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sábado, 25 de noviembre de 2017

Crónicas. Gijón 2017 (II)


Por Alberto Gallardo



Lucky (John Carroll Lynch. Estados Unidos, 2017)
Sección oficial competitiva


La película póstuma del emblemático intérprete Harry Dean Stanton (Paris Texas, Twin Peaks, Alien…) es un caramelo para cinéfilos de toda índole, como mostró la ovación cerrada en los pases de prensa y público del FICX. Estamos ante un muy interesante filme construido a la medida de su actor, protagonista absoluto de una comedia dramática que sigue los últimos pasos de un hombre cínico y despreocupado, al que le alcanzan las dudas existenciales cuando vislumbra un fin próximo. El actor John Carroll Lynch (The Invitation, Fargo) debuta tras la cámara manejando con acierto el estupendo guion de Logan Sparks y Drago Sumonja, que bajo su aparente liviandad, explora sentimientos profundos, sin sermonear a la audiencia o exponerla a recursos de lágrima fácil.



El orden divino (Petra Biondina Volpe. Suiza, 2017)
Sección oficial competitiva

La candidata suiza a los Oscar también recibió el aplauso de la audiencia de Gijón, aunque por medio de recursos más convencionales. Biondina Volpe se centra en el movimiento sufragista femenino suizo, para retratar la lucha de un grupo de mujeres maduras por concienciar a sus conciudadanas de la necesidad de alcanzar el derecho a voto en la década de los 70. Como es de esperar, la lucha no es un camino de rosas, pues la película nos muestra las reticencias de una clase media conservadora y machista, que se burlará de las aspiraciones de estas mujeres. Todo está en su sitio –un poco de humor por aquí, algo de drama personal por allá, una buena dosis de didactismo social- en una película que no sorprende pero encontrará sin duda su público entre los aficionados a las feel good movies sobre conquistas sociales.


En attendant les hirondelles (Karim Moussaoui. Francia-Argelia, 2017)
Sección oficial competitiva

Con una atípica propuesta de historias cruzadas, género que creíamos superado en el cine independiente, el argelino Karim Moussaoui dibuja aquí un asimétrico retrato de la Argelia contemporánea centrando su atención en tres personajes de distintos estratos sociales, enfrentados a conflictos entre lo moral, lo político y lo emocional. La película (presente en Cannes 2017 dentro de la sección Un certain regard) posee una narrativa incómoda y, a pesar de contar con un discurso sólido, este se diluye a medida que el cineasta decide apostar por innecesarias digresiones, arriesgadas elipsis y una frialdad casi clínica en el desarrollo psicológico de unos personajes con los que cuesta encontrar vínculos emocionales.


Western (Valeska Grisebach. Alemania, 2017)
Esbilla

Gijón rescata en su sección de éxitos de otros festivales el Gran Premio del Jurado del último Festival de Sevilla. La directora Valeska Grisebach (ganadora del FICX en 2006 con su notable drama Nostalgia) filma a un grupo de obreros alemanes tratando de levantar un proyecto en un recóndito pueblo búlgaro. Su inicial aislamiento del entorno, se romperá cuando intentan obtener los recursos que les faltan para poner en marcha la obra, algo que les hará entrar en contacto con una comunidad local con la que comparten muchos más vínculos de los esperados. Sagaz parábola de pertinente mensaje político sobre el interesado enfrentamiento entre clases humildes de una Europa en lenta (re)construcción, a la que solo podría reprochársele un tramo final en el que Grisebach se niega a ofrecer un cierre claro a la audiencia. A destacar, eso sí, el notable carisma de sus actores no profesionales.


De toutes mes forces (Chad Chenouga. Francia, 2017)
Enfants Terribles

Dentro de la sección juvenil del certamen no podía faltar una buena dosis de cine social francés, de ese que apuesta por reforzar la fe de la audiencia en las instituciones dedicadas a la inserción social. La veterana Yolande Moreau interpreta a la directora de un centro de acogida de jóvenes en situación de exclusión, entre los que está el protagonista del film, un adolescente huérfano en conflicto con casi todo lo que le rodea, que entra en una peligrosa espiral destructiva mientras trata de adaptarse a un entorno de personajes desvalidos y con distintas inquietudes. Si bien se le ven las costuras a su buscado didactismo, el filme de Chenouga posee la capacidad de hablar de frente a la potencial audiencia juvenil en una clave seguramente muy afín a su sensibilidad, sin caer en el buenismo mientras afronta asuntos escabrosos como el embarazo juvenil, el suicidio o el bullying sin resultar tremendista. Interesante.

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