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martes, 7 de octubre de 2014

Crónicas: Sitges 2014. Día 2

Por Manuel Barrero Iglesias


Young Ones (Jake Paltrow. Estados Unidos, 2014)
Oficial Fantàstic Competición

La mezcla entre western y apocalipsis funciona de maravilla en la que es segunda película de Jake Paltrow. El director aprovecha una premisa (sorprendentemente) poco utilizada en el cine apocalíptico: la escasez de agua. Esto le sirve a Paltrow para dibujar una ciencia-ficción bastante realista, mientras el escenario desértico le permite acudir al género americano por excelencia. De hecho, volvemos a las raíces de aquella época. Entonces, era la búsqueda de la tierra prometida y sus riquezas. En el futuro que dibuja Young Ones lo que está en juego es la lucha por la supervivencia, pura y dura. No son ni el oro los bienes preciados que todos buscan, sino el mismo agua. Lo que no cambia es la mezquindad humana, capaz de pasa por encima de sus semejantes para conseguir sus propósitos.

Paltrow construye un western de bases muy sólidas en el que no falta casi ningún elemento clásico. La lucha por mantener la propia tierra ante cualquier adversidad, la integridad del héroe, la complejidad del villano, y la historia de venganza contada con mucha habilidad. No faltan las dosis justas de toque crítico, y tampoco el personaje mecánico fundamental para el desarrollo del film. Ese robot de carga que se come la pantalla cada vez que aparece, y eso sin decir una sola palabra. El cuidado en su diseño ejemplifica lo que es un proyecto al que se le notan el mimo y la calidad.  


Musarañas (Juanfer Andrés, Esteban Roel. España, 2014)
Oficial Fantàstic Competición

Como comedia negra, al film le cuesta arrancar. Mucho. Aunque una vez que lo hace, ya no hay vuelta atrás. Al fin Macarena Gómez puede comprobar hasta dónde puede llegar el límite de su histrionismo sin que nadie la contenga. Ese último tramo es una acumulación de excesos que harán las delicias de los aficionados al cine de género más bizarro y pasado de rosca. Especialmente sublime es el momento en el que aparece Carolina Bang. Musarañas parece todo un preámbulo para llegar a unos minutos finales desatados.

Porque como drama terrorífico la película nunca acaba de arrancar. Dos hermanas viven solas en la España de los cincuenta, y sobre una de ellas cae todo el peso de la opresión de la época. El ambiente es asfixiante -la trama se desarrolla casi únicamente en esa casa-, un aire irrespirable por culpa de secretos del pasado. Los elementos puestos en juego para mostrarnos esta atmósfera son más discutibles. La precariedad de los diálogos y la irregularidad interpretativa se pueden entender dentro del espíritu de un proyecto de este tipo. Hay otras cosas más difíciles de justificar, como el gusto por las metáforas obvias y las sobreexplicaciones. O la presencia repetitiva del personaje de Tosar. Hay demasiado cliché en un trabajo que, por otra parte, tampoco esconde su vocación. 



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