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lunes, 10 de diciembre de 2012

Universal: 100 años de Cine


Estamos hablando de la más antigua de las grandes compañías de Hollywood. Casi nada. El pionero en cuestión responde al nombre de Carl Laemmle, alemán que emigró a Estados Unidos en 1884 (contaba con 17 años). Tras desempeñar varios oficios, acabó en el negocio de la distribución cinematográfica. Su interés por el cine le llevó a crear en 1909 la Yankee Film Company, con la cual produjo sus primeras películas. Fue en 1912 cuando convenció a Abe y Julius Stern para fundar Universal Film Manufacturing Company.

Laemle también fue el primero en crear una ciudad-estudio en los alrededores de Los Angeles -la Universal City-, siendo uno de los arquitectos del futuro Hollywood. En poco tiempo se le unirían otros que establecerían allí sus estudios. Las productoras establecidas en Nueva York o Nueva Jersey huían de las tasas abusivas de Edison y abrazaban las condiciones climáticas de la costa Oeste. Laemmle permitía
a los agentes comprar a crédito. Además, instauró el modo de trabajar basado en lo que hoy conocemos como strar-system. Con estas dos armas consiguió enfrentarse con éxito a Edison en la lucha por la supremacía del mercado cinematográfico.

Sin embargo, el empresario también era conocido por los escasos riesgos que corría en sus producciones. Solo financiaba proyectos cuyo coste pudiera afrontar, lo que limitaba la producción a western, seriales y melodramas. Todo siempre de bajo presupuesto, lo que condenaba a Universal a la serie B. Los filmes producidos por la compañía el año de su fundación fueron tres western: An Even Break, The Girl from Golden Run y The Massacre of Santa Fe Rail.

Un género en el que se iniciaría un joven John Ford. Desde el inicio de su carrera en 1917 hasta 1920 rodó más de una treintena de películas para Universal. La inmensa mayoría, como no, eran western. Cheyenne’s Pal (1917), El barranco del diablo (1918), El jinete vengador (1919) u Hombres marcados (1919) son algunos de sus títulos más destacados de aquella época, en la que se empezaba a gestar uno de los directores más decisivos de la historia del cine americano.

Otro nombre importante que pasó varios años (1919-1923) en el seno de Universal fue Tod Browning, cuyas películas rara vez no tenían alguna intriga criminal por medio. The Wicked Darling (1919), Fuera de ley (1920), Bajo dos banderas (1922) o El tigre blanco (1923) son algunos de esos trabajos realizados antes de que la productora despidiera al director, al que volvió a contratar para que dirigiera una película que luego se convertiría en mítica: Drácula (1931), en la que era la primera adaptación americana de la novela de Bram Stoker (hasta entonces, y sin contar el Nosferatu de Murnau, solo existía un film húngaro llamado Drakula halála).

Hay que decir que por aquel entonces el estudio estaba ya en manos de Carl Laemmle Jr., que lo recibió en 1928 como regalo de cumpleaños por parte de su padre. Un año en el que, por cierto, se rodó el primer fin hablado de la compañía: Melody of Love. Carl Jr. tomó muchos más riegos que su progenitor, lo que no tardó en darle éxito y prestigio. El primer lustro de los 30 fue una época de esplendor para Universal con los musicales Show Boat (1929) y El rey del jazz (1930), o Sin novedad en el frente (1930), que consiguió los Oscar a la mejor película y dirección (para Lewis Milestone). Una época en la que no paraban de trabajar para la compañía directores como William Wyler o John M. Stahl. Hasta John Ford volvió de manera fugaz para realizar Hombres sin miedo (1932).

Pero si algo caracteriza esta etapa de Universal es por su apuesta por el cine de terror. Con algún precedente como el de El fantasma de la ópera (1925), la década de los 30 supuso la total explosión de las Universal Horror. A la ya mencionada Drácula, hay que sumar otros muchos títulos encabezados por Frankenstein (1931) y su secuela La novia de Frankenstein (1935), La momia (1932), o El hombre invisible (1933). Aquí fue decisiva la importancia de James Whale, director de la mayoría de cintas de terror de la factoría. Y tenemos que destacar la visión pionera de Universal. En casi todos los casos, la adaptación era la primera (o la primera realmente importante) que se hacía para el cine. Cualquier versión posterior de las obras de Stoker, Shelley, Leroux o Wells siempre pasarán por la comparativa con las películas de Universal.

Pero todo lo que sube, baja. Y en 1935 el remake de Show Boat provocó el endeudamiento de Carl Laemmle Jr. hasta tal punto que el banco le arrebató el estudio. La década que siguió fue muy complicada, volviendo a los presupuestos bajos, y en la que se sobrevivía gracias a las múltiples secuelas de los exitosos monstruos universales. Alguna que otra cinta aislada de provecho también se produjo durante esos años; son los casos de Al servicio de las damas (1936), o las dos películas de un Alfred Hitchcock que llevaba pocos años en Estados Unidos: Sabotaje (1942) y La sombra de una duda (1943). También en ese año empezó una serie de filmes sobre Sherlock Holmes, más de una decena de titulos dirigidos por el todoterreno Roy William Neill en tres años. Un poco antes, empezó la serie de películas de los populares Abbott y Costello, que se prolongaron durante quince años.


En 1945 el británico J. Arthur Rank compra la cuarta parte de las acciones de Universal, asociándose un año después con William Goetz (fundador International Pictures), para formar Universal-International Pictures. En el siguiente lustro se produjeron películas de directores importantes como Jacques Tourneur, George Cukor, Max Ophüls o Jules Dassin, entre otros. En la década de los 50 habría que destacar tres nombres básicos. Por un lado, Anthony Mann y sus western: Winchester’73 (1950), Horizontes lejanos (1952) o Tierras lejanas (1954). Luego, tenemos a Douglas Sirk y sus famosos melodramas: Su gran deseo (1953), Sólo el cielo lo sabe (1955), Siempre hay un mañana (1956), Escrito sobre el viento (1956), o Imitación a la vida (1959). Y Jack Arnold, que exploraba las posibilidades del género a través de la serie B: Llegó del más allá (1953), La mujer y el monstruo (1954), Tarántula (1955), El increíble hombre menguante (1957).

A finales de los 50 la compañía vuelve a entrar en crisis, aunque eso no impide que produzca una obra del salibre de Sed de mal (1958). En esa época era Decca Records la empresa que había tomado el control de la empresa, al hacerse con la parte de Goetz. Los problemas llegaron con la aparición de la televisión y la desaparición de sus salas de exhibición. Hasta que entró MCA para hacerse con el control y revitalizar la productora. Una época de brillo que empieza con películas de Robert Aldrich, Delbert Mann o John Huston. Aunque si hubo un director prolífico en aquellos primeros 60 fue Robert Mulligan, con la magnífica Matar a un ruiseñor (1962) a la cabeza. También Stanley Donen puso sus granitos de arena con Charada (1963) y Arabesco (1966). Pero si hay un director importante cuyo nombre está asociado a Universal en esos años ese Alfred Hitchcock, que hizo allí sus últimas películas: Los pájaros (1963), Marnie, la ladrona (1964), Cortina rasgada (1966), Topaz (1969), Frenesí (1972) y La trama (1976). A finales de los 60 empieza a surgir la figura de Don Siegel, que ya apuntaba maneras con películas como La jungla humana (1968). Y lo simbólico que supone producir la última película de un genio como Charles Chaplin (La condesa de Hong Kong).

Universal ha tenido diversas épocas de gloria, pero quizás sean los 70 (junto a los primeros 30) su etapa más decisiva para la Historia del cine. Ya hemos hablado de los últimos filmes de Hitchcock, y también Billy Wilder tuvo oportunidad de rodar una de sus últimas grandes obras, Primera plana (1974). También se atrevieron a dar voz a habituales actores con cosas interesantes que contar. Son los casos de Casta invencible (Paul Newman, 1970), Hombre sin fronteras (Peter Fonda, 1971); y especialmente Clint Eastwood, por el que la compañía apostó claramente desde el principio: Escalofrío en la noche (1971), Infierno de cobardes (1973) y Licencia para matar (1975). También hubo espacio para nombres míticos del cine independiente como John Cassavetes o Monte Hellman; y obras básicas (cada una en su estilo) como El cazador o Desmadre a la americana, ambas de 1978. Algunos éxitos rotundos de taquilla como Aeropuerto (1970), Jesucristo Superstar (1973) o El golpe (1973). Y no podemos olvidar que el estudio contribuyó de forma decisiva a renovar Hollywood apostando fuerte por dos jóvenes valores que revolucionarían el cine. A George Lucas le produjeron American Grafitti (1973), mientras que Steven Spielberg (nombre muy asociado a Universal) pudo hacer Tiburón (1975), la película que cambiaría Hollywood.

Los 80 seguirían una línea parecida, aunque hay que destacar dos sonoros fracasos, que hoy tienen olor a filmes de culto: El musical Xanadú (1980) y la ciencia-ficción producida por George Lucas Howard: un nuevo héroe (1986). Un género que, sin embargo, siguió dando obras míticas como E.T. El extraterrestre (1982), Regreso al futuro (1985) o Legend (1985). Seguía habiendo lugar para el cine más independiente con obras como Desaparecido (Costa-Gavras, 1982), El beso de la pantera (Paul Schrader, 1982) o La última tentación de Cristo (Martin Scorsese, 1988). Un buen puñado de obras de culto de lo más variada: Conan el Bárbaro (1982), La cosa (1982), Scarface (1983), Calles de fuego (1984), El club de los cinco (1985)...o cine comercial de prestigio: Memorias de Africa (1985), Grita libertad (1987), Gorilas en la niebla (1988). Y otra simbólica última película: El sentido de la vida (1983), con la que concluiría la carrera cinematográfica de los Monty Python.

Tras esta etapa se produjeron una serie de convulsos movimientos, con los que la compañía fue pasando de mano en mano. MCA vendió a Matsuhita Electric que poco después hizo lo propio a Seagram. En el año 2000 fue Vivendi quien estuvo al cargo, aunque no tardó mucho en ceder a General Electric. Los 90 fueron una época en la que no se dejó de hacer taquillazos, aunque no siempre iban acompañados de calidad: Poli de guardería (1990), Beethoven: Uno más en la familia (1992), Los Picapiedra (1994), Casper (1995), Twister (1996), La momia (1999)... aunque también hubo alguna apuesta arriesgada, especialmente con Terry Gilliam, quien pudo hacer Doce monos (1995) y Miedo y asco en Las Vegas (1998). John Waters, Sam Raimi o Peter Jackson también fueron acogidos por la compañía. Hubo lugar para el cine de prestigio, con filmes como En el nombre del padre (1993), Casino (1995) o Shakespeare in love (1998). Y dos nombres que siguieron aumentando su leyenda: Steven Spielberg y su aprendiz Robert Zemeckis. En el caso de Spielberg, por fin consiguió el ansiado reconocimiento de la Academia con Las lista de Schindler (1993). Mismo año en el que reventó taquillas con Parque Jurásico. Tampoco podemos dejar de reseñar que a finales de los 90 dio inicio una de las sagas más exitosas de los últimos tiempos, American Pie. Y el más sonoro fracaso de la década fue en 1995, respondía al nombre de Waterworld.

En el nuevo siglo Universal mantiene un interesante equilibrio entre calidad y comercialidad. Hay directores con nombre que han triunfado en los Oscar. Ahí están Ridley Scott con su Gladiator o Ron Howard con su Una mente maravillosa. Ambos han realizado unos cuantos trabajos más para la compañía, no siempre de calidad, pero casi siempre triunfantes en la taquilla. Algún nombre de prestigio como los hermanos Coen o Michael Mann también hicieron un par de trabajos para la compañía. Y películas de relumbrón como Munich (2005), Un buen pastor (2006), Hijos de los hombres (2006) o Malditos bastardos (2009). Pero si hay una relación que ha sido fructífera en estos años es la que han tenido con directores británicos. El éxito de El diario de Bridget Jones (2001) y su secuela. El cine de época bien cuidado de Joe Wright; con Orgullo y prejuicio (2005) y Expiación (2007). Un renovador de la comedia como Edgar Wright; con Zombies Party (2004), Arma fatal (2007) y Scott Pilgrim contra el mundo (2010). Y Paul Greengrass, que además de United 93 (2006) y Green Zone (2010), es responsable directo de la reinvención del cine de espías, con sus dos películas de la saga Bourne. Para rematar, Universal también es responsable directa del nacimiento de la nueva comedia americana, auspiciando muchas de las películas de la marca Apatow.

A pesar del terrible incendio sufrido en 2008, la productora parece que vive uno de sus buenos momentos, con éxitos prestigiosos y/o monetarios. Además, a través de su división de cine independiente -Focus- ha producido a nombres importantes como Sofia Coppola, David Cronenberg, Ang Lee, Michel Gondry o los Coen. Después de un centenar de años, parece que Universal tiene cuerda para rato. Este año de celebración la compañía ha realizado diferentes actos y eventos, entre los que destaca la restauración de algunas de sus obras más emblemáticas. En Tierra Filme nos queremos sumar al homenaje, analizando algunas de las obras más importantes de la Historia del Cine.

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