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lunes, 27 de mayo de 2013

En otro país

9/10
Da-reun na-ra-e-seo (Corea del sur, 2012)
Dirección y guión: Sang-soo Hong.
Intérpretes: Isabelle Huppert, Kwon Hye Hyo, Jung Yu Mi, So-ri Moon, Moon Sung Keun.
Música original: Yong-jin Jeong.
Fotografía: Yune-jeong Jee, Hong-yeol Park.
Montaje: Hahm Sung Won.
Idiomas: Coreano, inglés.
Duración: 89 minutos.




Menos es más

Ni es la primera vez ni será la última,que se aplica a un trabajo de Hong Sang-Soo la máxima de menos es más, sobre todo si él mismo hace esa declaración de intenciones desde los créditos iniciales: desnudos y concretos, sencillamente maravillosos. Menos escenarios y personajes para más jugo; menos saturación para más detalle; menos simbología para más significado; menos pirotecnias para más elegancia; en definitiva, menos aditivos para más riqueza.
Una joven coreana acompaña a su madre en un amargo episodio familiar en un retiro de la costa, donde centrará la acción de las tres historias que esbozará en su libreta para entretenerse. Las elucubraciones sobre la vida pasada o futura de ese refugio íntimo que entrelaza las tres historias no es sino una reflexión sobre las posibilidades de representación, en este caso, cinematográfica. Una lección maestra sin pretensiones sobre las posibilidades infinitas de jugar con las mismas cartas, en función de la maniobra. Diferentes formas de abordar una historia a medida según el punto de vista o de dónde quieras colocar el acento. Muchas maneras de cuadrar el rompecabezas de personajes humanos y naturales, sencillos pero redondos, y reales, muy reales. Ahí, donde radica la dificultad de contar, Hong Sang-Soo se las apaña para hacerlo exactamente de la manera que quiere, no obstante sin estridencias ni ánimo de aleccionar.


Una pequeña delicia para saborear sin ambiciones, sencilla pero a la vez muy rica en detalles tan desnudos como poco exhibicionistas. Con un delicado control de la luz y el color, el coreano delinea los rasgos propios de cada historia en armonía y a la vez en disonancia con las otras dos. Con ese trazo tan característico, construye composiciones tan estudiadas como bellas que se relacionan entre sí mediante esa manera absolutamente personal de filmar donde el zoom y el movimiento de cámara son sus incondicionales aliados a la hora de relacionar conceptos.
El director desconocido hasta ahora para las salas de nuestro país se revela también como un maestro a la hora de manejar la tensión, tanto desde el guión como en la propia filmación. En una vorágine tranquila y silenciosa atrapa al espectador, irremediablemente de la nada y sin que lo pueda esperar, y lo arrastra indefenso con su vaivén al ritmo de la fría costa coreana. Fría como en ocasiones lo son sus personajes, físicos y orgánicos, que materializan en realidad lo básico en la vida: la familia, la libertad o las creencias, en un leve choque entre la forma de vida autóctona y la mirada extranjera donde algo tan aparentemente tonto como la incomunicación puede dar la vuelta a una situación hasta conducirla al absurdo. Una reflexión al estilo oriental con cierto aroma a nuevo cine europeo encarnado en sus personajes que lo son todo, contradicción y fuerza, sosiego y ternura, pero sobre todo, vida.


Sara Martínez Ruiz



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