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jueves, 13 de septiembre de 2012

The Possession (El origen del mal)


The Possesssion (USA-Canadá, 2012).
Dirección: Ole Bornedal.
Intérpretes: Jeffrey Dean Morgan, Natasha Calis, Kyra Sedgwick, Jay Brazeau, Rhys Ifans, Madison Davenport.
Guión: Juliet Snowden, Stiles White; basado en el artículo de Leslie Gornstein.
Música original: Anton Sanko.
Fotografía: Dan Laustsen.
Montaje: Eric L. Beason.
Idioma: Inglés.
Duración: 92 minutos.



3/10


Exorcismo de saldo


La sombra de El exorcista es alargada, y prácticamente imposible no pensar en la cinta de Friedkin al ver cualquier película de temática de posesiones diabólicas. Por mucho que se haya intentado tratar con un enfoque diferente, ha sido imposible superar la original.

The Possession. El origen del mal, no es ni muchísimo menos la excepción que confirma la regla, ya que la única novedad que presenta la cinta es tratar el tema desde la óptica de la religión hebrea, al transmitirse esta vez el mal a través de una caja de madera encontrada en un mercadillo que contiene un espíritu maligno llamado dibbuk.

Respaldada por Sam Raimi y su productora Ghost House Pictures, y dirigida por el danés Ole Bornedal -recordado por El vigilante nocturno y su remake made in Hollywood, La sombra de la noche-, la película se centra en una familia americana media en crisis debido a la separación de los progenitores, interpretados por Jeffrey Dean Morgan, visto en La víctima perfecta y Kyra Sedgwick, señora de Kevin Bacon y estrella catódica en The Closer.


Al igual que en su ejemplo a seguir, el diablo se introduce en el cuerpo de una niña, también de doce años, en este caso se trata de Natasha Calis. Hasta aquí los parecidos, ya que aún diciendo que la historia se basa en un hecho real, en ningún momento consigue alcanzar el escalofrío o el mal rollo de su predecesora, debido a una factura demasiado limpia, aportando únicamente realismo en la secuencia donde aparecen supuestos exorcismos reales, algo que apenas dura unos segundos. El resto peca de ser efectista y de mostrar en exceso, cayendo en ocasiones incluso en lo ridículo, dentro de una acción que no termina nunca de explotar del todo- y eso que tiene grandes posibilidades que no sabe aprovechar, como la secuencia en el depósito de cadáveres o la de los cristales rotos-, quedándose siempre a medias tintas.

Gran parte de culpa lo tiene un guión sin chicha alguna y con exceso de personajes que podrían desaparecer de un plumazo sin afectar a la trama, véase la hija mayor o el nuevo novio de la madre, encarnado por un recuperado Grant Show, sí, el de Melrose Place.

The Possession se trata pues de un filme que permanece muy por debajo de cualquier explotation surgida a raíz del éxito de Friedkin, llámese El anticristo, Exorcismo o incluso secuelas, siendo únicamente válida para acercar el subgénero a nuevas generaciones con poco nivel de exigencia.

Jesús Palop



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