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martes, 29 de mayo de 2012

Un feliz acontecimiento

6/10
Un heureux événement (Francia-Bélgica, 2011).
Dirección: Remi Bezançon.
Intérpretes: Louise Bourgoin, Pio Marmaï, Josiane Balasko, Thierry Frémont, Gabrielle Lazure.
Guión: Vanessa Portal, Remi Bezançon; sobre la novela de Eliette Abecassis.
Música original: Mark Snow.
Fotografía: Antoine Monod.
Montaje: Sophie Reine.
Idioma: Francés.
Duración: 107 minutos.


¿Quiero ser mamá?

Tras Declaración de guerra (Valérie Donzelli, 2011), llega a nuestras pantallas otra película francesa sobre la maternidad. Ambas tienen en común un fuerte componente autobiográfico (una versa sobre las experiencias de su directora, y la otra refleja las vivencias de escritora de la novela en la que se basa). Y las dos contienen una visión sobre lo extremadamente dura que puede ser la maternidad.

En la película de Donzelli la dificultad venía impuesta por la enfermedad de un bebé que se debatía entre la vida y la muerte. El intenso desgaste era lógica consecuencia de la terrible incertidumbre. Pero en Un feliz acontecimiento es la propia maternidad la que supone un duro reto del que no siempre sale airosa nuestra protagonista.

Ahí está el gran valor del film. En la honestidad de reconocer que ser madre no es un camino de rosas, en el que todo es felicidad. Lejos de la visión idealizada que el cine siempre ha dado sobre el tema, nos encontramos con este adecuado y doloroso contrapunto. Tener un hijo es una experiencia que remueve los cimientos de la existencia, y que pone fin a la vida de joven pareja feliz. La despreocupación y la inmadurez ya no tienen cabida en el nuevo ecosistema

Y eso es algo que tiene que sufrir especialmente ella, ya que el padre siempre tiene la opción de quedar algo más aparte, y mantener cierto estatus de irresponsabilidad. El film también se preocupa por hablar mucho sobre el sentimiento de soledad que conlleva todo el proceso maternal. Aunque en muchas ocasiones lo haga de forma más bien burda, en secuencias que buscan con descaro las situaciones de contraste. Un esquematismo que también se pone en marcha para contraponer la situación de pareja antes y después del acontecimiento.

Estas líneas de trazo grueso son las que impiden que el film quede redondo. Eso sí, el meollo de la cuestión no puede estar mejor retratado. La tensión interna que vive Barbara se nos muestra tan a flor de piel que casi la sentimos nosotros con ella. A ello ayuda el excelente trabajo de una entregada Louise Bourgoin. La actriz transmite con fuerza la alegría que supone tener un hijo (que no todo es angustia, ni mucho menos). Pero también algo que es casi tabú: no siempre una mujer se alegra de haber tomado esa decisión. Algo, por otra parte, muy lógico. La honradez de reconocer la propia debilidad siempre es una virtud a tener en cuenta.

Manuel Barrero Iglesias



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