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sábado, 29 de diciembre de 2012

Desmadre a la americana

Animal House (USA, 1978). Dirección: John Landis. Intérpretes: John Belushi, Tim Matheson, Stephen Furst, Peter Riegert, John Vernon, Verna Bloom, Thomas Hulce, Cesare Danovan, Donald Sutherland. Guión: Douglas Kenney, Chris Miller, Harold Ramis. Música original: Elmer Bernstein. Fotografía: Charles Correll. Montaje: George Folsey Jr. 





En 1978 se estrenaba Desmadre a la americana, comedia sobre una fraternidad que decide enfrentarse a la Universidad que le aloja debido a que pretenden cerrarles el chiringuito. Tal deseo proviene del hecho de que la fraternidad está plagada de inadaptados, sociópatas y maleantes que no hacen otra cosa que emborracharse y generar destrozos allá por donde pasan. Un argumento cien veces visto posteriormente, y es que se trata de una película que ha creado escuela, como por ejemplo en ese disfrutable producto de entretenimiento que es Aquellas juergas universitarias, el cual copia casi por completo el argumento.


Animal House, así se titula originalmente, fue un gran éxito de taquilla. Con un presupuesto estimado de tres millones de dólares, la película consiguió recaudar en Estados Unidos algo más de ciento cuarenta, a lo que hay que sumarle la recaudación en el resto de países y unos ingresos en concepto de alquiler que rondaron los setenta millones de dólares.

La pregunta que habría que hacerse es cómo una película con un argumento tan tontorrón consiguió arrasar de esa manera en lo comercial y a su vez convertirse en una indiscutible película de culto. No existe un único motivo que explique este excepcional éxito, más bien proviene de la convergencia de varios elementos que unidos la hacen ser una obra maestra de la comedia. A algunos les podrá parecer excesivo el apelativo de obra maestra, pues no se trata de una comedia especialmente inteligente o sutil, sino más bien de una especie de Porky’s con estilo, pero es que algo que consiga hacernos reír de esa manera durante ciento nueve minutos no puede ser llamada de otra manera.

Habría que comenzar hablando del guión escrito por Douglas Kenney, Chris Miller y Harold Ramis; que narra algunas de las experiencias vividas por el segundo a su paso por la fraternidad Alpha Delta Phi de una universidad de New Hampshire. Lo que hace que el guión destaque por encima del resto de sus iguales, o similares, es la sucesión de chistes efectivos y la capacidad que tienen para hacer que nos encariñemos de un grupo de personajes absolutamente detestables.

De entre esos personajes hay que resaltar al interpretado por el genial John Belushi. Su John “Bluto” Blutarsky es uno los seres más tarados que hayan pasado por la gran pantalla. Alcohólico, enfermo mental sin diagnosticar y a la vez ídolo generacional; ídolo para los disfrutaron la película a finales de los setenta y para aquellos que creemos que con el paso de los años, tanto el personaje como la película, no han hecho más que volverse más grandes e icónicos.

La dirección de John Landis es acertadísima, aportando el ritmo que necesitaba ese guión, una sobria puesta en escena y una excelente dirección de actores. Cuando dirigió Desmadre americana aun era un principiante, pero más adelante siguió demostrando su habilidad para convertir películas que en las manos de otros podrían acabar siendo un American Pie más, en obras de culto incuestionables, como Granujas a todo ritmo o Un hombre lobo americano en Londres.

Sin duda se trata de una de esas películas que se disfrutan viendo en compañía de amigos, de esas que te pueden partir la caja torácica si vas predispuesto a pasar un buen rato y liberas tu cabeza de prejuicios o pretensiones intelectualoides. Una película que apela a nuestro instintos más primarios para provocarnos la carcajada, y que sin ninguna duda lo conseguirá, si es que le dejamos.

David Sancho

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