul Sharma (voz).
Guión: Alfonso Cuarón, Jonás Cuarón.
Música original: Steven Price.
Fotografía: Emmanuel Lubezki.
Montaje: Alfonso Cuarón, Mark Sanger.
Idioma: Inglés.
Duración: 90 minutos.



Gravedad cero
*Atención: Esta crítica puede contener spoilers

Estamos de acuerdo en que el cine es una experiencia, sobre todo, visual. Aunque no únicamente. Existe el sonido. El argumento. Y los diálogos. O la música. De todos estos elementos podemos prescindir, cierto es. Y llegaríamos entonces a la esencia misma del cine: la imagen en movimiento. Pero cuando esos otros elementos están ahí, forman parte de la obra. De hecho, son parte fundamental para construir el discurso.

El entusiasmo desbordado con Gravity sitúa al film de Cuarón como un hito en la Historia del Cine. Así, de forma instantánea. Con estas cosas no viene mal un poco de prudencia, porque el tiempo es el único juez capacitado para decidir algo tan contundente. Serán los años los que la pongan en su sitio. Ya sea como la obra que revolucionó la ciencia-ficción, ya sea como ese film fulgurante cuya estrella se apagó rápidamente. Tengo serias dudas de que acabe siendo una referencia, aunque lo mismo me tengo que comer mis palabras. Veremos.
Reconozco que yo también he caído rendido -cómo no hacerlo- ante el despliegue visual que han montado entre Cuarón y Lubezki. El empeño por mostrarnos el espacio como nunca antes, ha dado su fruto; y a través de una serie de técnicas innovadoras han conseguido una experiencia alucinante. Y sí, efectivamente, nunca la imagen tridimensional ha sido tan bien aprovechada en la ficción. Podríamos estar horas alabando su virtuosismo técnico, pero me voy a quedar con ese primer cuarto de hora. Uno (que siente debilidad por los planos-secuencia) se queda boquiabierto con ese inicio envolvente. Una filigrana que termina con uno de los momentos más escalofriantes de los últimos tiempos: la deriva de alguien flotando en el espacio.

Ese comienzo es una virguería insuperable. Es más, Cuarón se las arregla para mantener elevado el nivel de tensión durante unos cuantos minutos más. Incluso consigue que obviemos las gracietas constantes del personaje masculino. Que mientras aparece en pantalla, habla. Y mucho. Luego, cuando te sacudes un poco la emoción, comprendes por qué. Cuarón necesita en todo momento que el público se sienta seguro. Y construye un personaje que te tiene que caer simpático, y que a la vez es generoso y sacrificado. Un buen cristiano en toda regla. Pero además, construye otro personaje que te debe dar pena. Y por quien tienes que alegrarte ante su resurrección.
El director nos lleva de la mano, exactamente por donde él quiere que vayamos, sin dejarnos la posibilidad de vivir este viaje en toda su dimensión. Imagino cómo hubiera sido un relato que de verdad se hubiera atrevido a ir más allá. Un relato aséptico en el que no se recurriese a crear sentimientos artificiales de empatía. Una película que hubiese apostado sin titubeos por su vertiente visual, por la experiencia que supone la soledad en el espacio.

Que Cuarón no confía del todo en el poder de la imagen -o en la inteligencia de los espectadores- se confirma con el hecho de que el personaje femenino tenga que narrar mucho de lo que hace/siente cuando se queda sola. ¿No habíamos quedado en que esto era un espectáculo visual? Pues eliminemos todo lo superfluo. Y esas conversaciones (consigo misma, con los chinos, o con un fantasma) solo sirven para dar confort fácil al espectador. Es decir, para alejarnos de la sensación de terror y vacío que deberíamos sentir en una situación así.
Gravity quiere que la gente salga del cine reconfortada con la humanidad. Todos sabemos que las posibilidades de que el personaje de Bullock salga con vida de una situación así son nulas (atención el momento homenaje a Wall-e), y sin embargo Cuarón nos cuenta que la grandeza del ser humano es tal que puede superar cualquier situación adversa. O simplemente nos ofrece un final feliz porque esto sigue siendo Hollywood. O también podemos interpretar que la odisea espacial de Ryan es una parábola sobre cómo superar la tragedia personal. En cualquiera de los casos, nada muy estimulante. 

Uno de los momentos que más se destacan es el del plano fetal. Precisamente, ahí considero que comienza la deriva de Cuarón. Una imagen -todo lo bella que quieran- pero que se nota demasiado buscada. Una composición forzada y un mensaje obvio con los que el film empieza a dejar de interesarme. El colmo llega con la infame secuencia de la ensoñación, en la que el director pierde definitivamente los papeles. Por cierto, que alguien me explique por qué es destacable el trabajo de Sandra Bullock. Es la misma -o peor- de siempre.
Cuarón convierte un viaje apasionante en un dramón lleno clichés y sentimentalismo barato. El mexicano ha dejado escapar la oportunidad de conseguir una obra maestra. Él mismo se ha encargado de destruir la maravilla que había empezado a edificar. Cuando se hable de 2001: Una Odisea en el espacio -de la que no soy especialmente fan- que alguien recuerde que Cuarón no llega ni a la milésima parte de profundidad de Kubrick. Y ahí tenemos la diferencia entre una obra clave que perdura en el tiempo y una película que se rinde a los brazos de los tópicos hollywoodienses. Gravity deslumbra en primera instancia. Pero una vez que nos recuperamos de la ceguera temporal, no tardamos en comprobar que esa brillantez formal no está sostenida por un discurso sólido.


Manuel Barrero Iglesias



No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
 
Blogger Templates