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domingo, 6 de enero de 2013

The Master

The Master (Estados Unidos, 2012).
Dirección y guión: Paul Thomas Anderson.
Intérpretes: Joaquin Phoenix, Phillip Seymour Hoffman, Amy Adams, Laura Dern, Jesse Plemons, Jeffrey W. Jenkins.
Música original: Jonny Greenwood.
Fotografía: Mihai Malaimare Jr.
Montaje: Leslie Jones y Peter McNulty.
Idiomas: Inglés.
Duración: 144 minutos.







9/10

Abre la mente y déjate alienar


Paul Thomas Anderson se lo toma con calma, se hace esperar cinco años entre película y película, o por lo menos así ha sido entre las tres últimas. Tal vez desearíamos que fuese más prolífico, pero si con cada película nos entrega una nueva obra maestra lo aceptaremos como si fuésemos los ciegos seguidores de la cienciología que nos presenta en su nueva película.

La película nos cuenta la fundación de la Iglesia de la Cienciología -aunque nunca llegue a mencionar su nombre por miedo a represalias legales-, la cual le sirve a Anderson como excusa para narrar la historia de un ex combatiente de la Segunda Guerra Mundial -interpretado por Joaquin Phoenix-, cuya cabeza sufre los devastadores efectos lógicos de lo que supone afrontar una experiencia tan violenta y deshumanizadora como ésta. Un tipo agresivo, alcohólico y con graves problemas para relacionarse con los demás, que encuentra cobijo en una nueva religión comandada por un carismático líder interpretado por el igualmente carismático Phillip Seymour Hoffman.

El duelo interpretativo entre los dos actores es antológico y resulta casi imposible quedarse con uno de ellos. Anderson es especialista en sacar lo mejor de sus actores, lo ha hecho en todas sus películas. Si consiguió que dos actores ligeramente limitados como Adam Sandler y Tom Cruise luciesen como auténticos eruditos de la interpretación, no cuesta imaginar lo que han dado de sí dos grandísimos intérpretes como Phoenix y Hoffman.

The Master nos muestra a un Paul Thomas Anderson evolucionado, con una narrativa más compleja; pero que no pierde esa audacia que le caracteriza, ni esa facilidad para sacar a la luz las miserias de su país natal. Con una narración poco convencional, un punto medio entre la narrativa tradicional y el estilo Malick representado en El árbol de la vida; que le viene como anillo al dedo al poco convencional personaje de Joaquin Phoenix.

Aquí no habría que darle tanta importancia a la historia en sí, como a la capacidad que tiene la película para que empaticemos con el viaje de su protagonista. Desde ese inicio en el que se halla absolutamente perdido, hasta ese proceso de alienación y posterior cuestionamiento y abandono de la secta. Como ya he dicho antes, la cienciología es solo una excusa, uno no sale de la película sabiendo mucho más acerca de ella de lo que ya sabía cuando entró; pero se nos presenta como el contexto perfecto para hablar de los mecanismos de alienación, de la debilidad humana a la hora de afrontar la realidad, y de la necesidad de aferrarnos a lo que sea para rellenar esos vacíos que se nos presentan a la hora de darle sentido.

A la postre se trata de un estudio de la condición humana y de la necesidad que tenemos de sentir que pertenecemos a algo, que no somos seres individuales desconectados de nuestros iguales, un potente alegato a favor del libre pensamiento representado tanto en lo que se cuenta como en la forma de contarlo y, sobre todo, cine con mayúsculas del que Paul Thomas Anderson siempre nos entrega.

David Sancho



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