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domingo, 16 de diciembre de 2012

Entrevistas 'Operación E': Miguel Courtois y Luis Tosar


Miguel Courtois y Luis Tosar son dos tipos comprometidos con la realidad. El director franco-español tiene una trayectoria plagada de títulos con fuerte contenido político. El actor gallego no necesita presentación, pero quizás no muchos conozcan su fuerte responsabilidad social. Algo que vuelve a mostrar con un compromiso claro con esta película. El director abandona la política española (El Lobo, GAL) para adentrarse en Colombia, con el conflicto de las FARC de fondo. El actor ha tenido que realizar un concienzudo trabajo para conseguir la suficiente credibilidad con el acento colombiano. Con motivo del estreno de Operación E, charlamos con ambos.





Por Manuel Barrero Iglesias

Fotografías: Silvia D.



¿Qué puede aportar esta película al público? Para Tosar: “pensamiento crítico. Contar la historia de muchas víctimas del conflicto armado en Colombia, que sin pretender ser una análisis de ese conflicto, lo ilustra de forma bastante clara”. Courtois ahonda más: “Se puede hacer una correlación con otros dramas universales. El tema de la película es como una víctima inocente, que además es el héroe real de la historia, es encarcelado por los que mandan. Esto es un ejemplo de algo que se puede repetir en muchos sitios, y cuenta perfectamente cómo va el mundo hoy. Es un tema universal que supera el tema colombiano. Incluso hay enlaces con el sufrimiento que veo ahora en España. Habrá miles de víctimas de este sistema que estamos denunciando. Lo hemos hecho con una historia muy particular, pero hay analogía con lo que está ocurriendo con muchas familias de aquí”.

Entre los planes del director se encuentra dirigir una película que trate directamente el problema del terrorismo financiero: “Estoy en ello. El problema es que es mucho más complicado este tipo de proyectos que otros. Pero me interesa mucho contar una historia que explique esto, como los que pagan las facturas no son los que tienen que pagar”. Y Luis Tosar añade: “La gente empieza a estar cansada de muchas cosas. Hemos estado muy tranquilos con nuestras vidas, y ahora vuelve un cuestionamiento social brutal sobre el sistema que hemos creado. Nosotros no tenemos conflicto armado, pero sí tenemos un conflicto que es la crisis, y cómo se desmorona el sistema capitalista. Somos vapuleados, y nos chulean los bancos, los políticos, nos chulea todo el mundo. Al final en la cárcel están los más pringados, y ni un solo estafador”.

El actor habla del posible futuro del cine político en nuestro país: “Pasa que hacer películas es muy complicado, y no podemos dar respuesta inmediata, como los medios de comunicación. La ventaja que tenemos es que podemos ofrecer hora y media de reflexión sobre un tema concreto. Lo podemos hacer, pero lleva tiempo. Este año saldrán varias películas sobre el tema de la crisis. Es algo que está en la pulsión artística de los creadores. Es inevitable, porque el arte al final refleja lo que ocurre en el mundo. Como decía Costa-Gavras, todo el cine es político. Air Force One es política, con un mensaje muy claro. Afortunadamente, los yanquis tienen la capacidad de autocrítica y hacer otro cine político que me interesa más, en el que sacan sus trapos sucios. Aquí nos ha costado un poco llegar a eso. Si se trata de sacar tramas sucias, no es fácil levantar proyectos así. Si vas a tocar las altas esferas hay que andarse con cuidado”.

Tanto uno como otro se sienten atraídos por el cine político. Curtois nos cuenta que le gusta hacer este tipo de cine por dos razones: “Primero, porque es el que me gusta como espectador. Y segundo, porque me permite hacer una síntesis entre ser director de cine y ser también ciudadano que tiene interés por el mundo en el que vive, que comparte ideas”. Para Luis, participar en proyectos así supone un plus: “Pero un plus más como ciudadano que como actor. En esta película ya tenía todo lo que podía querer. Una historia maravillosa, un guión cojonudo y un personaje fascinante. Digamos que confluyen dos cosas muy importantes en tu vida”.

Tosar habla también sobre el conflicto particular que trata el film: “Todo el mundo se ha olvidado ya un poco de cuál es el origen. Son cincuenta años de conflicto enquistado que ha dado muchas vueltas, que se ha visto afectado prácticamente en todos los sustratos por la red de narcotráfico. Está todo muy corrompido y desmembrado. En cierta manera, esta película es tan importante, una llamada de atención para que no nos olvidemos que lo que deja atrás el conflicto son José Crisantos a millones”.

¿Tuvieron contacto con el auténtico José Crisanto durante la producción del film? Courtois nos cuenta que le fue imposible, aunque también lo prefiere así: “Cuando empezamos el trabajo, él estaba en la cárcel., no pude entrar en contacto con él. Es una cosa que tampoco me parece muy necesaria. Cuando hice El Lobo, igual, yo no lo vi a él antes de que se acabara la película. Y creo que así cada uno está en su terreno, y es mejor, al menos con mi manera de trabajar. Por supuesto, toda la investigación se había comprobado”. Y a la hora de elegir al actor principal, ¿la primera opción que se planteó fue la de un actor de la zona?: “Evidentemente no pensé en un actor alemán. Sí, pero luego por razones de producción, sabía que no se iba a montar una película así desde Europa con un actor colombiano desconocido, las leyes del mercado no lo permiten. La gran suerte fue que este señor lea el guión y le guste”.

El trabajo de Tosar con el acento es excepcional. Cuando uno se prepara para un papel así, ¿lo lleva hasta la vida privada? “Sí, bueno, intentas extenderlo lo más posible. Pero también procuro que la profesión esté en un sitio y la vida privada en otro. Evidentemente, hay injerencias, momentos en los que se escapa, pero lo tiras más por el lado del humor. Soy muy poco loco en ese sentido, no os puedo contar historias de haber vivido dentro de un armario tres meses”. ¿Y cómo ha sido el proceso de conocimiento del personaje?: “Como cualquier personaje, se va adueñando de ti, vas descubriendo matices…Un personaje tan rico como el de José Crisanto todos los días era un avance, y una cosilla más. Ya con el guión Onetti hizo un trabajo espléndido, muy bien arrancado de la realidad. Pero también es verdad que cuando leí el libro de él, hubo algo que era más difícil detectar en el guión. Ese motor de supervivencia, de humanidad pura y dura es un leitmotiv que se repite continuamente en el libro”.

El actor ha hecho papeles de lo más diversos, ¿en cuáles se encuentra más cómodo?: “Creo que me da igual. Uno no trabaja por cuestiones de comodidad, sino por cuestiones de creatividad. Si trabajara por comodidad, no habría hecho el 90% de las películas que he hecho, me hubiera quedado haciendo televisión tranquilamente”. Y la televisión, ¿no le atrae?: “Ahora me llama más la atención que hace tiempo. Cuando yo hacía televisión era más aburrida, con fórmulas más manidas. Quizás aquí no ha llegado de forma tan directa, pero vemos como llegan del exterior estímulos mucho más atractivos. También porque han fagocitado mucho del mundo del cine. Aquí tenemos que pasar ese filtro, tenemos una televisión muy mediatizada, en la que es difícil contar historias comprometedoras. Todo lo que sea incómodo social y políticamente aún cuesta, porque no hay suficiente independencia para hacerlo. Y en cine todavía nos podemos permitir ese lujo. No sé hasta cuándo, pero todavía sí”.

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