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jueves, 9 de mayo de 2013

Documenta Madrid 2012: ELENA + FALLEN CITY


El dolor de la pérdida


Por Manuel Barrero Iglesias

Una tragedia íntima, a muy pequeña escala, pero que va a marcar para siempre el micro-universo que la rodea. Otra tragedia, ésta colectiva y a gran escala, que va a cambiar la vida de toda una población obligada a rehacerlo todo.

Elena es una de las películas más personales que uno recuerda en los muchos años que lleva viendo cine. En la búsqueda que Petra (directora del film) emprende en pos de su hermana, podemos intuir que ésta ya no existe. Petra recuerda a Elena a través de vídeos caseros, diarios hablados o cartas. Siendo solo una niña, su hermana mayor partió hacia Nueva York, con la firme idea de convertirse en actriz.

La autora va construyendo el puzzle cronológico de los acontecimientos, hasta que llega el momento trágico. A partir de entonces, lo que era un relato íntimo se convierte en sobrecogedor documento que nos muestra las mismísimas entrañas del dolor. Sin estridencias, con toda la delicadeza (incluso la poesía) posible. Retratando ese sufrimiento sordo que devasta lo que encuentra a su paso. Pero sin dejar de lado la esperanza final, la luz al término de túnel.

Una película que conmueve en su desnudez emocional, que intuimos también sirve como terapia ante un hecho incomprensible y casi imposible de aceptar. Y un sentido homenaje lleno de amor.

A veces es más fácil consolarse dentro de la tragedia colectiva, ya que compartir el dolor siempre ayuda. O no. Fallen City se desplaza hasta Beichuan, ciudad que quedó totalmente arrasada por el terremoto de Sichuán en 2008. Miles de víctimas y millones de personas sin hogar. El film se centra en tres casos concretos, tres familias que han perdido a alguno (o muchos) de sus miembros.

Fallen City se divide en tres actos bien diferenciados. El primero, retrata la desolación tras el desastre. Poderosas son las imágenes de una ciudad reducida a escombros, entre los que los supervivientes se mueven casi como fantasmas. El dolor de la pérdida masiva de seres queridos se encuentra presente siempre en las palabras y movimientos de los protagonistas.

El segundo acto comienza con la construcción de la nueva Beichuan, lo que supone un pequeño halo de esperanza para todos los que tienen que rehacer su vida. El tercer acto, ya con la ciudad construida, nos presenta las nuevas vidas de nuestros protagonistas. La evolución de estos se ve alimentada por la rápida construcción de una urbe modernizada. Tradición y progreso, una dicotomía tan presente en la China actual, se dan cita en una película paciente y respetuosa.

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