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viernes, 28 de septiembre de 2012

San Sebastián 2012: Día 6


Cine asiático para la sexta jornada del festival.  En ambas, tenemos maternidad obligada por violación. La china Emily Tang dirige All apologies, y el ya consagrado iraní Bahman Ghobadi (Las tortugas también vuelan) está detrás de Rhino Season.

Por Manuel Barrero Iglesias


All Apologies (Emily Tang)

Con su apariencia de película pequeña, All apologies termina alcanzándonos más allá de su final, haciéndose un hueco en nuestro corazoncito. En la vorágine que se convierte un Festival de cine, muchas veces no da tiempo a degustar un film cuando ya estás inmerso en otro. Pero la película de Emily Tang es de las que crecen en el recuerdo.

La China rural es el marco en el que se desarrolla una historia que empieza con tragedia, y que se centra en la rabia de unos padres abatidos por el dolor. El humano sentimiento de descargar la ira en el “culpable” recorre el primer tramo del film. La directora siempre trata el tema con suma delicadeza, sin cargar las tintas en el dramatismo de la historia.

A medida que transcurre el film, éste se va convirtiendo en un alegato en contra de la violencia contra la mujer. Pero, de nuevo, la directora huye del dramatismo obsceno, para ir construyendo un discurso sutil pero contundente. La dignidad y entereza que muestra el personaje femenino es toda una lección de humanidad.

Película sensible, sencilla en apariencia, pero que encierra un mensaje claro contra el machismo aún imperante en el mundo, en este caso concreto, en China.


Rhino Season (Bahman Ghobadi)

En el cine de Bahman Ghobadi siempre está presente el llanto por una tierra, la suya,  golpeada por propios y extraños. En los últimos años, el director se está preocupando por denunciar las situaciones provocadas por los gobernantes de su país. En Irán, siendo director de cine con voz propia, las opciones son deprimentes: Si te quedas, te arriesgas a ser encarcelado (caso de Jafar Panahi). Si quieres libertad, la única opción es el exilio (caso del propio Ghobadi).

Una tristeza que recorre este trabajo, basado en la historia del poeta kurdo-iraní Sahel, encarcelado durante treinta años, mientras a sus familiares se les dijo que había muerto. Un desgarrado grito de desolación personificado en la dantesca historia de este hombre, pero que es la historia de muchos otros.

El tono poético invade todo el film, quizás en exceso. Es cierto que hay momentos de gran belleza, pero también hay demasiada dispersión en una obra que se pierde en sí misma. Un laberinto del que no siempre sabe salir el autor, que enreda su loable propósito en una película que termina siendo muy cargante.

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