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miércoles, 18 de enero de 2012

Los descendientes

7/10
The Descendants (USA, 2011).
Dirección: Alexander Payne.
Intérpretes: George Clooney, Shailene Woodley, Amara Miller, Nick Krause, Patricia Hastie, Robert Forster.
Guión: Alexander Payne, Nat Faxon, Jim Rash.
Música original: Joan Valent.
Fotografía: Phedon Papamichael.
Montaje: Kevin Tent.
Idioma: Inglés.
Duración: 98 minutos.


Tragicomedia familiar

Alexander Payne es uno de esos que tienen el privilegio de ser niño mimado por partida doble. Tanto 'mamá indie' como 'papá Hollywwod' adoran a su pequeño. Un ejemplo a seguir al que colman de premios y nominaciones. Todos se siente orgullosos de él.
Con tan solo cinco largometrajes en su haber, ya puede presumir de discurso propio. Su habilidad para la tragedicomedia como análisis de la naturaleza humana es digna de admiración. Y perfectamente equilibrada. Pienso en algunos compañeros generacionales que se ocupan de temas similares, como Todd Solondz o Wes Anderson, y veo (no tiene por qué ser malo) exceso. De surrealismo, o de pesimismo. Payne huye de los extremos, encontrando un muy delicado equilibrio entre lo contenido, lo ácido y lo amable.
Los descendientes se vertebra a través de todo un clásico en las relaciones familiares: la tragedia como motor de cambio y de unión. El coma de la madre consigue que las relaciones entre el resto de miembros se estrechen mucho más en unos meses, que durante todos los años anteriores. Por cierto, el director ya muestra su delicadeza en esa primera secuencia (más elipsis) sobre el accidente.
Humanidad. Esa es la gran virtud sobre la que se construyen los personajes de Payne. No iba a ser menos en este trabajo. Es curioso cómo consigue que empaticemos con ellos a través de sus defectos, totalmente reconocibles. El egoísmo no deja de estar presente en el comportamiento de cada uno de los individuos. Pero es un egoísmo natural, y muy humano. El autor nunca sobredimensiona, ni lo bueno ni lo malo. Una de las razones por la que sus guiones son tan buenos, es esa sutileza que evita el subrayado a toda costa.
Otra de sus muchas virtudes es la dirección de actores. Un impecable George Clooney se complementa a la perfección con su personaje. Vamos, al nivel que nos tiene acostumbrados últimamente el actor. Pero lo mismo podemos decir del joven trío que acompaña al protagonista en este doloroso periplo. El cuidado que pone Payne se nota hasta en los papeles más pequeños. Destacar a un magnífico Robert Forster como suegro con carácter; y al matrimonio que forman un maduro Matthew Lillard (qué lejos quedan los tiempos de Scream) y la televisiva Judy Geer (cuyas breves intervenciones resultan arrebatadoras).
Los descendientes es tierna, pero también incisiva. Otra magnífica pieza que su director elabora sobre las pequeñas miserias del ser humano. Aunque baje un poco el nivel respecto a la excelente Entre copas, estamos ante un filme mucha altura. En su vuelta al terreno de las relaciones familiares, tema ya tratado en A propósito de Schmidt, me gustaría destacar el tratamiento que le da a la infidelidad, en lo que posiblemente sea su mayor hallazgo. Y es que no es nada fácil ser sutil y contundente a la vez.

Manuel Barrero Iglesias



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