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martes, 26 de febrero de 2013

Blue Valentine


Blue Valentine (Estados Unidos, 2010).
Dirección: Derek Cianfrance.
Intérpretes: Ryan Gosling, Michell Williams, Faith Wladyka, John Doman, Mike Vogel.
Guión: Derek Cianfrance, Joey Curtis, Cami Delavigne.
Música original: Grizzly Bear.
Fotografía: Andrij Parekh.
Montaje: Jim Helton, Ron patane.
Idioma: Inglés.
Duración: 112 minutos.



7/10

Amor ilusorio, desamor real


Seamos claros. Blue Valentine no hubiera sido lo mismo sin la presencia de dos de los mejores intérpretes del Hollywood actual. Tanto Ryan Gosling como Michelle Williams han demostrado en numerosas ocasiones su enorme capacidad para llenar de vida a personajes complejos. Ambos pertenecen a esa rara estirpe que derrocha carisma y talento a partes iguales. Es sencillo (o eso parece) que un film cuyo peso recae de manera casi exclusiva en su pareja protagonista, salga tan bien cuando estos poseen tal calidad.

Con un par de años de retraso al fin podemos ver en las pantallas españolas uno de los filmes indies más prestigiosos de 2010. El concepto es tan básico como mostrar el amor en sus dos momentos antagónicos: el enamoramiento inicial y la descomposición final. Todo está contado con sensibilidad, y sobre todo, con gran credibilidad. Algo a lo que contribuyen decisivamente los protagonistas con su trabajo.


Desde el principio vamos viendo la fractura matrimonial que el personaje masculino se resiste aceptar, mientras el director busca el contraste permanente con los flash-back que rememoran el pasado idílico. Cianfrance nos ahorra el paso intermedio, el proceso por el que una pareja feliz llega al punto de no retorno. Tampoco es necesario. Se pueden intuir algunas de las razones que han llevado a Cindy hasta ese extremo. Visiones vitales que divergen. A ella le desespera la simpleza de Dean, su falta de inquietudes. Incluso le llega a poner nerviosa la gran dedicación familiar de él.

Aunque, en el fondo, todo se resume en un principio básico: el amor romántico está expuesto a un alto porcentaje de agotamiento. Algo que se relaciona muy directamente con otra idea muy presente: lo azaroso del amor. Una relación que empieza por estar en el momento y lugar adecuados. Y por la insistencia de Dean, que aprovecha la debilidad de Cindy. En otra circunstancia, ella jamás se hubiera fijado en él. Así, no es tan extraño que ella sea la que se acabe cansando. La tan comentada secuencia en la que una baila y el otro canta -aparte de ser encantadora- pone de manifiesto como algún momento de diversión y espontaneidad puede inclinar la balanza hacia el amor, aunque éste sea una mezcla entre lo real y lo ilusorio.

La otra secuencia clave del film tiene lugar en una hortera habitación de motel, donde se dan cita todos los sentimientos encontrados. Rencores, cariño, frustración, miedo, esperanza, lástima...un muy fiel retrato de una relación agonizante, que acaba muriendo en una violenta secuencia. Entonces recordamos la secuencia en la que Dean es apalizado por un ex-novio celoso, y el círculo se cierra.

Película sobre el desamor que se eleva gracias a la química de una pareja de intérpretes magníficos, capaces de reflejar tanto la complicidad como el frío. La ilusión del principio, y la desesperanza inevitable de una muerte anunciada. Y es que cuando uno se enamora, las probabilidades de que ese sentimiento se termine agotando son altísimas. Sobre todo, si no hay un mínimo terreno común en el que edificar algo sólido.


Manuel Barrero Iglesias



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