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sábado, 7 de noviembre de 2015

Entrevista: Cesc Gay

No tiene ningún sentido hacer cinco tomas iguales. Yo siempre procuro (…) tener al final una paleta de colores distintos que te permita equilibrar las cosas.


Cesc Gay (1967) es un guionista y cineasta español con siete largometrajes a sus espaldas (En la ciudad, Ficción, Una pistola en cada mano). Truman, su nuevo trabajo, es su octava película: una coproducción hispano-argentina filmada en Madrid y en Amsterdam, protagonizada por Ricardo Darín, Javier Cámara y Dolores Fonzi (a la que se verá próximamente en Paulina).

Tierra Filme conversó con el director de la película, junto con compañeros de otros medios digitales, en la pasada edición del Festival de Cine de San Sebastián, donde el film recibió el Premio al Mejor Actor ex aequo para Ricardo Darín y Javier Cámara. Truman es película sobre la amistad en los momentos críticos que, con un tono agridulce, ofrece una simpática y honesta reflexión sobre una vida que en muchos casos se nos escapa demasiado rápido.

Por Sergio Diez


© Maialen Rodriguez




1.- ¿Qué fue lo que te inspiró para hacer una película con una historia de este tipo, y darle una visión tan positiva que tiene sobre todo el personaje de Darín, que es quien sufre todo lo que pasa en el film?

El haber pasado, desgraciadamente, por una experiencia similar, como le puede suceder a mucha gente. Como me dijo el otro día en Toronto un señor: “Todos tenemos nuestros muertos”. Cuando pasé por algo similar escribí mucho, y pensé: “Tengo ganas de escribir sobre esto, pero lo quiero hacer cuando haya pasado un tiempo para mí, y luego dándole ese tono que permita quitar un poco de hierro”. Por eso si quieres el personaje de Ricardo tiene esa valentía, o ese coraje de no estar tirado en un sofá bebiendo whiskey todo el día, sino que va de un lado para otro todo el tiempo. Y eso me dio un personaje que me emocionó desde el principio.

2.- ¿Desde el inicio del proyecto pensaste en Ricardo Darín y en Javier Cámara como actores protagonistas?

Cuando la escribía, no pensaba en nadie. No me gusta pensar hacerlo en ese punto. Luego sí, enseguida dije: “A ver, un actor de esta edad, cincuenta y pico…”. Había hecho con Ricardo un fragmento de mi anterior película y entonces creé un vínculo con él también. Estuvo dos días y medio en el rodaje de Una pistola en cada mano, mi anterior película. Grabamos Una pistola en un total de dos semanas, espaciadas en el tiempo, y cada capítulo tardaba en rodarse unos dos días.

Por aquel entonces, conseguí crear un vínculo con Ricardo bastante bonito. Decidí enviarle el guion de Truman, pero antes reescribí todo su personaje, vaya, que lo argentinicé. Le di el pasado y el origen argentino, algo que no estaba en la primera versión. Y ya se lo envié, y la verdad es que él enseguida me dijo: “Quiero hacer esto. No sé cuándo ni cómo, pero lo hacemos”. Y si Ricardo si se mete a jugar, lo hace hasta el final.

De ahí me fui a Javi. Pensé que podía ofrecer un buen equilibrio actoral, ya que los dos tienen mucha comedia. Esta película, con dos actores más “pesados” o más intensos, aunque fueran maravillosos, hubiera sido una película más dura de ver. Y ellos me parecieron una pareja que tienen esa capacidad de transitar entre la comedia y el drama.

3.- Una de las ideas que más me han interesado de la película es la del respeto a la libertad de un amigo por parte de otro. Respetar la decisión de alguien que nos importa sobre cómo quiere vivir, o cómo quiere morir. ¿Cómo has trabajado con los actores la relación de los personajes? Y especialmente, ¿por qué decidiste incluir el personaje interpretado por Dolores Fonzi?

En un momento de la escritura del guion intuí que le iría bien a la película este personaje. Yo siempre sentí que estaba escribiendo un paseo de cuatro días, en el que nunca sabes adónde vas, en el que los personajes van improvisando y en el que el espectador nunca sabe qué va a pasar luego. Truman es así de simple. Sobre eso, construí mi película.

El personaje de Dolores, Paola, me pareció que le daba un contrapunto muy interesante. Me parece que era a su vez un personaje muy delicado, porque cuando incluyes a un personaje como este, en muchas ocasiones te la juegas. Pero yo creo que fue un acierto, y uno aún mayor el pensar en Dolores, que además sabía que ya tenía una relación personal con Ricardo que le vino muy bien.

Respecto al trabajo actoral, yo no soy mucho de ensayar. Soy de sentarme con ellos, de hablar durante unos días con calma. Javi ofreció su casa, nos hacía el desayuno, llegábamos ahí Ricardo y yo y estábamos por las mañanas. Poníamos todo sobre la mesa, lo discutíamos todo y sacábamos nuestros muertos, como decía Ricardo. No me gusta marcar nada, porque creo que es mejor ver qué pasa luego en el set. Lo importante es entender todos dónde estamos, y reescribir. Yo sigo reescribiendo y reescribiendo y acomodando las cosas. Ese es el proceso.
 

4.- ¿Qué papel crees que juega la relación entre el personaje interpretado por Dolores Fonzi y el de Javier Cámara, esa atracción y esa tensión sin resolver?

Creo que lo que les pasa, que hagan el amor, funciona como una liberación. Es la única secuencia en la que el personaje de Javi se deja llevar. Porque el resto de la película está contenido, incluso cuando se emociona. Nunca fuimos más allá, no se ponía a llorar. Y esa es precisamente en la secuencia en la que él se va, se echa a llorar después de hacer el amor. Una cosa extraña. Para mí es una secuencia muy especial. Y además establece ese vínculo tan extraño que existe en la vida entre el sexo y la muerte.

5.- ¿Por qué decidiste hacer esta película desde la contención?

Yo siempre hecho este tipo de películas. Pero es que con premisas tristes, sino las haces así, desde el minuto cinco ya estás gritando y llorando. No hay otro camino. Y luego, desgraciadamente, cuando vives momentos cercanos a los de la película, estás contenido todo el rato. De vez en cuando te escondes y lloras un poco, pero eso es todo. No se muestran abiertamente esas emociones que hay por debajo. No nos gusta llorar en público. Yo en el cine me reprimo si me emociona una película: suelen hacer eso. Luego unos se dejan ir más, otros no lo pueden evitar, pero tendemos a reprimirnos.

Creo que las mujeres suelen llevar el plano emocional con mucha más naturalidad. No se avergüenzan de ello. De ahí que los protagonistas sean dos hombres y no dos mujeres. Si esta película la hubiera hecho con dos mujeres, hubiera tenido otro caminar. Hubiera sido raro ver a dos mujeres en ese lugar tan hermético.

6.- ¿Cómo abordaste el reto de tratar un tema dramático como una enfermedad terminal de una forma sutil, con pinceladas cómicas? ¿Esa combinación de tonos estuvo desde el mismo inicio del proyecto?

Sí, ya desde la escritura intenté que tuviera este equilibrio. A mí no creo que me apetezca nunca hacer un drama puro. Yo necesito el humor siempre: ha estado presente en todas mis películas. En Truman tenía clarísimo que para caminar estos cuatro o cinco días de ficción que cubre la película había que hacerlo de esta manera. La amistad me parecía un buen vínculo para contar esto.

Podía haber situado esta historia entre hermanos, por ejemplo. Pero la familia es más complicada, y me pareció que la amistad permite ese refugio donde el humor siempre transita. Los hombres además siempre en mente este tono de ironía, creo yo. Esa combinación de tonos era algo muy premeditado, muy calculado. Quería ir a buscar eso cuando escribía, y luego cuando aparecieron estos dos actores, mi preocupación era: “A ver cómo manejamos esto”.
 
© Maialen Rodriguez
7.- ¿No te dio miedo o te preocupó durante el proceso de rodaje pasarte por el lado cómico o por el lado de las emociones más tristes?

Sí, era lo que más vigilábamos. Teníamos toda una serie de signos o lenguaje de señas entre nosotros tres, que el resto del equipo no acababa de entender. (Risas). Encontrar ese equilibrio fue la clave. También es verdad que cuando ruedas, lo que tienes que hacer es ser un poco flexible y entender que montas y elijes luego. No hay que ponerse nerviosos. Luego ya encontrarás la calma de una sala de montaje: estás solo allí, no hay presión, estás tranquilo y escoges. No tiene ningún sentido hacer cinco tomas iguales. Yo siempre procuro abrir un poco el abanico; decir: “Chicos, estamos muy serios, vamos a relajarnos un poco”. O lo contrario: “Estamos demasiado abiertos”. Y así tener al final una paleta de colores distintos que te permita equilibrar las cosas.

8.- ¿Cuánto tiempo llevó rodar la película? ¿Hubo algún momento que fuera especialmente bonito o complicado de grabar?

Grabar de noche es siempre muy complicado. Yo tengo problemas a partir de las dos de la madrugada. Hasta las dos o tres se puede, pero estos rodajes que son de convocar a las cinco de la tarde para terminar a las cinco de la mañana, creo que no funcionan bien. No sirvo yo y no me suele gustar lo que veo: ni el nivel de los técnicos ni el nivel de los actores, a los que se les cae la cara, les cuesta memorizar… Es donde peor me lo paso.

Luego todas las secuencias tienen su complejidad y no sabes nunca qué puede pasar. A veces la secuencia que parecía más difícil termina siendo la más agradable o la más fácil de hacer, y luego una tontería a lo que no dabas importancia se convierte en algo un poco complejo.

9.- ¿Cómo fue el rodaje en Amsterdam?

El rodaje fue fantástico, entre otras cosas porque empezamos a grabar allí. No empezamos la filmación con el equipo que estábamos en Madrid preparando la película sino que solo estábamos presentes los jefes de equipo, trabajando con técnicos de Holanda. Eso fue bastante extraño. Además, era como estar desubicados, en un lugar desconocido. Pero nos unió mucho a la vez mucho.

Para Ricardo y para Javi estuvo muy bien empezar allí. Hay en Ámsterdam una escena importante para Ricardo, que es la del hijo. Esa escena es su primer momento en la película de break, en el que el protagonista se rompe. Y fue una buena idea arrancar por ahí, porque Ricardo agarró bien su personaje, y dijo: “Aquí estamos”.
© Maku López
10.- El título de la película es el nombre del perro del personaje protagonista. ¿Por qué esa importancia para Truman?

Lo del título es para despistar, así de claro. No quería poner el foco en ellos ni en el tema, sino en algo que es lo que le importa al personaje de Darín, y le da un camino a seguir, pero despista. Yo lo hice aposta para no tener un nombre del estilo Los últimos cuatro días. Una película que ya desde el título te colocara en un lugar muy concreto.

Quería que tuvieras la sensación de: “Mira, esta película va de un perro y dos amigos”. Identificar la película con la comedia. Cuando ves un perro u otro animal en el cartel o en el título de un film sueles pensar automáticamente que se trata de una comedia. Eso por un lado. Y por otro, porque el perro es el macguffin, el elemento que lleva al personaje de Julián (Darín) a hacer determinadas cosas, la razón por la que está preocupado.  

11.- ¿Cómo fue trabajar con un perro como personaje de bastante relevancia en la película?

Bueno, yo no sé nada de perros. Cualquier cosa relacionada con “Truman” (nombre del perro de la película) se la tienes que preguntar a Ricardo, porque él fue quien dirigió al perro. Ricardo es un enfermo de estos animales: tiene tres en su casa de Buenos Aires. En concreto, el perro que aparece en la película se murió hace poco. Se llamaba Trueno.

A Ricardo le encantan, tiene un vínculo muy especial con ellos. Lo llevó él durante el rodaje y las escenas salían. Creo que fue inteligente por su parte, porque los perros obedecen a una persona, no a cuatro. Y estableció ese vínculo con él que nos fue muy útil.

12.- Creo que eso se nota en el momento en el que se va Darín durante un tiempo, deja el perro en otra casa y este se pone a medio llorar.

Sí, sí. Mira, yo buscaba un león. Yo le dije a la chica que me ayudaba a buscar el animal: quiero un león, de estos que puedes ver en los documentales que está herido ya, que le queda poco de vida. El león es un animal que me fascina. Trueno si te miraba como mal, imponía mucho. Pero no lo hacía.

Cuando Trueno apareció, yo le vi cojo, lleno de cicatrices, y tuve la sensación de que era un poco como Ricardo. Ahí supe que había encontrado lo que yo buscaba. Además, era un animal que había trabajado con niños autistas, y que por eso tenía una paciencia especial, un saber mirar. Todos estábamos preocupados en el rodaje, y él te miraba así como: “Total, ¿para qué os preocupáis tanto?”. Te daba una paz… Parecía un yogui. Y no le podías hacer trabajar más de dos horas o así. Luego ya se tiraba por ahí y se quedaba dormido.

13.- Sí, hay una toma así.

Claro. En una de estas se tumbó y yo dije: “Fílmalo”.
 
© Maialen Rodriguez
14.- Es curiosa la paradoja de que el tipo que enfermo, un auténtico lleno de vitalidad y que no deja de abusar de su amigo el buenazo, tenga miedo a dormir solo y no quiera dejar a su perro Truman con nadie. A pesar de que no podrá tener al perro con él para siempre.

Bueno, es que por mucho que nos pueda parecer un héroe por tener esta actitud tan valiente, al final es como todos nosotros. La gracia es esa visceralidad que tiene el personaje. Esa contradicción de que puedes estar en la fase final de tu vida y sin embargo ser muy activo, que creo que es lo bonito. “-Te vienes a dormir a casa. –No. –Sí, te vienes a dormir a casa”. Y esa fragilidad, por otro lado, de un hombre que no puede controlar bien su cuerpo, y que cada nuevo achaque le rompe un poco más.

15.- Es interesante también la escena de la disculpa.

Es el atractivo de escribir un personaje así, con esa doble dimensión. Como en esa otra secuencia en la que viene a decir: “No te comas la cabeza. Te levantas y le pegas la bronca a ese tipo porque es lo que quieres hacer”. Cuando estás en esa situación, si hay algo que puedes hacer es lo que te da la gana. Y más si eres alguien como él, que es como un vendaval. Yo siempre le decía a Ricardo: “Tu personaje es un tsunami: arrasa allá donde va”.

16.- ¿Ha sido importante la improvisación de los actores en la realización de la película? Se me viene a la cabeza la escena en la que Ricardo Darín mandaba a paseo a Javier Cámara.

La libertad siempre se la dejo, obviamente. A los actores les pido que me den lo que yo creo que necesito, y luego estoy abierto a lo que ellos quieran. Es la mezcla de esas dos cosas lo que después utilizas para montar la película. Mal iría yo si solo quisiera comprar lo que yo creo que se debe ver. Y tampoco estaría bien que yo supiera lo que quiero, y a ver lo que me hacen. Se trata de encontrar las dos cosas.

La improvisación en el cine es una cosa muy sobrevalorada: tú tienes un encuadre, unas luces que te guían, una marca aquí que no puedes pasar. Estamos rodeados de un equipo de un montón de personas. Actuar en cine es muy difícil porque tienes tantos elementos a tu alrededor que debes controlar como actor, además de la interpretación de tu personaje en ese momento concreto, que es muy complicado.

El actor tiene que venir con una confianza en lo que está haciendo, haber preparado las cosas todo bien, y en ese momento dejarse ir, con una cierta naturalidad. En el cine se improvisa muy poco. No tiene mucho sentido. Interpretar es dejarse ir pero en base a un trabajo previo.

17.- En relación al trabajo con los actores: ¿repetíais muchas veces una secuencia y hacíais muchas tomas, o en general grababais pocas?

Depende del día y del momento. A veces te das cuenta de que hay que grabar más, y los actores también lo saben, y otros en los que te das cuenta de que ya has conseguido una buena toma.

18.- Y por esa libertad que les dabas a los actores, ¿tuviste que escribir mucho durante el rodaje?

No, cuando ya estás rodando, reescribes cosas, pero pocas y muy puntuales. Serían más bien ideas nuevas que se te ocurren sobre la marcha. Pero cuando sí reescribes es en el proceso de ensayos. A nivel de diálogo, sobre todo. De repente te das cuenta de que una secuencia no tiene sentido: ya está hecha en otro lado. Cuando escribes, hay veces que pones dos escenas que en el fondo cuentan una misma cosa, y dices: “¿Para qué he hecho yo esta secuencia?”. La ventaja que tenemos los directores que escribimos es que lo reescribimos nosotros mismos. Cuando ya necesitas de un guionista, se complica un poco más todo.
 
© Iñaki Pardo
19.- ¿Cortaste alguna escena durante el proceso de montaje?

Claro, siempre, sí, sí. No muchas, pero siempre cortas cosas. Escribes, ruedas y luego hay ves que hay secuencias que no han salido como debían; u otras que te das cuenta que no hacen falta. Una película se hace tres veces: cuando se escribe, cuando se filma y cuando se monta. Cada vez que empiezas un proceso tienes que tener la valentía, el desapego hacia tu material suficiente como para saber que la película puede y tiene que seguir cambiando y evolucionando. El director que no entiende que debe ser muy flexible en esos momentos, se pierde.

20.- ¿Te preocupaba la recepción crítica que pudiera tener una película de las características de Truman?

No más que otras. Todas las películas las vives y sientes igual. Les has dedicado tres años, y quieres que le vayan bien.

21.- Sí, ¿pero no te preocupaba más esta por la combinación de tonos?

Nunca he pensado eso. Te tengo que decir que yo procuro desconectar de la crítica. No me ayuda estar pendiente en ese sentido. Ni para bien ni para mal. Tú notas las cosas, noto si la película gusta más o menos, obviamente te llega todo. Pero eso es una cosa y otra es entrar en la ansiedad de: “A ver qué han dicho”. Yo desconecto, no soporto verme ni escucharme y mi cabeza está ya en otro lugar en el momento del estreno. Es una forma de aislarme y de protegerme. Por supuesto que todos estamos más contentos cuando la cosa funciona, y cuando nadie te hace ni caso ni va a ver tu película, te jode. Pero sientes que ya pasó tu tiempo en relación a la película.

22.- ¿Qué esperabas del Festival de San Sebastián?


Pasar unos buenos días. (Risas). No, yo he hecho alguna vez de jurado y sé que los premios dependen del grupo humano que se junte ahí, y los que se sientan salen con lo que salen y ya está. Así como otros premios del estilo de los Goya son más democráticos y a veces puedes intuir por dónde van a ir los tiros, los de un festival son imprevisibles. La opinión de seis o siete personas es determinante. Lo que quería era esto: tener la oportunidad de mostrarla, que la viera mucha gente y que se hable de ella. Es lo que todos queremos. Poner el foco en tu proyecto. 

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