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miércoles, 8 de mayo de 2013

Documenta Madrid 2013: VERGISS MEIN NICHT + EL OTRO DÍA


Presente y pasado

Por Manuel Barrero Iglesias


Gente que ya ha sobrepasado los sesenta años. Un hijo que retrata el día a día de su madre, enferma de alzheimer. Y un director de cine que se preocupa por conocer a la gente que llama a su casa. En ambos casos, el presente se relaciona con el pasado para construir algo parecido a biografías parciales de sus protagonistas.



Así, Vergiss Mein Nicht no es solamente una película sobre el alzheimer. David Sieveking muestra la vida de sus progenitores, tras saber que su madre está afectada por la enfermedad. Este hecho le sirve al director para bucear en la historia de sus padres, para preocuparse por quiénes son y, sobre todo, quiénes fueron.

Un pasado apasionante y un presente que obliga a replantear el tipo de relaciones. La desgracia también puede servir para que los miembros de la familia se acerquen más los unos a los otros, para que establezcan vínculos más estrechos. Delicado y honesto, un film que habla del alzheimer sin convertir la enfermedad en protagonista absoluta.



Una cámara grabando, desde dentro, la puerta de una casa. Un director de cine que filma a todo aquel que llama a su hogar. Un cineasta que pide a esos anónimos devolver la visita. Interesante premisa que da lugar a momentos de verdadera autenticidad. En una era en la que la comunicación cara a cara no pasa por sus mejores momentos, Ignacio Agüero se preocupa por conocer a la gente que llega a su casa. Personas que piden ayuda, carteros, una joven buscando trabajo, incluso algún viejo conocido que llama a su puerta por casualidad.

Hablamos de El otro día, un film que se ocupa de observar lo que ocurre en la casa de su autor. Obviando a las personas que allí habitan, todo lo demás tiene cabida en este hermoso documental. Un patio lleno de vida, con pájaros que beben y gatos que van y vienen. Y el interior, con sus objetos que han observado décadas. A partir de ellos, el autor hace un repaso de la historia personal de su familia, relacionándola con la del país.

Estamos ante un film que consigue eso tan difícil que es captar la realidad. Agüero lo logra en numerosas ocasiones, con una película que observa, y en la que la cámara se convierte en testigo, muchas veces, mudo. Y que cuando interviene, lo hace para dar voz a esa gente anónima deseosa también de participar en el acto social de compartir sus experiencias. 

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