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miércoles, 27 de marzo de 2013

Los últimos días


3/10
Los últimos días (España, 2013).
Dirección y guión: David Pastor y Àlex Pastor.
Intérpretes: Quim Gutiérrez, José Coronado, Marta Etura, Leticia Dolera, Mikel Iglesias.
Música original: Fernando Velázquez.
Fotografía: Daniel Aranyó.
Montaje: Martí Roca.
Idiomas: Español.
Duración: 100 minutos.


Apocalipsis buñueliano


Al ver esta película es inevitable pensar en El ángel exterminador (Luis Buñuel, 1962). La genialidad del director aragonés convertía una idea brillante (la imposibilidad de salir al exterior) en una despiadada metáfora sobre la naturaleza humana, especialmente sobre esa clase acomodada a la que siempre le ha gustado hostigar.

Los hermanos Pastor toman prestada aquella premisa para construir su fábula apocalíptica. Una plaga que se extiende por toda la humanidad, incapaz de sobrevivir en espacios exteriores. Los autores repiten con virus devastador, también presente en su debut en el largometraje, la interesante Infectados (2009). Aquella pequeña producción estadounidense jugaba muy bien la baza de no dar ninguna concesión al espectador.

Todo lo contrario ocurre en Los últimos días, preocupada en demasía por introducir elementos que reconforten al público. Algo que personifica a la perfección de José Coronado, el típico duro de buen corazón. El film se estructura con el socorrido montaje paralelo que nos cuenta los días previos a la epidemia, pero que principalmente sirve para que los directores introduzcan el elemento sentimentaloide en la historia de la joven pareja.
Toca, eso sí, destacar el poderoso diseño de producción. Más que ver las calles de una gran urbe vacías (algo que impresiona, pero que empieza a estar muy visto), impresiona la ambientación de los subsuelos, de una crudeza ejemplar. Así como la caracterización de unos personajes, muy oportunamente demacrados. Una lástima que toda esta aspereza esté acompañada por un guión lleno de tópicos, rematados con unos diálogos tan desafortunados. Y una pena que se busque el sentimentalismo facilón en lugar de la incomodidad de su ópera prima.

Manuel Barrero Iglesias



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