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martes, 30 de junio de 2015

ATLÁNTIDA 2015: Sección Atlas (II). Bird People + Tu dors Nicole + La habitación azul

Bird People (Pascale Ferran. Francia, 2014)

De la necesidad de detenerse
       
Decía Jacques Tati a propósito de su imprescindible álter ego, M. Hulot, que “aún existen personas como él, gentes sencillas que han sabido guardar su personalidad, su pintoresquismo y su humanidad”; e incluso, el compatriota de Pascale Ferran fue más lejos en su humor con Mi tío (1958), donde el cineasta reivindicaba un mundo heterogéneo, de colores que contrastan, casas imposibles y seres humanos que se detienen a divagar y aburrirse antes que entregar sus existencias a una penosa condición laboral. En definitiva, individuos como tú o como yo, que, de repente, se detienen sin razón aparente y observan en derredor, siempre atentos a un punto fijo al que dirigir una mirada perdida de puro ensimismamiento. De una forma más compleja, al menos sobre el papel, Pascale Ferran recupera estas enseñanzas en Bird People, el nuevo trabajo del cineasta tras su celebrada Lady Chatterley, el despertar de la pasión (2006).     

De una riqueza desbordante, la obra de Ferran transita géneros y códigos, consciente de su condición de 'rara avis', pero también de la prodigiosa libertad que le aporta el dispositivo cinematográfico. Articulada por dos protagonistas, Gary y Audrey, sumidos en una espiral de conformismo y automatismo, ambos curiosean en el frío entorno donde transcurren los días que narra Bird People. El primero, Gary, es un ejecutivo acomodado que decide no volver a EEUU, por lo que deja por teléfono su trabajo y por Skype a su mujer; la segunda, Audrey, es una joven limpiadora de un hotel que se pregunta por las vidas de unos huéspedes que ni siquiera se percatan de su existencia. Ambos comparten la necesidad de detenerse, de plantearse preguntas, de escuchar a su voz interior.  

Tras arrancar con un prólogo protagonizado por perfectos desconocidos unidos por un viaje en autobús, Pascale Ferran despliega un dispositivo envuelto por un metafórico contexto de idas y venidas, de aviones que parten, de historias que se entrecruzan, de objetos olvidados. Y gracias a sus universales creaciones, el espectador asistirá a algunos de los instantes más significativos de la última edición del Atlántida Film Fest. Mención aparte merece la sufrida conversación vía Skype entre Gary y su mujer, o la interacción entre un gorrión y un joven oriental que lo pinta. Igual de inolvidable resultará para el espectador una secuencia donde irrumpe la música de David Bowie, en concreto su Space Oddity, mientras en pantalla se entrecruzan las pistas aéreas en un baile de líneas completamente abstracto. Entre la mágica fábula y la cruel realidad, Bird People nos deslumbra con una sinfónica lección de cine. 

Antonio Cabello


Tu dors Nicole (Stéphane Lafleur. Canadá, 2014)

Pequeña gran sorpresa

Pequeña película independiente canadiense que rebosa encanto por los cuatro costados. La cinta nos cuenta cómo Nicole pasa el verano en casa de sus padres junta a su mejor amiga mientras que ellos están fuera. El calor y la llegada de su hermano junto a unos amigos que pretenden grabar un disco, trastocará sus planes. Tu dors Nicole es una película sobre la amistad y la transición a la edad adulta, genial el personaje del niño con voz de hombre.
Rodada en blanco y negro, combina un encantador realismo con geniales destellos de surrealismo. La mezcla de estilos y tonos la convierte en una película muy dinámica -que solamente decae ligeramente en su recta final-, lejos de los ejercicios de estilo a los que nos tiene acostumbrados el cine independiente americano y que en la mayoría de los casos pecan de autoindulgentes y soporíferos. 

Una película entrañable que convierte a su director en alguien a quien merece la pena seguirle la pista.


David Sancho





La habitación azul (Mathieu Amalric. Francia, 2014)

Amores que matan

El universo del mítico autor de novela negra francés, Georges Simenon, no ha cesado adaptarse al cine y la televisión desde la década de los treinta. Sus obras, plagadas de brillantes análisis psicológicos, tramas sencillas y relaciones entre hombres y mujeres que se hallan siempre al borde del abismo, han supuesto para el inquieto actor y director Mathieu Amalric el caldo de cultivo perfecto para su nueva inmersión cinematográfica. Se trata de un croquis, una acuarela, un trazo concebido con la misma rapidez que la del novelista. La trama describe un adulterio de provincias pero que presenta de manera soberbia una pasión devoradora, destructiva y sin límites. 

Una cinta repleta de diálogos, idas y venidas entre pasado y presente y dos cautivadores protagonistas dibujan este thriller plagado de pasiones, sospechas, vecinos curiosos, citas clandestinas y jueces inquisidores y deseosos de poder esclarecer y comprender la realidad. Una realidad en la que en el fondo poco importa la resolución del enigma y descubrir quién es el asesino; pues no estamos ante un filme policiaco, sino que lo esencial son los seres humanos, las fuerzas que los empujan a unos contra otros, que los acercan, que los alejan y el modo en que se despedazan como auténticos depredadores

La película tiene un punto experimental y puzzlesco a lo Georges Perec en un despliegue tipo mosaico entre pasado y presente, que además está perfectamente hilado con una edición fríamente calculada. Los flashback y la investigación policial se integran a la perfección en este filme más erótico que festivo que consagra a Amalric no solo como un gran actor sino como un enérgico realizador.


Irene Galicia




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