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martes, 27 de octubre de 2015

Crónicas: Seminci 2015 (I)

Por Alberto Gallardo


Dheepan (Jacques Audiard. Francia, 2015)

La Seminci eligió para su inauguración oficial la flamante ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes. Dheepan es la última película del cineasta francés Jacques Audiard, responsable de títulos tan sólidos como Un profeta, Óxido y hueso o De latir mi corazón se ha parado. En su nuevo filme, Audiard sigue los pasos de una falsa familia de emigrantes de Sri Lanka que busca un futuro mejor en Francia, a donde logra llegar con documentos manipulados.
La lucha por la supervivencia en un entorno hostil y desconocido del protagonista no es un tema nuevo en la filmografía del director, que nos reserva un clímax violento y redentor que también es marca de la casa. Antes, ofrece un desarrollo irregular, menos atento de lo habitual a los lazos que surgen entre personajes antagónicos. A pesar de todo, una propuesta dura,  intensa y siempre interesante.


45 años (Andrew Haigh. Reino Unido, 2015)

El británico Andrew Haigh ya sorprendió en su ópera prima Weekend y se supera con su segunda película. Se trata de un drama intimista que detalla la descomposición emocional de un matrimonio con la irrupción de un fantasma del pasado del marido: el tardío hallazgo del cadáver de un amor de juventud, que sacará a la luz secretos insospechados.
Charlotte Rampling y Tom Courtenay, ambos premiados en el último Festival de Berlín, sostienen un film de poderoso guion y sutil desarrollo emocional. La película presenta el conflicto de manera creíble y profundiza con acierto en la psicología de su protagonista femenina. Se encuentra sin duda entre lo mejor del arranque de esta Seminci.


Una pastelería en Tokio (Naomi Kawase. Japón, 2015)

Tras la poética y discutida Still Water, la directora japonesa Naomi Kawase presentó en Valladolid uno de sus filmes más accesibles, el agridulce melodrama Una pastelería en Tokio, que se presentó sin hacer demasiado ruido en mayo en el Festival de Cannes y que ha supuesto una sorpresa positiva en Valladolid, donde crítica y público han acogido su emotiva historia con calidez.
Kawase ofrece un film amable y reposado, en el que juega con habilidad a contraponer los caracteres de personajes antagónicos y presenta la repostería como metáfora vital. La aparición de la enfermedad en la trama tiene en esta ocasión poco de gratuito y sirve de reivindicación frente a la virulenta reacción social contra el grave padecimiento que sufre uno de los personajes.


Nahid (Ida Panahandeh. Irán, 2015)

El cine iraní es un clásico de los festivales de cine de autor y Valladolid no ha evitado la tentación de incluir este año en su competición un film de dicha nacionalidad. Las intenciones de la directora Ida Panahandeh no distan demasiado de las de algunos filmes de Asghar Farhadi, esto es, plantear un conflicto familiar plausible también en un entorno occidental y dotarlo de la especificidad que otorga el contexto sociopolítico iraní.
Desde una óptica femenina, la directora nos invita a seguir a su heroína en su lucha por subsistir y darle un futuro mejor a su hijo, tratando de alejarlo -y alejarse ella misma- de un ex marido con adicción a las drogas y al juego. Sus intentos de escapar de esa vida encontrarán sin embargo no pocos obstáculos, algunos emocionales y otros de índole sociocultural. Es una película correcta pero de insuficiente fuerza dramática, que carece de discurso novedoso y cuya realización no lograr dotar al conjunto de una aspereza perdurable.


Incidencias (José Corbacho, Juan Cruz. España, 2015)

El gran despropósito de lo que llevamos de certamen lo protagoniza tristemente un título español. Presentada fuera de concurso, como corresponde a los filmes metidos con calzador para atraer a rostros conocidos que desfilen por la alfombra del certamen como reclamo publicitario, Incidencias es una comedia -o un intento de comedia- dirigida por José Corbacho y Juan Cruz, que no hace tanto nos regalaron la estupenda Tapas, esa ópera prima que tan bien equilibraba comedia costumbrista y drama humano.
Pero su último trabajo tiene poco que ver con aquella, pues aquí reina el humor de trazo grueso y el gag basado en el tópico rancio y el chascarrillo vulgar. La película desperdicia un conjunto de actores nada desdeñable (Lola Dueñas, Ernesto Alterio,  Carlos Areces o Imanol Arias están en el reparto) para envolverlos en una astracanada sin sentido, sin equilibrio y sin gracia, que se desarrolla a bordo de un AVE que queda parado a medio trayecto. Lo mismo que ocurre con el film, que parece un mal boceto de comedia que, por no arrancar, no arranca ni media carcajada.

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