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jueves, 6 de marzo de 2014

Oh Boy

8/10
Oh Boy (Alemania, 2012).
Dirección y guión: Jan Ole Gerster.
Intérpretes: Tom Schilling, Katharina Schüttler, Frederick Lau, Justus von Dohnányi, Ulrich Noethen, Michael Gwisdek.
Música: Cherilyn MacNeil, The Major Minors.
Fotografía: Philipp Kirsamer.
Montaje: Anja Siemens.
Idiomas: Alemán, inglés.
Duración: 83 minutos.







Un día en la vida

Por Sofia Pérez Delgado
(La película del día)


I read the news today, oh boy
About a lucky man who made de grade
And though the news was rather sad
Well I just had to laugh

(A day in the life, The Beatles)


A finales del 2013, pasó de manera simultánea por nuestro país en la Muestra de Cine Europeo de Segovia y el Festival de Cine de Gijón Oh Boy, casi al mismo tiempo que ganaba el Discovery a la mejor ópera prima en los EFA. Triunfadora absoluta de los pasados Premios Lola de su país hace ya casi un año, se estrena en cines una auténtica revelación de lo que sería el conocido como Joven Cine Alemán del Siglo XXI, formado por una generación de nuevos directores temáticamente interesados por los problemas de la juventud. Sin embargo, la ópera prima de Jan-Ole Gerster abre un nuevo camino de extremo cuidado formal frente al hiperrealismo y la sencillez visual que suele caracterizar a las películas de esta corriente.

Calificada como comedia, Oh Boy realmente es una historia melancólica y dramática. Al igual que su casa, en la que lleva viviendo semanas y aún no ha desembalado las cajas, Niko todavía tiene que desembalar su vida, pero no sabe cómo hacerlo. El vacío existencial de este berlinés veinteañero se irá desvelando a lo largo de un día, en el que vivirá todas las desventuras y excentricidades a las que se puede enfrentar una persona dentro de la cotidianidad, a través de diferentes episodios muy marcados (quizás demasiado) con personas más o menos cercanas. Oh Boy podría entenderse como una versión masculina y pesimista de Frances Ha (-2013-, que también se estrena el mes que viene), en su reflejo de una generación que busca encontrarse a sí misma, en muchas ocasiones sin éxito. Coetáneos como son, Frances afronta las situaciones con una sonrisa y actitud positiva, lo cual le hace salir adelante, mientras que la permanente mirada hastiada hacia todo y todos por parte de Niko (interpretado con gran carisma por un excelente Tom Schilling), parecen destinarle a un inevitable callejón sin salida del que ni siquiera se esfuerza por salir.

La naturalidad (buscada) de Frances Ha no es tampoco tal en Oh Boy, que como hemos comentado, es una película muy conscientemente estilizada. Jan-Ole Gerster se acerca más a la Nouvelle Vague y a los primeros trabajos de Jim Jarmusch, que a la personalidad de los contemporáneos alemanes con los que se formó, Tom Tykwer y Wolfgang Becker, siendo de este último asistente en Goodbye Lenin!, y realizando en 2004 el documental sobre la creación de la película, Der Schmerz geht, der Film bleibt. Gerster presenta un Berlín tan bohemio como deshumanizado, a través de encuadres que parecen sacados de fotografías de Dorothea Lange (especial atención al plano del protagonista en el cajero junto al mendigo), que se compensan con otros momentos de cámara en mano y fondos difuminados. Las imágenes están casi todo el tiempo acompañadas de la música de jazz de The Major Minors, muy del estilo de George Gershwin, unida a melancólicos temas de piano de la cantautora Cherilyn MacNeil.

La historia de Niko podría extrapolarse a cualquier joven de cualquier lugar, pero, al mismo tiempo, sólo podría ser alemana. Gerster hace una radiografía de diferentes aspectos de la sociedad alemana, como por ejemplo los tabúes sobre el nazismo, un tema que, más que superado, parece enterrado y oculto. El director y guionista también se acerca a los problemas del arte más academicista frente al contemporáneo, haciendo una crítica incluso a la vulgaridad del propio cine de su país (en la escena del encuentro con el actor y el rodaje de la película). Estas cuestiones están sin embargo introducidas en una relación de historias no siempre conseguidas al mismo nivel. Le cuesta fluir con soltura, se la siente una película en ocasiones demasiado pensada.

Oh Boy revela a Tom Schilling como el mejor actor alemán de su generación. Schilling le da a su Niko toda una colección de matices casi imperceptibles. A su alrededor van apareciendo importantes figuras del cine alemán, como Frederick Lau (La ola -2008-), la breve aunque siempre estimulante presencia de Katharina Schüttler (Llega el día -2009- o Caída libre -2013-), un camaleónico Justus von Dohnányi (El experimento -2001-) o Ulrich Noethen, a quien pudimos ver hace poco en Hannah Arendt (2012). Merece una mención especial Michael Gwisdek, que ganó el Lola al mejor actor de reparto por un papel de no más de 7 minutos prácticamente al final de la película, en una escena clave que resume toda la esencia de la misma. Si bien su personaje está demasiado evidentemente introducido para encauzar el camino del protagonista, Gwisdek le aporta suficiente personalidad como para transformarlo en independiente y fundamental para la trama.

Oh Boy es un estético estudio de un modelo de juventud presente, que intenta rebelarse en contra de los convencionalismos del cine actual desde mecanismos herederos de la modernidad. Algo como lo propuesto por Jonás Trueba en Los ilusos (2013), pero de manera menos radical, con una poética visual basada en las referencias, que, aunadas, erigen una obra con entidad propia. 





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