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martes, 18 de marzo de 2014

La bella y la bestia

2/10
La belle et la bête (Francia-Alemania, 2014).
Dirección: Christophe Gans.
Intérpretes: Vincent Cassel, Léa Seydoux, André Dussollier, Eduardo Noriega, Myriam Charleins.
Guión: Christophe Gans, Sandra Vo-Anh.
Música original: Pierre Adenot.
Fotografía: Christophe Beaucarne.
Montaje: Sébastien Prangère.
Idioma: Francés.
Duración: 112 minutos.


Ni bella ni bestia

Los franceses también se apuntan a la moda de actualizar los cuentos clásicos. Aunque, como buenos franceses que son, se quieren separar de esa línea hollywoodiense de épica fútil con las que nos han castigado gente como Tim Burton (Alicia), Bryan Singer (Jack) o el tal Rupert Sanders (Snow White). Sin llegar al extremo arty de la Blancanieves de Pablo Berger, esta adaptación de La bella y la bestia parece buscar el punto intermedio entre arte y espectáculo. El encargado de llevar a cargo tan complicada empresa es Christophe Gans, quien obtuvo cierto prestigio como director de género gracias a Crying Freeman (1995) y El pacto de los lobos (2001). Desde Silent Hill (2006) no había dirigido ningún largometraje, atreviéndose ahora con un clásico de la literatura francesa.

Presume el director de ser el primer en adaptar la obra original (al menos, la primera publicada), escrita por Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve en 1740. Recordemos que las dos adaptaciones más notorias -Cocteau y Disney- tienen como base una versión abreviada de 1756. Se supone que la de Villeneuve, al ser más extensa, da mayor riqueza a los personajes y situaciones. Algo que debiera haber aprovechado Gans para dar consistencia a su film. Pero algo falla cuando todo nos parece infinitamente más plano que la versión de Disney.

Si la intención era otorgar mayor entidad al discurso, no se entiende la caricaturización extrema de las hermanas o el villano. Por mucho contexto que trate de introducir, la película jamás profundiza en nada. Ni siquiera es capaz de retratar con un mínimo de pericia el momento clave del relato, siendo el enamoramiento de los protagonistas un fenómeno que surge de la nada. Por supuesto, tampoco encontramos esa metáfora sobre el mundo actual que Gans quiere transmitirnos.

Habla también el director de las referencias a las mitología griega y romana, con Ovidio a la cabeza. Incluso nombra a Miyazaki, que también juega con esas relaciones entre dioses, formas animales y hombres. Pero el uso que hace el director de estos elementos también es tremendamente superficial. Desde los flash-back que cuentan el pasado de la Bestia hasta esos animalillos digitales que no se sabe muy bien qué pintan por ahí. Por cierto, ahí está otro de los grandes problemas del film, el nulo encanto de sus digitalizadas criaturas.


Ya decimos que como film que pretende dar una lectura más profunda al clásico, fracasa de forma estrepitosa, dando la impresión de imponerse el artificio visual al poderío narrativo. ¿Que sólo quería ser un cuento sin más pretensiones? El estrépito del fracaso es aún mayor, en una película que es todo aburrimiento. Para eso ya tenemos a Disney, cuya versión rebosa agilidad y diversión. La bella y la bestia (2014) termina siendo una amalgama de referencias incapaz de desarrollar personalidad propia.

Manuel Barrero Iglesias



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