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martes, 19 de junio de 2012

Hysteria


5/10
Hysteria (Reino Unido-Francia-Alemania-Luxemburgo, 2011)
Dirección: Tanya Wexler
Intérpretes: Hugh Dancy, Maggie Gyllenhaal, Jonathan Pryce, Felicity Jones, Rupert Everett.
Guión: Stephen Dyer, Jonah Lisa Dyer.
Música original: Gast Waltzing
Fotografía: Sean Bobbitt.
Montaje: Jon Gregory.
Idioma: Inglés.
Duración: 100 minutos.



Mujeres al borde de un ataque de nervios

Hubo un tiempo en el que a la histeria era una enfermedad que se diagnosticaba a cualquier mujer con comportamientos que se salieran un poco de lo "normal". Y como tratamiento, nada menos que un "masaje pélvico". En pleno siglo XIX se empezó a usar el consolador con fines terapéuticos para "curar" esta enfermedad. Este momento de la historia es el escogido para ambientar una, al fin y al cabo, comedia romántica de las de siempre.

Visto ahora, todo esto nos pude resultar hasta cómico. Pero que nadie olvide nunca la gravedad de los hechos. Mujeres insatisfechas con vidas deprimentes a las que se les etiquetaba con una enfermedad mental. Algo no tan lejano de lo que ocurre hoy día, en el que un buen número de mujeres (en mucha más proporción que hombres) son medicadas para tratar la depresión, esa enfermedad cajón de sastre en la que se mete el descontento que aún provoca una cultura que no ha dejado de ser machista.

Pero volvamos a Hysteria. La directora Tanya Wexler opta por la opción fácil y ligera, por la comedia amable. Y eso que también una de las guionistas es mujer. Pero la película es una aproximación superflua, en la que la lucha feminista se reduce a los cánones políticamente correctos del cine de consumo masivo. 

Y sí, como farsa liviana funciona. Los personajes tienen encanto, y el guión fluye con desparpajo. Por supuesto, la presencia de Maggie Gyllenhaal alegra la tarde a cualquiera. Pero no le pidan mucho más a este sainete de innegable esencia británica. Y que no falten los finales felices y las perdices. Lástima que la vida no sea una grácil tragicomedia. En este relato, lo que menos importa es el sufrimiento de las pacientes, las cuales solo sirven para hacer la socarronería.

Claro que es lícito (y hasta sano) hacer humor con cualquier tema imaginable. El problema es cuando la frivolidad hace perder profundidad. Hysteria pretende mezclar en sus justas dosis la risa y la seriedad. Pero ni es brillante como una cosa, ni rigurosa como la otra. Así que disfruten de su efímero encanto... y a otra cosa.


Manuel Barrero Iglesias





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