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viernes, 18 de septiembre de 2015

Críticas: Everest

7/10
Everest (Reino Unido-USA-Islandia, 2015).
Dirección: Baltasar Kormákur.
Intérpretes: Jason Clarke, Josh Brolin, Jake Gyllenhaal, Elizabeth Debicki, Keira Knightley, Sam Worthington, Robin Wright, Emily Watson, John Hawkes.
Guión: Simon Beaufoy, William Nicholson.
Música original: Dario Marianelli.
Fotografía: Salvatore Totino.
Montaje: Mick Audsley.
Idioma: Inglés.
Duración: 121 minutos.



El hombre contra la montaña

Por Miguel Delgado


Este viernes se estrena en nuestras pantallas Everest, la película que adapta la historia real conocida como el desastre en el Monte de dicho nombre en 1996. Hace unos años era más habitual encontrar este tipo de películas, aventuras grandes basadas en hechos reales, pero últimamente hemos visto mermada su presencia en los cines, en gran parte por el poco interés que han despertado en las últimas ediciones de premios. Everest no parece que vaya a tener presencia al menos en las categorías principales, pero eso no quiere decir nada de la calidad de la cinta, dirigida por el islandés Baltasar Kormákur, que aunque sus trabajos en Hollywood habían sido películas enfocadas a la acción como Contraband o 2 Guns, ya tenía experiencia en el género de supervivencia con Lo profundo. ¿Es, pues, un film que vale la pena o no?

Lo primero que vale la pena aclarar de Everest es que nos encontramos ante una gran producción que ha permitido desplegar un gran hacer visual. Hay varios aspectos a tener en cuenta: La fotografía de Salvatore Totino resulta un trabajo portentoso, explotando la localización con un magnifico uso de los grandes angulares. Esto hace que Kormákur pueda lucirse en no pocos planos, sobre todos aquellos que giran sobre los protagonistas, entregando vistas impresionantes para el espectador. También es destacable el uso de efectos especiales y el diseño de producción para aquellas escenas que no fueran rodadas en exteriores (En los Alpes, glaciares de Islandia y en el propio Nepal), que no desentonan en absoluto permitiendo al espectador seguir inmerso en la experiencia. Teniendo todo esto en cuenta, el 3D resulta una herramienta totalmente acertada, y es que sin duda, Everest es una de las mejores películas para disfrutar en este formato, y en la pantalla más grande que se pueda. 
Teniendo en cuenta que nos encontramos ante una película que visualmente resulta inmersiva y sin tacha (más allá de alguna cuestionable decisión esporádica de montaje), hay otros factores a tener en cuenta. Corría el riesgo de que nos encontrásemos ante la típica película de supervivencia, en las que los contratiempos, las bajas en el equipo y la épica no solo se supieran al dedillo, sino que además tiraran por caminos sensibleros de baratillo. Por suerte, tanto el guión como la dirección saben bien como incluir los elementos dramáticos de la cinta, que fluyen de manera natural, y sin recrearse en la truculencia. El director no busca la lágrima fácil y eso se agradece. Aunque, como podía uno llegar a imaginarse con una historia de esta índole, se pasa bastante mal con la odisea de estos personajes. 

Otro punto a favor es el excelente reparto que forma parte de la película, que además se realiza un trabajo más que estimable. El protagonismo se lo llevaría el trío formado por Jason Clarke, Josh Brolin y John Hawkes, que además son los que más se lucen junto con una estupenda Emily Watson. Con menos minutos en pantalla, Sam Worthington, Keira Knightley o Michael Kelly también encuentran su sitio. El único pero que se le pondría vendría en el hecho de proporcionar papeles sin demasiado peso  ni garra a actores de la talla de Robin Wright y Jake Gyllenhaal. Ambos realizan una buena actuación pero se encuentran muy lejos del nivel que les hemos visto en otros trabajos, y con una presencia muy secundaria. 
Aunque no todo es bueno, y es que llegados determinados momentos, debido al amplio número de personajes, uno puede llegar a perderse entre posiciones, horarios y campos base, aunque al final el espectador acabe situándose sin demasiados problemas. También resulta extraña la distribución del peso de los personajes en el largo clímax final de la cinta, distribuyendo de manera salomónica el protagonismo, lo que sin duda llega a chocar, terminando por no tomar ningún punto de visto en concreto. Es sin duda lo que le falta para terminar de embaucar del todo al espectador, que probablemente la disfrutará sin problemas pero no se le quedará grabada a fuego en su interior. 

En resumen, una esplendida experiencia visual (con una casi siempre interesante banda sonora compuesta por Dario Marianelli), que te mete de lleno en la montaña más alta del planeta, te cala los huesos, te duele. Aunque en última instancia le falta algo para terminar de rematar la faena, es una aventura intensa y realista, libre casi de efectismos y muy disfrutable. Y vale la pena verla en 3D, algo que no muchas veces puede decirse.



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