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jueves, 4 de diciembre de 2014

Críticas: Rastros de sándalo

2/10
Rastres de sàndal (España-India-Francia, 2014)
Dirección: María Ripoll.
Intérpretes: Aina Clotet, Naby Dakhli, Nandita Das, Subodh Maskara, Rosa Novell, Godeliv Van den Brandt.
Guión: Anna Soler-Pont, sobre su novela.
Música original: Zeltia Montes, Simon Smith.
Fotografía: Raquel Fernández.
Montaje: Irene Blecua.
Idioma: Catalán, inglés, hindi.
Duración: 95 minutos.


Sin rastro de verdad

Por Manuel Barrero Iglesias

Hay películas a las que se les nota demasiado su desesperación por conectar con el público a toda costa, algo que no dice mucho a favor de la obra en cuestión. Lo incomprensible es que haya responsables (no solo económicos, también creativos) orgullosos de esto, haciendo gala de las estrategias que han usado para alcanzar el mayor número de espectadores posible. Aunque ya sabemos que el éxito no es algo a obtener en una fórmula matemática resultante de hacer test. No sabemos si Rastros de sándalo alcanzará sus objetivos monetarios, pero los artísticos -si es que los tiene- no los alcanza ni a rozar. A no ser que estos sean una exposición de una ristra de tópicos deformados por la mirada occidental.

Para la impostación de los primeros minutos existe una coartada. Esa historia manipuladora y sensiblera se nos descubre como una película dentro de la película. Hubiera sido un giro muy inteligente si la ocurrencia supusiera un verdadero punto de inflexión. Pero el film continúa la misma línea, y todo sigue sonando falso. El riesgo de intentar la prefabricación de un éxito es que la autenticidad tiene muchas posibilidades de quedar asfixiada. Y esto es lo que le ocurre a Rastros de sándalo en cada fotograma (incluyendo una decisión de casting que convierte en improbables hermanas a Aina Clotet y Nandita Das).
El cálculo se nota en cada rincón del relato. Un país exótico y de moda: la India. Una historia dramática que separa a dos hermanas huérfanas en su infancia. El posterior intercambio cultural en el reecuentro. El contraste entre la alegría oriental y la rigidez occidental. La tensión creciente, y dosificada de manera absurda. La aparición de un atractivo indio occidentalizado, ayuda fundamental para el proceso de asimilación (y de paso, meter una historia de amor). El mensaje ilusorio de que todo es posible, incluso que una niña huérfana y pobre destinada a ser explotada sexualmente acaba como estrella de Bollywood. Y toda esta aproximación vacía y superficial, revestida de espiritualidad y buenos sentimientos.

Afirma Anna Soler-Pont (escritora de la novela, productora y guionista del film) que en India no todo el mundo es pobre. Y que le interesaba mostrar esa sociedad de clase media/acomodada. Entonces, ¿qué sentido tiene mostrar antes la miseria? Suponemos que poder introducir el inefable cuento de hadas en el que la pobre chica es rescatada por un hombre rico. Modelos conservadores que se han instalado en el colectivo, proyectando una imagen pervertida de la realidad. Dejen de frivolizar con la pobreza, por favor.



1 comentario:

  1. gracias. necesitaba esto para salir del solipsismo que me provocaba leer tanta crítica rosa sobre este error de película.

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