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martes, 17 de marzo de 2015

Críticas: Perdiendo el norte

6/10
Perdiendo el norte (España, 2015).
Dirección: Nacho G. Velilla.
Intérpretes: Blanca Suárez, Yon González, Julián López, Miki Esparbé, José Sacristán, Úrsula Corberó, Malena Alterio, JAvier Cámra, Carmen Machi.
Guión: Oriol Capel, David S. OlivasAntonio Sánchez, Nacho G. Velilla.
Música original: Juanjo Javierre.
Fotografía: Isaac Vila.
Montaje: Ángel Hernández Zoido.
Idiomas: Español, alemán.
Duración: 102 minutos.


Humor en el exilio

Por Alberto Gallardo


El último éxito del cine español acumula ya dos fines de semana en los más alto de la taquilla y confirma el buen ojo comercial del director y guionista Nacho García Velilla, que previamente lideró los rankings gracias a sus anteriores Fuera de carta y Que se mueran los feos. En efecto, Perdiendo el norte es fiel al estilo de su responsable máximo, que recurre en su tercer largometraje a similares armas de seducción hacia su público objetivo, que es ni más ni menos que el consumidor de telecomedias españolas (recordemos sus orígenes como guionista de Aída o Siete Vidas). 

Estas armas son, entre otras, un humor más bien primario pero efectivo para un segmento importante de público, un cierto barniz de cine social (o un amago del mismo) y una galería amplia de personajes con llamativos secundarios a los que da vida un reparto de rostros televisivos muy populares, reforzado por algún cómico de prestigio, en este caso el gran José Sacristán en un guiño más que evidente a Vente a Alemania, Pepe. Y es que Perdiendo el norte cuenta precisamente las desventuras de un grupo de españoles "jóvenes pero sobradamente preparados" que, huyendo de nuestra maldita crisis, naufragan en el sueño roto de su viaje a una tierra prometida de oportunidades (la Alemania de Merkel) que, para la mayoría de emigrados, no es más que un espejismo.

No debe sin embargo el espectador esperar un análisis social profundo o una carga dramática relevante, pues el enfoque es puramente cómico y, lejos del matiz neorrealista, juega a la comedia de enredo pura y dura, más propia de un Javier Ruiz-Caldera que de Fernando León de Aranoa, por expresarnos en términos de nuestro cine. No obstante, la película sí juega una baza dramática que apunta a la desmemoria con respecto a la emigración masiva de una generación de españoles, que enlaza directamente con la estimable Un franco, catorce pesetas de Carlos Iglesias.
No es, en cualquier caso, la nostalgia lo que prima en el tono de un film que navega entre el slapstick "made in Spain" (y ahí sacan pecho dos monstruos del histrionismo cómico como Julián López y Miki Esparbé) y el romance clásico que parte del encontronazo, en este caso literal, entre dos personajes que inicialmente no se soportan: un correcto Yon González y una encantadora Blanca Suárez. A partir de aquí, el que la película convenza o desagrade dependerá de algo tan particular como el sentido del humor de cada espectador y de su predisposición al chiste más bien facilón o al enredo romántico y familiar previsible, pero suficientemente elaborado (y ramificado) para mantener el interés, aunque ciertas subtramas no encuentren el tono. 

Por otra parte, las fugaces pero simpáticas apariciones de Javier Cámara, Malena Alterio o Carmen Machi, compensan los prescindibles cameos de Alberto Chicote y Arturo Valls. Y como postre, Velilla nos reserva un "bonus track" de Julián López, tan incorrecto como irresistible para los que nos rendimos al cómico "chanante" desde los tiempos del Juancarlitros de la infravalorada No controles. Un festival de humor primario recomendable para los que busquen hora y media de comedia ligera con coartada social pero sin pretensiones, que contiene ciertos gags realmente logrados.


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