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viernes, 17 de agosto de 2012

Café de flore


Café de Flore (USA, 2012)
Dirección, guión y montaje: Jean-Marc Vallée.
Intérpretes: Kevin Parent, Vanessa Paradis, Hélène Florent, Marin Gerrier, Evelyne Brochu.
Fotografía: Pierre Cottereau.
Idioma: Francés.
Duración: 120 minutos.



6/10

Cómo renunciar al amor

Jean-Marc Vallée se dio a conocer gracias a C.R.A.Z.Y., película marcada por la melomanía de su director, que también se daba el gusto de retratar la época en la que creció. Tras una película de época en toda regla (La reina Victoria), Vallée vuelve a las formas de su primer gran éxito. La música vuelve a ser elemento fundamental, una de las historias se desarrolla en la década de los 60, y ambos filmes comparten un estilo visual de razonable parecido.

Café de flore es una película sobre el amor. Más concretamente, sobre el dolor que provoca la renuncia a él. A través de un montaje paralelo, el autor va relacionando dos historias que, de entrada, parecen tener poco en común. La naturalidad con la que transcurre el relato enmarcado en el presente otorga a este trabajo sus momentos más inspirados. Antoine ejerce como especie de álter ego del director, y encarna a la perfección el sentimiento de culpa de aquel que rompe toda una vida en pareja. Y está la otra parte, Carole. Un personaje de exquisita sutileza, que se va introduciendo con sigilo, pero que acaba teniendo una enorme fuerza.

Mucha más forzado resulta el punto en el que se encuentran ambas historias. Una explicitud que rompe con la delicadeza que hasta ese momento reinaba en el film. La explicación final sobre la función que cumplen Jacqueline y su hijo en el conjunto de la obra es poco honesta, además de algo tramposa.

Y eso que por, sí misma, esta historia de desmedido amor maternal no funciona nada mal. Con una fotografía de nostálgica belleza, Vallé incide en la idea del necesario sacrificio que supone dejar volar en libertad al ser amado. Un desenlace en exceso dramático termina estropeando esta bella historia parisina, a la que no le hacía falta el truculento golpe de efecto para calar en la audiencia.

Así, Café de flore es un trabajo que destila sensibilidad y buen gusto, pero en el que a su director se le va la mano en más de una ocasión. Un punto efectista que ya se dejeba ver en C.R.A.Z.Y., y que nos quita la oportunidad de ver a un cineasta aún mejor de lo que hemos podido disfrutar hasta ahora.

Manuel Barrero Iglesias


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