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lunes, 24 de junio de 2013

Mi encuentro con Marilou

5/10
Bienvenue parmi nous (Francia, 2012).
Dirección y guión: Jean Becker.
Intérpretes: Patrick Chesnais, Jeanne Lambert, Miou-Miou, Jacques Weber, Sally Micaleff.
Guión: Jean Becker, François d'Épenoux, Marie-Sabine Roger; sobre la novela de Eric Holder.
Fotografía: Arthur Cloquet.
Montaje: Jacques Witta, Franck Nakache.
Idioma: Francés.
Duración: 92 minutos.


Bienvenidos a la vida

Parece tener predilección Jean Becker por las historias que unen a dos personas que habitan mundos opuestos. Una fórmula que suele dar buen resultado ante la audiencia (ahí tenemos el éxito de Intocable), aunque tan establecida que resulta complicado encontrar sorpresas en el tratamiento de estos relatos, los cuales suelen tender a la amabilidad. A Becker le salió bastante bien Conversaciones con mi jardinero -gracias, sobre todo, al personaje que bordó Jean-Pierre Darrousin-, volviendo a la misma receta en Mis tardes con Margueritte.

Insiste en Mi encuentro con Marilou el director con una relación marcada por una enorme diferencia sociocultural, a la que en este caso hay que añadir la desigualdad generacional. Un pintor anciano, deprimido y al borde del suicido. Una adolescente casi marginal, a la que su madre -maltratada por su novio- ha echado de casa. En el peor momento de sus vidas, ambos personajes terminan ayudándose casi por necesidad.
Como es previsible, el inicio de desconfianza acaba en una relación de profundo cariño y respeto mutuo. Y aunque el film no se sale de lo esperado, sí hay que destacar la forma de retratar los sentimientos del pintor respecto a Marilou. Una actitud paternal mezclada con la admiración por su belleza (hasta tal punto que vuelve a disfrutar con el pincel). Pero nos referimos a belleza en el amplio sentido de la palabra. Esa vitalidad juvenil, la despreocupación, incluso la inocencia. Hasta la física, por qué no. Pero no hay connotación sexual ninguna en este embelesamiento, al contrario, el protagonista se convierte en la figura paterna que la joven necesita.

Becker y su oficio nos narran esta historia con mucha sensibilidad, haciendo que el trayecto nos resulte agradable. Eso sí, no esperen ningún sobresalto que le dé un poco de emoción al viaje. Y, cuidado, que a veces hay algún elemento chirriante que puede perturbar la armonía del espectador. Hablamos de la joven Jeanne Lambert, que ofrece un trabajo muy irregular en el que no siempre consigue la naturalidad que persigue esta obra.

Manuel Barrero Iglesias


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