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sábado, 29 de octubre de 2016

Crónicas: Seminci 2016 (I)

Por Alberto Gallardo


Las Furias (Miguel del Arco. España, 2016)
Sección Oficial - Inauguración

El reputado dramaturgo y director escénico Miguel del Arco debuta en el cine con Las furias, película inaugural de esta Seminci, un intenso drama familiar de sobresaliente reparto liderado por Mercedes Sampietro en la piel de la matriarca de una familia disfuncional, cuyos trapos sucios saldrán a relucir en una intensa escapada a una antigua finca de la familia para celebrar la boda de uno de sus hijos.

En un reparto que incluye a Emma Suárez, José Sacristán, Bárbara Lennie, Alberto San Juan o Carmen Machi, destacan sobremanera Gonzalo de Castro y la propia Sampietro, que son los que encarnan los papeles con un mayor arco dramático. La película, que arriesga en una aproximación a la locura que bordea el exceso, sobrevive a la amenaza de teatralización de su guion, a pesar de un par de escenas chirriantes y un clímax demasiado dilatado. A pesar de ciertos desequilibrios el balance es notable.



Anatomía de la Violencia (Deepa Mehta. canadá-India, 2016)
Sección Oficial

La muy ecléctica directora indocanadiense Deepa Mehta, capaz de pasar de una fábula de época como Agua a un thriller de gánsters como Beeba Boys (que compitió en la anterior Seminci), se apunta ahora al cine experimental con este irregular ensayo sobre las agresiones sexuales y la búsqueda de su germen, que parte de un suceso real: la violación colectiva de una mujer en un autobús de Bombai.
Los mismos actores interpretan a los agresores en distintas fases de sus vidas -incluida su infancia- en busca de hurgar en los traumas que pueden llegar a convertirlos en violadores. La apuesta por este psicologismo un tanto obvio podría tener cierto interés, pero su análisis es simplista y su narración es mecánica. El filme, despojado de emociones, se vuelve un artefacto efectista, repetitivo y pretencioso. Un experimento fallido.



El rey de los belgas (Peter Brosens, Jessica Woodworth. Bélgica-Países Bajos-Bulgaria, 2016)
Sección Oficial

El cuarto film del matrimonio Brosens-Woodworth (Altiplano) es una ingeniosa sátira sobre la Europa moderna que sigue la odisea de un ficticio rey belga perdido por los Balcanes junto a su séquito tras una visita oficial a Turquía, justo cuando la francófona región de Valonia acababa de declarar unilateralmente su independencia. El viaje de vuelta por carretera (debido a la climatología adversa) se convertirá en un experiencia reveladora para el monarca.
La película opta por una estructura de falso documental utilizando el personaje de un documentalista británico como flemático narrador. Además de una afilada crítica a las desigualdades de Europa y su pertinente mención a los conflictos abiertos en el territorio (los nacionalismos, las instituciones caducas, los abismos culturales), el filme dota de dimensión a sus personajes y crea situaciones tan surrealistas como divertidas dentro de un conjunto notable.


Tierra de Dioses (Goran Paskaljevic. India-Serbia, 2016)
Sección oficial

Ganador en tres ocasiones del certamen vallisoletano, Paskaljevic es toda una institución en la Seminci. En esta, ocasión el cineasta serbio presenta a concurso una crepuscular historia de redención ambientada en la India y protagonizada por un anciano que vuelve al lugar donde creció, un remoto pueblo en el Himalaya en el que se reencontrará con familiares y viejos amigos.
A través de sus encuentros, iremos conociendo la historia del protagonista, aquello que le motivó a abandonar el territorio, las consecuencias de su marcha y las verdaderas causas de su regreso. La película es agradable y vistosa. También narrativamente morosa y un tanto previsible. Tierra de Dioses es un drama que recurre al exotismo de manual para sostener el interés de una historia muy vista. Se queda en correcta.



El clásico (Halkawt Mustafa. Noruega-Irak, 2015)
Punto de Encuentro

Simpática y agridulce road movie sobre dos hermanos enanos del Kurdistán iraquí que deciden emprender un alocado viaje a España para entregar unas botas al futbolista Cristiano Ronaldo. El motivo de tan loco propósito es impresionar al suegro de uno de los protagonistas, un madridista acérrimo, para que le permita así casarse con su hija y formar una familia.

La película, visualmente impecable, sabe engancharnos a las emociones de sus personajes y sus buenas intenciones no eliminan la crudeza del territorio hostil donde se desarrolla una historia que va adquiriendo tonos grisáceos a medida que avanza y los conflictos afloran. En definitiva, logra un equilibrio encomiable entre el particular costumbrismo cultural y el viaje de aprendizaje de calado dramático. Una película curiosa y muy recomendable.

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