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jueves, 14 de junio de 2012

Project X

4/10
Project X: (Estados Unidos, 2012).
Dirección: Nima Nourizadeh.
Intérpretes:Thomas Mann, Oliver Cooper, Jonathan Daniel Brown, Kirby Bliss Blanton, Dax Flame, Nichole O´Connor.
Guión: Matt Drake y Michael Bacall.
Fotografía: Ken Seng.
Montaje: Jeff Groth.
Idioma: Inglés.
Duración: 88 minutos.





Superbad Meets Cloverfield

Nima Nourizadeh debuta en la dirección con la historia de unos chavales que quieren montar un fiestazo tremendo para ascender en el escalafón social de su instituto. La cuestión es que la cosa se les va de las manos, y lo que debería haber sido una pequeña fiesta para veinte o treinta personas se acaba convirtiendo en algo parecido a la Segunda Guerra Mundial.

Grabada como si de las dos primeras entregas de Rec se tratase, la cinta tiene un cierto estilo visual deudor de este tipo de películas. Chico quiere grabar la fiesta para hacer un documental y no suelta la cámara ni aunque ello le cueste la vida. El envoltorio condicionando el contenido, no para bien, pero tampoco importa mucho.

En lo narrativo, la película es sencillita en sus inicios. Una presentación de personajes al uso, tanto por los mismos personajes como por la forma de llevarla a cabo. De ahí en adelante van teniendo cabida todos los clichés del cine adolescente. No es hasta su tramo final que rompe con este tipo de filmes para enloquecerse hasta extremos inimaginables, y acabar siendo una especie de cine de acción mezclado con algo de cine de catástrofes. Una batiburrillo de géneros que podría haber quedado simpático de no ser porque la cosa no tiene ni la más mínima gracia.

Al cocktail le añaden chicas con poca ropa, chistes de mal gusto y un mensaje irresponsable, con lo cual ya se aseguran la veneración por parte de los descerebrados adolescentes de medio mundo.

Especial atención hay que darle al mensaje de la película, el cual ya ha levantado polémica. Podría hacer una disertación acerca de lo que pueden haber querido transmitir los guionistas con esta historia, pero seguramente estaría equivocado, ya que es muy probable que ni siquiera quisiesen transmitir algo más allá del mero entretenimiento. Pero lo que está claro es que con lo que uno se queda cuando acaba la película es que ha visto a unos adolescentes de fiesta que destruyen casi un barrio entero, y lo que reciben es una palmadita en la espalda.

Reconozco que la película tiene cierto atractivo y que hasta en algún momento llegué a pensar que no me importaría estar en esa fiesta, pero conforme todo avanza el sentimiento de vergüenza ajena crece. Y al final se convierte en una especie de odio hacia esos chavales con los que se supone que tenemos que empatizar, y a los que te gustaría poder darles la tunda que sus padres olvidan al final de la película.

David Sancho



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