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domingo, 22 de enero de 2012

Moneyball: Rompiendo las reglas

6/10
Moneyball (Estados Unidos, 2011).
Dirección: Bennet Miller.
Intérpretes: Brad Pitt, Jonah Hill, Philip Seymour Hoffman, Robin Wright Penn, Chris Pratt, Sergio García.
Guión: Aaron Sorkin y Steven Zaillian, sobre la novela de Michael Lewis.
Música original: Mychael Dana.
Fotografía: Wally Pfyster.
Montaje: Christopher Tellefsen.
Idioma: Inglés.
Duración: 133 minutos.



Currantes contra magnates


Una película de baseball que va más allá del baseball, al igual que La red social (2010) era una película sobre facebook que iba mucho más allá de facebook. Esta ha sido una de las frases más repetidas durante la promoción de la película en Estados Unidos, y la han utilizado por dos motivos: el primero, porque es cierto. Y el segundo, porque ambas películas comparten guionista, Aaron Sorkin.

Partiendo de la premisa de que Moneyball es, efectivamente, una película centrada en el baseball trata de lleno un puñado de temas universales, las diferencias con la cinta de Fincher salen a relucir cuando ahondamos en lo puramente cinematográfico. Mientras que la película sobre facebook era una obra cinematográfica con mayúsculas que trascendía a géneros cinematográficos -y que para más inri tenía una factura técnica envidiable de la mano de uno de los directores americanos más interesantes del momento-, la película sobre el mundo del baseball se queda a medio camino de casi todo.

Los problemas de Moneyball radican en su guión y en la dirección. Aaron Sorkin, tipo al que idolatro por sus productos televisivos -El ala oeste de la casa blanca y Studio 60 son de lo mejor que se ha estrenado en las televisiones generalistas americanas en años-, al que acompaña Steven Zaillian -con un currículum nada desdeñable-; ha dejado a un lado sus discursos grandilocuentes que tanto me gustan para centrarse en una pequeña historia sobre un equipo de baseball que tiene que buscarse las mañas para poder competir con grandes equipos que les superan con creces en presupuesto. Una historia de superación y coraje que suena a vista, y que no consigue conmover ni agitar al espectador en ningún momento.

Las virtudes de la película radican en unas interpretaciones más que solventes y en un ritmo pausado pero constante, que consigue que el espectador no llegue nunca a desengancharse. Sus principales puntos flacos residen en una dirección sin fuerza, en una historia excesivamente plana, y en unas expectativas que nunca llegan a colmarse. Demasiado lastre para una película que contaba con mimbres para haber sido grande.

David Sancho



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