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jueves, 20 de marzo de 2014

Jimmy P.

6/10
Jimmy P. (Francia-USA, 2013).
Dirección: Arnaud Desplechin.
Intérpretes: Mathieu Amalric, Benicio Del Toro, Gina McKee, Larry Pine, Jospeh Cross.
GuiónArnaud Desplechin, Kent Jones, Julie Peyr; sobre el libro de Georges Devereux.
Música original: Howard Shore.
Fotografía: Stéphane Fontaine.
Montaje: Laurence Briaud.
Idioma: Inglés.
Duración: 117 minutos.



La enfermedad del alma

Por Sofia Pérez Delgado

Afirma el director francés Arnaud Desplechin que sus películas “no parten de la realidad, sino del subconsciente.” [i] La idea de exploración de la mente, de la distinción entre la realidad y la alucinación, está muy presente en su último trabajo, Jimmy P. Basado en Reality and dream: Psychotherapy of a Plains Indian (1951), del antropólogo y psicoanalista francés de origen húngaro Georges Devereux -cuyo nombre real era Győrgy Dobó- cuenta el caso concreto de Jimmy Picard, un indio nativo que, tras sufrir un accidente en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial, no puede recuperar su vida normal debido a que padece fuertes dolores de cabeza y cegueras temporales. Por ello, es internado un hospital para veteranos de guerra, en el que los médicos afirman que está físicamente sano. Dado que su “enfermedad” parece ser de origen psicosomático, Jimmy comenzará a recibir tratamiento por parte del propio Devereux, que intentará averiguar de dónde vienen sus males a través del estudio de su procedencia y su etnia, pero también de sus recuerdos, sus sueños y su fuerte sentimiento de complacencia hacia el sexo femenino. Su desarrollo en un entorno carente de una figura masculina fuerte, siempre dominado por mujeres (su madre, su hermana, su ex esposa, su hija) revelará un complejo de Edipo mal superado (recordemos que Jimmy sufre cegueras, que podrían interpretarse como “voluntarias”) que se manifiesta en forma angustia como reacción al complejo de castración enunciado por Freud.


Desplechin, habitual de los grandes festivales como el de Cannes -en cuya pasada edición presentó Jimmy P.- transforma en imágenes la concienzuda investigación de Devereux, con resultados desiguales. La película tiene sus momentos más atractivos cuando la acción se centra en la curiosa relación que surge entre dos personajes diferentes en todos los sentidos. La complicidad está acertadamente manifestada por Benicio del Toro y Mathieu Amalric (en su cuarta colaboración con el director), a pesar de que ambos intérpretes se encuentran peligrosamente en el límite de la sobreactuación, algo que finalmente impregna toda la cinta. Su efectismo sutil pero evidente queda patente en el uso reiterado de los flashbacks, o de recursos como los escritos leídos a modo de expresión de sentimientos en voz alta. Todo ello acompañado de la banda sonora de Howard Shore que, sin llegar a ser molesta ni protagonista en exceso, está demasiado utilizada para subrayar momentos y emociones.

Tampoco acaban de resultar satisfactorias las representaciones oníricas que realiza Desplechin, que se supone son deseos y fragmentos de la memoria del protagonista; pero tal como los rueda el director, no terminan de parecer expresiones de su alma malherida. Las dolencias de Jimmy son una exteriorización de los traumas y miedos internos de, al menos, una parte de la sociedad. Esto viene en relación con los estudios de Deveroux sobre la identidad, estableciendo que sólo se pueden tratar los problemas psíquicos de manera completa a través del conocimiento de los orígenes y la cultura de aquel a quien se está tratando. Sin embargo, contradiciendo las ideas de Deveroux, Desplechin no llega a centrarse en la problemática indígena en Estados Unidos ni en sus condiciones precarias. Son aspectos que sólo aparecen esbozados y que, una vez vista la película, nos siguen pareciendo tan ajenos como antes.

Jimmy P. es una película mucho menos distante que la racional Un método peligroso de David Cronenberg (2011), pero en la que, sin embargo, se nota demasiado su origen fragmentado de los apuntes de un psicoanalista. En un principio interesa saber qué le ha ocurrido a Jimmy, pero, finalmente, ¿está “curado”, o volverán los padecimientos cada vez que reprima algún tipo de frustración? Según se va descubriendo que no hay ninguna conclusión concreta, o peor, que aunque la hubiera, probablemente no llegaríamos a comprenderla del todo, se establece un distanciamiento hacia lo que se está contando que, si bien no es insalvable, provoca en conclusión cierta indiferencia.





[i] Entrevista realizada a Arnaud Desplechin en El Cultural, 27 de de Marzo de 2009 http://www.elcultural.es/version_papel/CINE/25033/Arnaud_Desplechin




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