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jueves, 28 de noviembre de 2013

Blue Jasmine

7/10
Blue Jasmine (Estados Unidos, 2013).
Dirección y guión: Woody Allen.
Intérpretes: Cate Blanchett, Sally Hawkins, Bobby Cannavale, Alec Baldwin, Peter Sarsgaard.
Fotografía: Javier Aguirresarobe.
Montaje: Alisa Lepselter.
Idioma: Inglés.
Duración: 98 minutos.



El azul no es un color cálido

Debo reconocer mi desconcierto ante Blue Jasmine, nunca había sufrido tal grado de desorientación ante una obra de Woody Allen. Y estamos hablando de una carrera con más de cuarenta títulos. No se trata de que el film sea irreconocible dentro del universo alleniano. Al contrario, podemos identificar inmediatamente el estilo del director, así como muchas de sus claves. Pero es una película que nunca sale por donde esperas. Lo cual es muy estimulante.

El primer gran elemento disruptivo es la ciudad en la que se desarrolla gran parte de la acción. Es cierto que ya hemos visto varias películas de Allen rodadas fuera de Nueva York; pero Barcelona, París o Roma estaban bajo el prisma de la devoción turística. Nada que ver con el uso de San Francisco como ciudad tosca que se contrapone a la sofisticación neoyorquina. Por cierto, que Allen no abandona del todo su ciudad natal, la cual aparece en esos saltos temporales que nos muestran -una vez más- la vida de la clase alta (y superficial) de sus paisanos.

La mirada crítica hacia la gente acomodada ha sido una constante en la obra de Allen. Desde la demoledora en Delitos y faltas hasta la liviana de Todos dicen I Love You, pasando por un amplio espectro. Es raro -especialmente en sus obras más recientes- que no haya algún personaje diana de esos dardos envenenados. Ya conocemos ese retrato de la alta sociedad, aunque en esta ocasión Allen lo hace sin demasiada pasión. Diera la sensación de que esos tramos son puramente funcionales, para contrastar con el presente de la protagonista.

Así que la perplejidad que Allen lleva ya años mostrando ante el estilo de vida superficial que le rodea se concreta finalmente en un film que hace del tema su leitmotiv. Jasmine representa a esas mujeres cuya única preocupación es cazar un hombre con dinero que las mantenga. A partir de ahí, la pérdida de vista con la realidad es brutal. 

El contraste entre ricos y pobres es un tema bastante sobado, y a Allen le falta algo de chispa para hacernos llegar toda la ironía y el sarcasmo al que nos tiene acostumbrados. Es como un Allen en baja forma. O quizás sea que el carácter tan amargo que tiene el film el que aplasta cualquier atisbo de comedia. El caso es que uno siempre espera brillantez cómica en las réplicas y contrarréplicas de los diálogos allenianos, algo que apenas podemos ver aquí.

Y es que Blue Jasmine es una película que continuamente incumple expectativas (no siempre eso es negativo). Allen se despega también del típico relato en el que el rico tiene que bajar a la realidad, y allí descubre lo realmente importante de la vida. Ni siquiera explota la posibilidad de un despertar sexual en forma de romance tórrido con un hombre de la calle. Lo más genial del film es que Jasmine sigue siendo la misma hasta el final, buscando las mismas cosas y cayendo en los mismos errores. A pesar de una experiencia bastante traumática, el recorrido que hace el personaje la lleva hasta el mismo sitio en el que estaba (algo que ya hemos visto en la filmografía de Allen).

Todo esto es lo que provoca que el relato sea tan cruel con su protagonista. No porque el personaje "caiga mal" (que en la realidad, sería insoportable), ya que el director se preocupa por entender su (i)lógica interna, llenádolo de humanidad. Por cierto, que el trabajo de Cate Blanchett también me produjo desconcierto. Hay una gran cantidad de momentos en los que ella es Jasmine. Y Jasmine es ella. Pero hay otros (los más alterados) en los que parece una imitación de Judy Davis (Maridos y mujeres, Desmontando a Harry). La que conquista limpiamente es la grácil Sally Hawkins.

A Woody Allen le ha salido una película árida, en la que hay poca clemencia con sus personajes. Hombres o mujeres, ricos o pobres, egoístas o generosos. Sean como sean, la mediocridad anida en cada uno de ellos. Y lo peor es que el futuro les depara esa misma mediocridad, porque a ciertas edades es muy difícil cambiar. Aunque el cine se empeñe constantemente en recordarnos que sí se puede. 


Manuel Barrero Iglesias





1 comentario:

  1. Creo que el film bebe de muchas influencias estimulantes. Entre ellas, de los Morancos.

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