Social Icons

sábado, 14 de noviembre de 2015

Críticas: Straight Outta Compton

6/10
Straight Outta Compton (Estados Unidos, 2015).
Dirección: F. Gary Gray.
Intérpretes: Keith Stanfield, Aldis Hodge, Jason Mitchell, Paul Giamatti, Alexandra Shipp.
Guión: Andrea Berloff, Jonathan Herman.
Música original: Joseph Trapanese.
Fotografia: Matthew Libatique.
Montaje: Billy Fox, Michael Tronick.
Idioma: Inglés, español.
Duración: 147 minutos.


Rebelión limitada

Por Mario Iglesias


En la primera secuencia de Straight Outta Compton, con tenue iluminación, ambiente nocturno y cámara temblorosa, vemos cómo los protagonistas, por el supuesto delito de estar disfrutando de drogas recreativas, son asaltados en su casa en violentísima forma por una suerte de tanque policial, en una operación que recuerda a imágenes de militares estadounidenses en Irak entrando, como elefantes en cacharrería, en algún domicilio particular, preferentemente a altas horas de la madrugada. Después de tan impactante comienzo y tras aparecer sobreimpresionado el título de la película, la cámara se calma, la luz del sol ilumina a placer la secuencia y ahora los protagonistas están disfrutando de una relajante sesión musical, en la que la satisfacción se adueña de sus rostros. En este comienzo, podemos ver la dialéctica que marcará una parte de este biopic colectivo sobre la banda de gangsta rap N.W.A., compuesta por DJ Yella, Eazy-E, MC Ren, Ice Cube y Dr. Dre: la lacerante discriminación racial de la policía de Los Ángeles, particularmente intensa en el barrio de Compton del que forman parte estas futuras estrellas de la música y que será fuente de inspiración para sus letras, su actitud desafiante, y pieza clave para su futuro éxito, al narrar en sus crudas canciones episodios que buena parte de la comunidad afroamericana de Estados Unidos siente demasiado próximos.

La larga duración de Straight Outta Compton no es un impedimento a la hora de adentrarse en el largometraje, que a través de saltos temporales que van cubriendo el arco de un lustro nos muestra los orígenes del grupo, su modesto punto de partida, el encuentro clave con el productor Jerry Heller (interpretado por el siempre efectivo Paul Giamatti) y su posterior disgregación, con el dinero como principal punto de conflicto entre los desaforados egos de estos pioneros del gangsta rap, cuyas trayectorias sintetizan las virtudes y las limitaciones del fenómeno social que supuso el auge de su música. Por un lado, y en forma semejante a lo que supuso el jazz medio siglo antes, surge como dislocada forma de expresión de una realidad opresiva, en la que hasta una grabación en un estudio puede ser interrumpida por la arbitrariedad policial: la máxima que guía la actuación de las fuerzas de seguridad parece ser la de “juzgar las pintas”, a ser posible marcando territorio de forma violenta. Por otro lado, y más allá de la provocación y la agresividad de las letras y ritmos a los que van dando forma los protagonistas, acaban limitando su rebelión a un tenue desafío cultural, conforme alcanzan reconocimiento social y el capitalismo es capaz de deglutir la contestación original de este subgénero del hip hop reduciéndolo a producto de consumo de masas. En este sentido, es muy significativa una de las pocas preguntas inteligentes que una periodista logra formular en una de las accidentadas ruedas de prensa de los miembros de N.W.A., en la que les interroga acerca del cambio que han supuesto en sus vidas los elevados ingresos monetarios por su éxito: la única respuesta que aciertan a dar es que ahora pueden comprar más material de los Raiders, el equipo de fútbol americano del que son seguidores.

Si bien puede achacarse a la película de F. Gary Gray un cierto tono convencional, el material con el que cuenta es de primera clase, y por ende es capaz de hacer fluir sus 147 minutos sin grandes alardes de dirección, ni ir un poco más allá que ofrecer una visión más amable de los dos miembros del grupo que han impulsado y producido Straight Outta Compton (Ice Cube y Dr. Dre). Su elegiaca parte final, tras la borrachera de éxito que los miembros de N.W.A. traducen en constantes fiestas, orgías y cierta inconsciencia, como aleccionadora advertencia de a dónde pueden llevar los excesos, imprime cierto tono moralizante a una película que no deja de transmitirnos que sus protagonistas son simpáticos niños grandes que se guían por el orgullo, sin dar lugar a trascendencia política o social alguna. La pequeña alusión a la Nación del Islam (“son mis hermanos”, es todo lo que se escucha en una hostil entrevista a propósito de los movimientos de liberación afroamericana) y la breve aparición de Tupac Shakur, personaje de mayor complejidad que los aquí biografiados y que sin duda merece película aparte, no bastan para impedirnos pensar que la reducción del gansta rap a fenómeno comercial (algo que impulsó de forma definitiva un enemigo mortal de los miembros de N.W.A., el inicialmente conocido como Puff Daddy) recibe aquí su definitiva consagración, aunque las contundentes secuencias de violencia policial, en las que este largometraje raya a su mayor altura, nos ofrezcan una pequeña muestra de a dónde podría haber llegado esta inflamable historia si sus propósitos fuesen algo más ambiciosos



No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
 
Blogger Templates