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viernes, 16 de agosto de 2013

Elysium

4/10
Elysium (USA, 2013).
Dirección y guión: Neil Blomkamp.
Intérpretes: Matt Damon, Jodie Foster, Alice Braga, Sharito Copley, Diego Luna, Wagner Moura.
Música original: Ryan Amon.
Fotografía: Trent Opaloch.
Montaje: Julian Clarke, Lee Smith.
Idiomas: Inglés, español.
Duración: 109 minutos.



Futuro negro

Como creador de conceptos, Neil Blomkamp posee un talento incuestionable. Con motivo de Pacific Rim, hablábamos de Guillermo del Toro y su mal canalizada capacidad visual para crear ciencia-ficción. Algo que podría ser aplicable al director australiano, aunque poco tengan en común sus estilos, que incluso podríamos considerar opuestos. Pero ambos fallan a la hora de rellenar su potente estética con sustancias mucho más sólidas que hicieran de sus películas obras realmente importantes.

Además Blomkamp busca con ahínco la trascendencia, a través de filmes con fuerte contenido político. Con ese estilo directo –tan bien manejado por Paul Greengrass- emulando al documental, Elysium vuelve sobre el ambiente sucio de District 9. Otra vez un futuro lleno de miseria y marginación, con una clara separación entre ricos y pobres.

El director despliega sus mejores armas presentando un siglo XXII decadente a través de su cámara inquieta y un diseño de producción impecable. Es capaz incluso de hacernos olvidar un prólogo cursi hasta lo insoportable, gracias al golpe de crudeza que nos asesta a continuación. El caos y la podredumbre se adueñan del film, cuyo tratamiento busca (y alcanza) el realismo a través de una pesadilla muy reconocible. Una más que posible evolución de la humanidad.
Y luego está Matt Damon. No será un gran actor, pero vuelve a construir (y van…) un antihéroe de carácter. Y muy creíble. Un personaje que pasea con orgullo el tópico hasta hacerlo cercano. Nada que ver con la torpe creación de una Jodie Foster que se lleva toda la película poniendo “cara de mala”. Ahí donde empieza la caricatura se va acabando la intensidad. El tono cambia, y el discurso se resiente.

Más aún cuando vuelve a primer plano la historia presentada en el prólogo. La utilización del personaje femenino (y su hija) alcanza niveles de obscenidad sentimental poco tolerables. Es entonces cuando se viene abajo la construcción de una obra que pretendía azotar conciencias, pero que termina abrazando los clichés más perezosos de Hollywood.
En este último tramo el autor trata de mantener el interés político de la trama, a través de un batiburrillo difuso en el que un personaje presentado como un traficante sin escrúpulos se convierte en cabeza de una revolución. Y es que otro de los problemas de Elysium es la falta de coherencia en unos personajes (el mercenario es otro claro ejemplo) que parecen responder más a las necesidades de los giros de guión que a una lógica interna.


Para cuando llega el final, el discurso se ha difuminado tanto que ya perdió toda la fuerza imprimida al inicio. Una lástima, porque Blomkamp posee la visión. Y el talento suficiente para plasmarla en imágenes. Lamentamos que no se haya atrevido a ir más allá, explorando la vía que abre en el primer tercio de este film.


Manuel Barrero Iglesias



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