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sábado, 27 de junio de 2015

ATLÁNTIDA 2015: Sección Oficial (II): 40 Days of Silence + Blind Dates + Fish & Cat

40 Days of Silence (Saodat Ismailova. Uzbekistán-Holanda, 2014)

La mirada de los silencios

En su primer largometraje, y siguiendo las líneas de su anteriores cortos (Zulfiya, 2002; Aral pesca en un mar invisible, 2004…), Saodat Ismailova nos introduce nuevamente en el mundo rural uzbeko a través de la historia de tres generaciones de mujeres, una de las cuales, Bibicha, la más joven, empezará un voto de silencio de 40 días que nos trasladará a su mundo interior rememorando todo su pasado para poder imaginar su futuro. Utilizando un minimalismo verbal, a veces exasperante, la directora uzbeka nos sitúa a su protagonista en casa de su abuela (con el objetivo de evadirse de la influencia externa) para cumplir esa tradición silenciosa de algunos pueblos de origen persa. 

Pero lo que en principio es un viaje interior se ve interrumpido por los continuos incidentes de su entorno, protagonizados por las mujeres de su familia con realidades y visiones de la vida diametralmente opuestas. Pero el deseo de Bibicha de encontrar en sus recuerdos muchas de sus razones vitales va mucho más allá, su mundo va transformándose y con un portentoso trabajo de fotografía (sobre todo con la aparición de transparencias continuas e imágenes difuminadas para transmitirnos los sueños o con continuos detalles de las manos) los sueños, deseos y pensamientos de la joven van apareciendo. La directora crea, así, una atmósfera turbadora, emotiva, inquietante, que define los diferentes estados de la protagonista

Con una mirada casi siempre perdida pero definitoria del estado de Bibicha en cada momento, la película transita en los entresijos de la evolución de una adolescente y de los acontecimientos que definen su desarrollo personal. La relación con la abuela, el descubrimiento del cuerpo de su tía, la primera mancha de sangre en la cama son momentos determinantes de su futura personalidad, esa que no sabemos si desarrollará finalmente debido al lugar donde tiene que vivir. Isailova incide en este mundo comandado por mujeres que parecen no compartir espacios con los hombres. Los mundos de cada una de las protagonistas definirán sus futuros y el de Bibicha será una incógnita con ese fascinante e imperdible plano final.

Román Puerta


Blind Dates (Levan Koguashvili. Georgia-Ucrania, 2013)

El humor es ciego


Es un hecho; la desdicha humana da risa. Lo demuestra una cinta tan local que se convierte en universal y con la que cualquier persona del mundo podría en cierta manera sentirse identificado. Es innegable la calidad que se desprende de las películas georgianas que desfilan por los festivales internacionales y Blind Dates brilla por encima de las demás. Dos cuarentones que viven aún con sus padres y tienen problemas para relacionarse con mujeres, deciden sumergirse en el sombrío mundo de las citas por internet. Nuestro apocado protagonista es un profesor de historia de un instituto al que sus padres tratan como un adolescente, pero su vida cambia  cuando conoce a la madre de una de sus alumnas, cuyo marido está a punto de salir de la cárcel. Pese a que puede parecer una trama un tanto sosa, lo cierto es que una vez uno empieza a ver esta comedia dramática de Levan Koguashvili, queda totalmente enganchado. 
Al más puro estilo Kaurismäki, con un gran guion, personajes entrañables, largos planos y potentes gags, revela tanto la fragilidad como la incongruencia humanas mediante unas impresionantes interpretaciones y unas sencillas localizaciones que potencian sus cualidades cómicas; una pequeña joya que nos regala escenas llenas de un humor seco, apoyándose en situaciones cotidianas que terminan por tornarse absurdas. La cámara sólo tiene que permanecer inmóvil para mostrar el patetismo de lo que observamos mientras nos reímos de las miserias que rodean al protagonista y a su entorno. De este modo, con un final claramente demoledor y poco redentor, asistimos a un profundo aunque soterrado cambio, pues aunque no evoluciona, al menos nuestro héroe parecerá darse cuenta que el amor hay que salir a buscarlo. Dolorosamente divertida, con un bizarro sentido del humor y un inimitable estilo que mezcla lo cómico y lo trágico, Koguashvili nos ofrece una paradójicamente desencantada a la par que esperanzadora visión de la realidad social que constituye una auténtica rareza para la cartelera local e internacional.

Irene Galicia

Fish & Cat (Shahram Mokri. Irán, 2013)

Retorciendo el espacio/tiempo.

Las ventajas que ofrecen los nuevos medios facilitan que cada vez más autores utilicen el plano-secuencia como instrumento para articular sus discurso. Ya no nos parece extraño ver una película rodada en único plano, algo que en tiempos pretéritos suponía toda una odisea. Ahora también lo es, pero menos. El riesgo económico desaparece, y el atrevimiento artístico se dispara. Pero cuidado, en ocasiones el uso de este recurso obedece más a una cuestión de ego que de coherencia estética. El ejemplo de Victoria (reciente triunfadora en los premios del cine alemán) lo ilustra muy bien: una película mediocre que destaca por ser un plano de dos horas y media (que, además, no era pertinente). Fish & Cat también está compuesta por un solo plano de más de dos horas, pero su uso está más que justificado en la propuesta de Mokri.

El film propone un estimulante juego espacio-temporal, en el que el plano-secuencia se convierte en un arma para construir varios flash-back que acabarán por desorientar al espectador, e incluso a los personajes. Una brillante puesta en escena que traspasa el simple ejercicio de estilo para reflexionar sobre los resortes que utiliza el cine para construirse a sí mismo. En este sentido debemos incidir en cómo maneja la tensión el director, moviéndose en un territorio cercano al cine de terror para acabar siempre bordeándolo en diversas direcciones.

Pero Fish & Cat también puede verse como una lectura de la realidad iraní. Jóvenes que intentan volar sus cometas -búsqueda de libertad- en un paraje desolado. Como el mismo Irán, el entorno ofrece unas perspectivas tristes para aquellos que, aún así, quieren volar libres. Pero la mayor dificultad se encuentra en esa presencia amenazante de unos adultos dispuestos a devorar las aspiraciones de sus propios descendientes. Una juventud que se encuentra algo perdida, incapaz todavía de librarse completamente de una tradición que pesa demasiado. 




Manuel Barrero Iglesias

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