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sábado, 29 de septiembre de 2012

San Sebastián 2012: Día 7


Dos pesos pesados a competición en la séptima jornada. El griego Costa-Gavras,  con casi 80 años, sigue radiografiando la realidad de nuestro tiempo. El argentino Carlos Sorín, camino ya de los 70, vuelve a la Patagonia con una de esas historias mínimas que tanto le gustan. Fuera de concurso, se presentó una de las películas más esperadas de la temporada: Lo imposible, del español J.A. Bayona.


Por Manuel Barrero Iglesias



Días de pesca (Carlos Sorín)

Tras dos películas en espacio reducidos, Sorín vuelve a la inmensidad de la Patagonia con esta película que sigue una línea de total coherencia con la filmografía anterior del director. Con ese gusto por lo pequeño, por la línea argumental casi imperceptible.

El autor vuelve a las relaciones entre padres e hijos (en este caso, hija), tema que ya trató en La ventana. En Días de pesca hay mucho más en lo invisible que en lo mostrado. Sorín deja al espectador un vasto terreno donde crear una historia que apenas se nos explica. Ni falta que hace.

El egoísmo de su personaje principal queda perfectamente retratado con pequeñas pinceladas, aunque nunca se nos muestra a un ser despreciable. Al contrario, aparece como un tipo encantador, casi entrañable en esa búsqueda de cariño.

Días de pesca, además, destaca por la variopinta fauna de secundarios que pululan por el paisaje. En especial, ese entrenador de boxeo y el pescador de tiburones. Personajes de carne y hueso que le dan aún más verdad a este film tan humano.


Le capital (Constatin Costa-Gavras)

Ahí está Costa-Gavras, octogenario que sigue haciendo ese cine comprometido que siempre le ha caracterizado. El director no ha dejado pasar la oportunidad de hablar sobre la crisis mundial, adaptando la novela de Stéphane Osmont sobre los tiburones financieros.

Una película que se sostiene, básicamente, gracias al carisma de su protagonista. Impecable Gad Elmaleh, que engrandece un personaje muy bien escrito. Alguien con una total falta de escrúpulos, pero que sin embargo nos resulta hasta encantador. Su autoconsciencia, su lucidez y su brillantez lo hacen alguien muy atractivo. Si a esto le sumamos su adicción al poder, ahí tenemos este potente retrato.

El problema es la escasa dimensión que algunos secundarios tienen, unido a un guión que cumple funcionalmente, pero que no consigue elevarse más allá. La película es sólida, pero está en la última senda del cine de Costa-Gavras, al que le falta algo más para llegar al nivel de sus obras del pasado.


Lo imposible (J.A. Bayona)

Bayona demuestra que sabe lo que se hace tras las cámaras. Después de hacer un pulcro ejercicio de terror clásico con El orfanato, se embarca en un proyecto de envergadura sin que le tiemble el pulso ni un momento. La primera media hora es apabullante, un espectáculo perfectamente orquestado. Un retrato del huracán doloroso, y muy angustioso. Sin duda, toda una lección de cine como espectáculo. Bien hecho.

Pero a partir de ahí, la película se reduzca a esa búsqueda entre los miembros de la familia, cayendo en el sentimentalismo más facilón, con manipulaciones para todos los gustos. Engaños, música que subraya, tensión forzada hasta el límite...todo lo imaginable para atrapar al espectador de manera poco honesta.


Lástima de enorme talento desperdiciado en productos muy menores. Películas que copian a otras, reproduciendo una forma de hacer cine que es una apuesta comercial segura, pero cuyos resultados artísticos dejan bastante que desear.

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