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sábado, 29 de octubre de 2016

Críticas: La madre

9/10
La Madre (España-Rumanía, 2016). 
Dirección: Alberto Morais.
Intérpretes: Javier Mendo, Laia Marull, Nieve de Medina, Ovidiu Crisan, Alexandru Stanciu. 
Guión: Alberto Morais, Ignacio Gutiérrez-Solana, Verónica García.
Música original: Vincent Barrière.
Fotografía: Diego Dussuel.
Montaje: Julia Juániz.
Idioma: Español.
Duración: 89 minutos.


Formas de amar

Por Luis López

¿Se puede amar aquello que no se desea? La respuesta es sí durante un tiempo. Justo el que tarda en cansar la novedad. Cuando ese momento llega se arrincona el objeto o sujeto. Desaparece del paisaje físico y, sobre todo, mental. No importa que siga ocupando su lugar ni que se manifieste en el margen de cualquiera de los sentidos. El sentimiento, una vez el cansancio ha hecho aparición, se oscurece de forma abrupta. O mejor, se transforma en una emoción fría y distante. Poco importan las convenciones sociales. Es muy complicado recalentar una relación que se ha enfriado. No se puede poner al fuego el cazo y esperar. El ser humano es más complejo. La estimulación necesaria para generar una respuesta se habitúa pronto a un umbral. Y sin capacidad para excitar mejor o diferente deviene el cansancio y consecuentemente el abandono.    

Laia Marull, la Madre, es una superviviente. Un personaje huidizo con la maleta siempre preparada para volar hacia otras latitudes cuando las condiciones no admiten otra posibilidad. El problema para ella es que su equipaje actual incluye a su hijo Miguel (Javier Mendo). Y la sombra de los Servicios Sociales echa su aliento sobre ambos. Para él su universo es su madre. Para ella, Miguel es más un accidente en el camino que su prioridad. Sí, es su hijo y lo quiere. Pero no hasta el punto de hacer los sacrificios que una madre tradicional, dicho con todos los respetos, haría por su vástago. Aunque Miguel trata de activar el mecanismo operativo su madre no reacciona. Al menos no en la dirección afectuosa y protectora que necesita un niño de catorce años. En la ecuación vital que ella maneja Miguel es una variable a despejar lo más lejos posible.

Por capricho de la genética y el ambiente, Miguel es un superviviente igual que su madre. Un personaje que huye para encontrarse cada vez más al borde del precipicio. Acostumbrado a la estela maternal como ejemplo correr, aunque el miedo vuelva a alcanzarle poco después, es su respuesta habitual. Como adolescente su abanico de herramientas para solucionar problemas no es muy variado. La inestabilidad es una rutina peligrosa. En su caso, destruye sus defensas hasta el mismo corazón. Además si tras cada puerta del laberinto se abre el abandono y la soledad, pronto la espiral derrotista acaba convirtiéndose en una inercia invariable. Un destino demasiado pesado para alguien que no termina de encajar en ningún lugar. Y eso que Miguel lo intenta una y otra vez. Es el verdadero motor de la historia. Hace que todo el engranaje funcione aunque ninguna pieza trabaje a su favor.

La Madre supone la tercera película de ficción de Alberto Morais. Director casi desconocido en el panorama español a pesar de una trayectoria y palmarés envidiables. Destaca el Premio a la Mejor Película, Mejor Actor y Fipresci de la Crítica Internacional con la película Las olas en Moscú (2011); o el estreno norteamericano de Los chicos del puerto en la Sección Oficial de Toronto International Film Festival (2013), entre otros. La Madre se estrenó en el Festival de Montreal dentro de la Sección Oficial a concurso, fue uno de los quince proyectos seleccionados en l’Atelier de la Cinéfondation del Festival de Cannes (2015) y en Europa se ha podido ver por primera vez dentro de la Sección Oficial de la Seminci de Valladolid. Son créditos más que notables para tener un hueco en el cine español. 



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