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jueves, 13 de diciembre de 2012

Drácula


Dracula (USA, 1931). Dirección: Tod Browning. Intérpretes: Bela Lugosi, Helen Chandler, Dwight Frye, Edward Van Sloan, Frances Dade. Fotografía: Karl Freund. Montaje: Milton Carruth.



Desde los inicios del cine el género de terror ha estado presente; pero Dracula de Todd Browning supuso un antes y un después, instaurándolo como tal. Durante la época muda, se hicieron en América varias adaptaciones de clásicos como Frankenstein o Dr. Jekyll and Mr. Hyde, mientras que Lon Chaney -el Hombre de las Mil Caras- cosechaba gran éxito con sus grotescos personajes. Sin embargo, las incursiones más relevantes en este género se hacían en Europa. El Expresionismo Alemán, un movimiento muy propicio para este tipo de historias y tramas, daría títulos tan destacables e influyentes en el cine posterior como El Gabinete del Dr Caligari (1920) de Robert Wiene o Nosferatu (1922) de F.W. Murnau.

Llegada la década de los 30, Carl Laemmle Jr sería el responsable, a través de su trabajo como productor, de que el nombre de Universal Studios esté por siempre ligado al cine clásico de terror. La Universal por aquella época, así como el resto de estudios de Hollywood, se enfrentaba por un lado a la transición al sonoro con todos los cambios estilísticos y técnicos que ello conllevaba; y por otro, a la Gran Depresión. Aunque en 1930 obtuvieron el Oscar a Mejor Película por Sin novedad en el frente, necesitaban de más éxitos para mantenerse a flote. La adaptación de Drácula resultó ser justo lo que necesitaban.

El proyecto inicial pensado por Laemmle era un ciclo de terror que incluía a Lon Chaney como gran protagonista (aunque en ese momento tenía contrato con MGM) y a Tod Browning como director. Browning y Chaney ya habían trabajado juntos previamente en varios títulos entre los cuales se encontraba incluso una historia de vampiros titulada London After Midnight (1927). Pero Lon Chaney, diagnosticado de cáncer de garganta en 1928, sucumbió a la enfermedad antes de poder llevar a cabo el proyecto.

Aún así el proyecto siguió adelante. Una larga lista de actores entre los que se encontraban Paul Muni, Conrad Veidt, John Wray y Arthur Edmund Carewe, entre otros, fueron considerados para el papel antes de optar por Bela Lugosi. A pesar de sus buenas críticas interpretando a Drácula en la obra teatral de Broadway, no le consideraban lo suficientemente conocido para interpretar el papel en la pantalla. La suerte quiso que Lugosi estuviera en Los Angeles cuando se hacía el casting de la película y los dejó tan impresionados en su prueba que finalmente le contrataron.

El guión de Garret Fort no se nutre directamente del libro de Stoker, sino que se basa en la obra de teatro -esta sí adaptación directa del libro- con la que Hamilton Deane en Inglaterra, y luego John L. Balderston en Broadway cosecharían gran éxito a finales de los años 20. Además, los guionistas tomaron como fuente de inspiración la anterior versión cinematográfica, aunque no autorizada, Nosferatu de Murnau.

En la novela de Stoker se le describe como un ser de aspecto repulsivo, sin embargo la imagen que se nos da con Lugosi, sin dejar de ser escalofriante, es la de un refinado y apuesto aristócrata con su pelo engominado, su traje de etiqueta, su capa negra y una intensa mirada. Con Bela Lugosi se impondría una nueva imagen de Drácula, mucho más atractiva que la original; convirtiéndose en todo un icono de la cultura popular y un modelo a seguir para las posteriores adaptaciones vampíricas. Si bien Bela Lugosi y el tremendo magnetismo de su personaje es el gran protagonista, la actuación de Dwight Frye como Reinfield es brillante. Su locura es hipnótica, acaparando toda la atención y transmitiendo una gran sensación de inquietud cada vez que aparece en escena.

Encumbrada por algunos como obra maestra del terror, criticada por otros por ser excesivamente estática y teatral; e incluso considerada inferior que su versión hispana rodada simultáneamente. A ninguno de ellos les falta parte de razón. Si bien técnicamente es bastante irregular y no está al nivel que se podría esperar, la influencia en el cine posterior y la potencia de algunas de sus imágenes hacen que sin duda se la tenga que considerar una de las películas más destacables de la historia del cine de terror.

Parece ser que Tod Browning demostraba cierta falta de interés o apatía en el set, tal vez desmotivado por las restricciones que se le imponían desde la Universal; por lo que legó alguna parte del rodaje al director de fotografía Karl Freund. Encargado durante la época muda de la fotografía de títulos como El Golem (1920), El último (Muranu, 1924), Variete (E.A. Dupont, 1925) o Metrópolis (Fritz Lang, 1927); Freund aplica en Drácula elementos del expresionismo alemán que combinados con los increíbles decorados góticos crean una impresionante atmósfera fantasmagórica en las primeras escenas de los Cárpatos y en el castillo de Drácula. Mientras que Freund le da movimiento a la cámara, Browning opta por concepciones más estáticas de tipo teatral

Uno de los puntos por los que se considera superior la versión hispana dirigida por George Melford es que, aunque no consigue el ambiente creado gracias a la fotografía de Freund, sí que es mucho más fluida y atrevida en la concepción de los planos. Por otra parte, en la versión oficial están ausentes escenas inicialmente incluidas en el guión, algunas de ellas presentes en la versión hispana, como planos de las marcas en el cuello de las víctimas y una escena del naufragio más extensa con primeros planos de los marineros horrorizados. Al comparar con la versión hispana se aprecia cuanto sufrió en el montaje lo rodado por el equipo de Todd Browning, quedando incluso algunas escenas cortadas antes de tiempo, creando cierta confusión.

A pesar de todos los peros que le pueda encontrar un espectador actual, Drácula consiguió un gran éxito en taquilla al que le siguió el mismo año Frankenstein (1931). El éxito conseguido por ambas daría pie a la producción de La Momia (1932), El Hombre Invisible (1933), La Novia de Frankenstein (1935) y El Hombre Lobo (1941). Títulos que convertirían a la Universal en un referente en lo que a cine de terror clásico se refiere. Por su parte Tod Browning, gracias al éxito conseguido, rodaría su film de culto Freaks (1932) para la MGM. 



M. Lofish

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