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miércoles, 27 de noviembre de 2013

Los juegos del hambre: En llamas

7/10
The Hunger Games: Catching Fire (Estados Unidos, 2013).
Dirección: Francis Lawrence.
Intérpretes: Jennifer Lawrence, John Hutcherson, Liam Hemsworth, Philip Seymour Hoffman, Stanley Tucci, Woody Harrelson, Elizabeth Banks, Toby Jones, Donald Sutherland.
Guión: Simon Beaufoy, Michael Arndt; basado en la novena de Suzanne Collins.
Música original: James Newton Howard.
Fotografía: Jo Willems.
Montaje: Alan Edward Bell.
Idioma: Inglés.
Duración: 146 minutos.



Panem et circenses

Los juegos del hambre: En llamas es justamente lo que debe ser, lo que esperas que sea, por lo que pagas la entrada; y eso no suele ocurrir. Una película que supera con creces las expectativas, que maneja su género con excelencia y que, incluso, aporta más abanico de sensaciones y despliegue de matices del que, a priori, se espera en una cinta de sus características.

El argumento continúa donde lo dejamos en la primera parte de la trilogía. El mundo de Panem está convulsionado, los últimos Juegos del hambre (ese brutal reality show en el que los jóvenes pelean a muerte en una suerte de entretenimiento teñido de amenaza) no han salido como el Presidente Snow quería. Katniss Everdeen, la tributo del Distrito 12, desafió las reglas del Capitolio amenazando con suicidarse junto a su compañero Peeta, proclamándose ambos ganadores de los Juegos.

En esta segunda parte, los acontecimientos de los 74º Juegos del hambre han provocado una chispa de rebelión en los Distritos que el Presidente Snow no puede tolerar, así que amenaza a Katniss para que demuestre que sus actos solo fueron provocados por el amor y no por la rebeldía, con la intención de detener el posible levantamiento.

El metraje es largo, pero el ritmo es el adecuado desde el primer momento. Considero un acierto especial, el hincapié que se hace en los acontecimientos previos a la arena, durante la Gira de la Victoria, que nos permiten un desarrollo de personajes más profundo, una complejidad moral mayor y un amplio conocimiento de la situación que viven los protagonistas en ese universo distópico de Panem. Universo que continúa ampliando sus horizontes en esta nueva entrega. Precisamente, esa relativización de los Juegos y las luchas, a favor de lo que ocurre en el exterior, es el primera mejoría que veo entre esta película y su predecesora.

El nuevo director, Francis Lawrence -que sustituye a Gary Ross al frente del rodaje y que continuará en las dos siguientes partes de la saga- ha mantenido una concordancia visual y estética con respecto a la anterior, pero ha querido llevarnos por un camino más complejo, profundo y melancólico. Ha conseguido enfrentarnos, no solo al instinto de supervivencia y al miedo imperante en la primera cinta, sino a los dobleces morales y a las consecuencias de las decisiones tomadas que acosan a los protagonistas durante las casi dos horas y media que dura la película.

La realización es impecable, el maquillaje y el vestuario llamativo y adecuado, la dirección artística sobrecogedora -polarizando la sociedad de esa realidad alternativa con dos modos de vida completamente diferentes, el sencillo y terroso mundo de los Distritos y el estridente y kitch sobrecargo del Capitolio-. Se nota un mayor despliegue de medios tanto en el rodaje como en la postproducción y efectos digitales. Las secuencias de acción son narradas con un tempo trepidante, que bien podría ser tomado como referencia. Pero además de angustiarte y tenerte en tensión, esta película consigue emocionarte, hacerte sentir, empatizar con los personajes en sus dudas, sus fallos y sus traumas.

Todo esto es soportado por las potentes interpretaciones de sus actores, imponiéndose la de la oscarizada Jennifer Lawrence; perfecta en su papel de heroína imperfecta, casual, introvertida y furiosa. Una interpretación sutil, nimia en muchos casos, profunda y certera prácticamente siempre, que crea una simbiosis con su personaje difícilmente esperable en una película de acción para jóvenes. Y es que a través de su mirada y su emoción podemos creernos a esa joven asustada y traumatizada que no quiere convertirse en símbolo de nada -sino tan solo protegerse a ella y a los suyos-, pero que al mismo tiempo es una luchadora nata y una mujer valiente e inteligente, dualidad difícilmente digerible sin la ayuda de una sobresaliente Lawrence.

Mención especial merecen además, Donald Shuterland -como siempre espectacular- con su aura de maligna y fría autoridad emanando tan solo de sus acuosos ojos, pero golpeándonos como un cuchillo; y Philip Seymour Hoffman que dota a su personaje de una complejidad y un atractivo que no tiene ni siquiera en los libros. Respaldados, a su vez, por unos secundarios de lujo que tejen un colorido tapiz de personajes histriónicos y arquetípicos resueltos con sobrada solvencia. Y también por un grupo de jóvenes actores que logran defender con elegancia y buen hacer sus aparatosos personajes convertidos en monos de un circo erigido en medio de una guerra abierta.

En el único punto en el que, a mi juicio, ha empeorado esta segunda parte con respecto a la entrega anterior es en la banda sonora, que da un giro más agresivo y contundente. Perdiendo, así, el contraste dramático con el que las melódicas tonadas revestían la acción en la primera y que mejoraba notablemente el producto final

En definitiva, En llamas es una película de género que supera con creces las expectativas; emocionante, más profunda de lo habitual y entretenida. Sobradamente mejor que su antecesora técnica y dramáticamente, deja con ganas de más y hace que vivas inmerso en un mundo ajeno y apasionante durante dos horas.


Clara Santaolaya



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