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sábado, 4 de agosto de 2012

Terraferma

5/10
Terraferma (Italia-Francia, 2011).
Dirección y guión: Emanuele Crialese.
Intérpretes: Filippo Pucillo, Donatella Finocchiaro, Mimmo Cuticchio, Beppe Fiorello, Martina Codecasa.
Guión: Emanuele Crialese, Vittorio Moroni.
Música original: Franco Piersanti.
Fotografía: Fabio Cianchetti.
Montaje: Simona Paggi.
Idiomas: Italiano, siciliano, amárico.
Duración: 88 minutos.


El verano de Filippo

El cine italiano tiene una vasta tradición en filmes sobre la adolescencia. Los retratos de jóvenes que descubren la vida adulta pueblan la cinematografía transalpina, que ha dado unas cuantas obras inolvidables sobre el tema. También son expertos en ese cine nostálgico (muy unido al anterior) en el que el retorno al pasado tiene un claro poso de añoranza.

Un pequeño pueblo costero (otro tópico explotado por los italianos) es el gran protagonista de este enésimo relato de iniciación a la vida adulta. Lo más interesante de Terraferma se encuentra en el hecho de que el pasado que retrata sucede en el presente. Una pequeña isla con dificultades para adaptarse a los nuevos tiempos. La pesca deja de ser rentable y los autóctonos tienen que recurrir al turismo para subsistir.

El film está repleto de interesantes dicotomías (aunque a veces puedan caer en la simplificación), que se resumen en una: la lucha entre tradición y progreso. Entre los mismos habitantes de la isla se produce esa tensión. Loa más veteranos que se resisten a abandonar su forma de vida; y los que pertenecen a la mediana edad, mucho más dispuestos a dejar que entre el dinero en forma de turistas.

Y aunque Crialese no puede evitar ponerse del lado de la vieja guardia (a la que se muestra con mucha más humanidad), su mensaje final opta por la concordia y la mesura. Ni renunciar al progreso, ni entregarse a sus brazos a cualquier precio. Otra de las confrontaciones que podemos ver es, precisamente, entre los turistas y los lugareños. También aquí el director se preocupa en mostrar los pros y los contras de ese intercambio.

A medida que avanza el film, se introduce una nueva variante, la de los inmigrantes ilegales. Se nos vuelve a enseñar la doble cara de la misma moneda (y de manera muy gráfica): los que dejan dinero frente a los que se dejan la vida. Es en este tema donde el film corre el mayor peligro de caer en el manoseado cine de denuncia social. El tratamiento se vuelve farragoso y demasiado oscuro.

Película que combina momentos de altura con otros repletos de tópicos. Como ese hilo conductor que es el adolescente al que le llega el momento de confrontación con la vida adulta. Ese momento tan 'peliculero' en el que hay decisiones importantes que tomar, en el que hay que decidir entre la cobardía y la siempre complicada coherencia.


Manuel Barrero Iglesias



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