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viernes, 24 de agosto de 2012

Casa de tolerancia


L'Apollonide (Souvenirs de la maison close) (Francia, 2011).
Dirección, guión y música original: Bertrand Bonello.
Intérpretes: Hafsia Herzi, Céline Sallette, Jasmine Trinca, Adèle Haenel, Alice Barnole.
Fotografía: Josée Deshaies.
Montaje: Fabrice Rouaud.
Idioma: Francés.
Duración: 122 minutos.


7/10

Belleza que duele

Desde que el mundo es mundo, existe la prostitución. Y desde que el cine es cine, habla sobre ella. En los últimos tiempos, eso que llaman conciencia social obliga a que el tema se trate siempre con la palabra denuncia planeando de forma constante. El problema es que esos intentos suelen ser bastantes obvios y torpes, todo hecho bajo fórmulas casi de manual.

Berntrand Bonello consigue hacer un alegato en contra de la esclavitud sexual a través de un lúcido ejercicio cinematográfico. Efectivamente, el relato se desarrolla hace más de cien años, pero el director se las arregla para que el contenido sea de una actualidad asombrosa. Y es que estas prostitutas de lujo no tienen la posibilidad de escapar de su destino, por culpa de las “deudas” contraídas. Deudas injustas y desorbitadas. ¿Les suena de algo?

El autor huye de la sordidez. Al contrario, el retrato de estas jóvenes hace relucir la belleza en todo su esplendor. Muy elocuente es esa secuencia (una de las únicas exteriores) de la excursión campestre. Un hermoso canto a la gracia femenina, una demostración de que la candidez es posible incluso en cuerpos que son constantemente utilizados como mercancía.

El resto del tiempo, ellas son mostradas con sus luces y sombras. Con sus ilusiones y alegrías, pero también con sus desesperanzas y decepciones. Es Casa de tolerancia una película que va calando poco a poco, que se mete en nuestra epidermis casi sin darnos cuenta. Y en la que la belleza de las imágenes no esconde, sino todo lo contrario, la profunda desazón que nos deja la historia de estas mujeres atrapadas.

Un film que esconde tras su aparente tono frío y contemplativo, un relato lleno de pasión y dolor. Pasión por las mujeres y dolor por verlas convertidas en carne de mercadeo. Es significativo que el único personaje que accede a este mundo de forma voluntaria, tarde bien poco en huir de él.

Unos personajes magníficamente descritos en pocas pinceladas, con una vidas interiores apasionantes, que ahí están para el que quiera descubrirlas. Unos personajes de carne y hueso, incluidos la madame y los clientes. Y una película que te atrapa y te golpea sin necesidad de recurrir a sucios trucos efectistas.


Manuel Barrero Iglesias  


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