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lunes, 25 de marzo de 2013

La cocinera del presidente

5/10
Les sauveurs du Palais (Francia, 2012).
Dirección: Christian Vincent.
Intérpretes: Catherine Frot, Arthur Dupont, Jean d'Ormesson, Hippolyte Girardot, Jean-Marc Roulot.
Guión: Etienne Comar, Christian Vincent, inspirado libremente en la vida de Danièle Mazet-Delpeuch.
Música original: Gabriel Yared.
Fotografía: Laurent Dailland.
Montaje: Monica Coleman.
Idioma: Francés.
Duración: 95 minutos.



Receta tradicional

Si esta película es considerada una comedia no es, precisamente, porque haga reír al público. No recuerdo ni un chiste (si es que lo hay) en todo el film. Es su tono ligero lo que la encasilla dentro de ese género. Y es que estamos ante un ejemplo paradigmático de eso que llamamos “cine amable”. Una historia reconfortante que, además, cuenta con el atractivo de estar inspirada en hechos reales.

La cocinera del presidente recurre a ese subgénero que nos narra la amistad creada entre alguien que está en el poder y algún miembro del populacho (lo normal es que trabaje para aquél). Un claro ejemplo reciente es El discurso del rey (Tom Hooper, 2010), ganadora del Oscar que se apoya en la relación del rey Jorge VI con su logopeda. Para este tipo de cine es imprescindible ese tono liviano y complaciente. Se trata de conectar con el público, al que le reconforta ver cómo cualquier común de los mortales puede estrechar vínculos con un rey, o un presidente del gobierno (a los cuales siempre se presenta en su faceta más humana).
Christian Vincent construye su film a partir de los lazos establecidos entre un ya mayor presidente Miterrand y su cocinera. Ahí tenemos el segundo elemento que predispone al público a salir con una sensación agradable: la cocina. Un recurso explotado con asiduidad en los últimos años, y que ha dado desiguales obras, intrascendentes la mayoría de ellas. Siempre será complicado a aquella celebración del buen comer que es El festín de Babette (Gabriel Axel, 1987).

Así que entre platos exquisitos, el gusto por la cocina tradicional, la defensa de lo natural, la crítica al machismo y las entrañables conversaciones entre cocinera y presidente; vamos pasando un rato agradable. Hay poca ambición, así que poco más podemos destacar de un film que se autolimita a sí mismo. La ligereza es su mejor arma, pero también su peor rémora.

Manuel Barrero Iglesias

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