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jueves, 27 de diciembre de 2012

Las sesiones


The Sessions (Estados Unidos, 2012).
Dirección y guión: Ben Lewin.
Intérpretes: John Hawkes, Helen Hunt, William H. Macy, Moon Bloodgood, Annika Marks.
Música original: Marco Beltrami.
Fotografía: Geoffrey Simpson.
Montaje: Lisa Bromwell.
Idioma: Inglés.
Duración: 95 minutos.



6/10

Una sesión de sexo

En Hollywood siempre hay un lugar reservado para las historias de superación de personas con dificultades físicas o psíquicas. No es extraño que éstas estén basadas en hechos reales, lo cual aumenta la empatía del espectador por los personajes. El último trabajo del australiano -nacido en Polonia- Ben Lewin, no es la excepción. De hecho, ni siquiera es la primera vez que la vida del periodista y poeta Mark O'Brien es llevada a la pantalla, pues la directora Jessica Yu ya documentó su forma de vida (condenado a vivir en un pulmón artificial de acero, tras quedarse tetrapléjico por contraer la poliomelitis de niño) y su pensamiento en el cortometraje ganador del Oscar Breathing Lessons: The life and work of Mark O'Brien. Lewin, aunque también relata momentos de su vida como la niñez y la muerte, básicamente se centra en el episodio en el que decide poner fin a su virginidad, a los 38 años de edad.

A caballo entre la comedia y el drama, y sin contener elementos suficientes para que en ella se puedan encontrar una gran película, Las sesiones es una cinta fácil de digerir (excepto para el público para el que el sexo suponga un tema tabú), bastante resultona y agradable de ver, destinada a obtener una taquilla aceptable. Cuenta, eso sí, con varias frases ingeniosas, que son las que elevan este producto por encima de la mediocridad y que hacen que supere, por ejemplo, a la reciente Intocables, film con el que guarda bastantes parecidos.


Sin embargo, en la película se pueden advertir ciertas carencias narrativas. Es frecuente que los guionistas se ayuden de muletas para contar sus historias. Ben Lewin se sirve aquí, no de una, sino de dos de ellas. Por un lado nos encontramos con la voz en off del protagonista y, por otro, las conversaciones entre éste y su párroco, a quien le cuenta lo que ha estado haciendo. Con un poco de pericia, ambos recursos se podrían haber omitido perfectamente y haberse contado todo como el resto de la película, pero conviene decir que el error queda mitigado por, precisamente, el uso que su autor hace de ellos. No solo están para completar la narración, sino que las propias características de las herramientas tienen su aquél.

Salvando las distancias y sin olvidar que está rompiendo la coherencia con otras partes de la película, la voz en off tiene un efecto parecido al encontrado en La escafandra y la mariposa (una mente despierta e imaginativa atrapada en un cuerpo estático, que nos habla convirtiendo sus palabras en poesía desde un lugar donde nadie les puede escuchar), añadiendo así cierta belleza y lirismo a la historia; mientras que con la segunda se logra una segunda lectura: cuando el protagonista habla y, con la atención que le presta el personaje de William H. Macy, el espectador compone una segunda historia, la de este segundo personaje. Solo con estos elementos, sin que veamos nada de su vida privada y ni él cuente nada.

El de William H. Macy es un ejemplo del interés del director por el trabajo de los actores. Del mismo modo, podemos ver a una Helen Hunt completamente entregada y que exhibe una naturalidad asombrosa. Pero sobre todo es necesario hablar de John Hawkes, pues él es el alma de la película. Por Winter's bone y sobre todo por Martha Marcy May Marlene conocíamos el poder de este actor por transmitir el lado más oscuro y tenebroso del ser humano. En ésta evoca luz. El rostro cándido y espiritual pero al mismo tiempo pícaro de Hawkes, es maravilloso. Partiendo de un personaje bombón para cualquier actor, él lo eleva transmitiendo poesía e ironía casi a partes iguales y, sobre todo, por crearlo de manera que parezca verídico evitando provocar compasión. Ése es sin duda el gran logro de la película y es justo reconocer que gran parte del mérito es de su actor.



Jorge Marugán



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