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jueves, 29 de noviembre de 2012

La parte de los ángeles


The Angels' Share (Reino Unido-Francia-Bélgica-Italia, 2012).
Dirección: Ken Loach.
Intérpretes: Paul Brannigan, John Henshaw, Gary Maitland, Jasmin Riggins, William Ruane, Roger Allam.
Guión: Paul Laverty.
Música original: George Fenton.
Fotografía: Robbie Ryan
Montaje: Jonathan Morris.
Idioma: Inglés.
Duración: 101 minutos.



5/10

Loach se enternece

Parece que la edad está suavizando el cine de Loach, que recurre cada vez con más frecuencia al retrato amable, e incluso a la comedia, para seguir con su lucha social. Paul Laverty, guionista con el que colabora desde La canción de Carla (1996), es otro factor que se antoja fundamental en esta evolución. Es cierto que no han dejado de lado los dramas devastadores (El viento que agita la cebada, En un mundo libre...), pero películas como Sólo un beso (2004) o Buscando a Eric (2009) seguramente sean las más “blandas” de su carrera.


Aquí incluiríamos también La parte de los ángeles; a la que podemos etiquetar, sin temor a equivocarnos, como la típica comedia social británica. Es evidente que Loach nunca va a abandonar su lucha social, pero sí que empieza a darle la espalda a la desesperanza, para abrazar los finales felices. Recordemos cómo acababa Buscando a Eric, algo que aquí es todavía más evidente.

El personaje principal vuelve a ser el arquetipo lavertyloachniano: un pobre diablo que intenta salir de la espiral destructiva en la que anda inmerso, pero al que las circunstancias le empujan una y otra vez al desastre. En esta ocasión, el autor se decanta por un canto a la esperanza de la reinserción. El pesimismo agotador con el que solía cerrar sus obras desaparece, y Robbie tiene esa opción de recuperarse gracias al apoyo de su pareja y al hijo que acaba de tener. Eso sí, con buen criterio, Loach mantiene en segundo plano esta historia; a pesar de que últimamente las cuitas sentimentales han ocupado bastante espacio en los filmes del británico.


Es ese tutor de servicios a la comunidad es quien da el empujón definitivo para cambiar la vida del protagonista. Ahí está la importancia de no prejuzgar, de dar un voto de confianza, incluso al desconocido. A aquel que parece desahuciado. Por cierto, otra vez magnífico trabajo de un John Henshaw que ya nos regaló una memorable creación en Buscando a Eric. Y hay un elemento más que resulta decisivo para la recuperación del protagonista.

Paradojas de la vida, es el amor por el whisky la que acaba rescatando totalmente a Robbie. La importancia de tener una pasión como motor vital. Y es curioso que en esta ocasión sea una bebida alcohólica, factor que en este tipo de filmes suele ser una dificultad que ayuda a destrozar vidas (véase Mi nombre es Joe). Es de agradecer esta visión positiva de la bebida como placer que acerca a la élite a un excluido social.

Sin embargo, Loach patina en el tramo final de su obra. Una aventura bufonesca que remite a la extensa tradición del cine de atracos perpetrados por grupos de patanes. Los minutos más puramente cómicos no funcionan del todo, en un género que se le sigue resistiendo a Loach, que sin embargo acierta cuando suministra las pinceladas cómicas en pequeñas dosis en el resto del film.

Como suele ser habitual, las costuras del guión son visibles en más ocasiones de las deseables. Y los subrayados innecesarios se presentan en forma de pesada losa que aplasta la credibilidad de la obra. Vicios habituales que se hacen notar demasiado en La parte de los ángeles; película que, por otra parte, destila una innegable simpatía. Y que, como siempre, tiene un estupendo personaje principal, construido con mucho cariño y esmero.

Manuel Barrero Iglesias




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